Un Día del Niño más y es por eso que, para conmemorarlo, los miembros de CinéfilosMX nos platican sobre una película en específico que haya marcado su infancia.
Los invitamos a ver este ejercicio para que conozcan un poco sobre los primeros acercamientos con el cine que tuvieron estos cinéfilos cuando aún eran unos mozalbetes.
La película de la infancia de Carlos Urias
Esta historia se remonta a, aproximadamente, el año 2011, cuando el pequeño niño amante de la televisión y los videojuegos se enfrentó a la dura realidad. El único pasatiempo que realmente lo entretenía y lo hacía sentir vivo, se vio en jaque ante el ajuste económico por una mala racha en tiempos de crisis. Sin televisión, sin internet, sin videojuegos, tan solo el buscaminas en la computadora.
La tristeza, aburrimiento y melancolía abundaban en el niño que no tenia amigos para salir a jugar, los días se volvían monótonos y aburridos sin un escape de la cruda realidad que vivía en aquel momento; para suerte, un día de aquellos que parecían no tener nada importante, sale la oportunidad de viajar 1 hora hacia la ciudad más cercana, una parada en un Walmart fue la salvación de los días y noches donde nada parecía ser diferente: La zona de DVD. Después de la insistencia y varios intentos fallidos, mis padres, con todo y la situación nada favorable de dinero, acceden a comprarme una sola película, con la condición de que fuera de las más baratas.
Y ahí estaba ella, viéndome con una mirada de $35 MXN, una caratula llamativa llena de perritos que aseguraban diversión, el titulo era ‘Air Buddies’ y contaba la historia de unos cachorros que vivían una travesía para salvar a sus padres secuestrados. Ese resultó ser el fin a todos los males, horas de diversión que se repetían una y otra vez, día tras día, noche tras noche el disco caía en la bandeja de DVD que incluía la televisión.
Afortunadamente para aquel ‘plebe’ sin diversión en un pequeño pueblo, los tiempos han cambiado y ahora puede presumir una cantidad considerable de películas en formato físico, pero una colección mas grande de Torrents. Un recordatorio que los sueños se cumplen y que en los tiempos difíciles los verdaderos momentos de felicidad están en cualquier lado.
La película de la infancia de Ale Vega
Como muchas niñas de mi generación, crecí viendo todo lo que Disney aventaba al mundo, especialmente las afamadas “películas de princesas”. Me sabía casi todas de principio a fin, y a la fecha puedo recitar los diálogos de ‘The Little Mermaid’ y ‘Sleeping Beauty’ sin equivocarme. Sin embargo (y muy afortunadamente), la película que marcó mi infancia no tuvo que ver con estos productos ni con los dibujos animados: mi amor por un personaje de película comenzó con ‘Matilda’, la cinta dirigida por Danny DeVito, estrenada por allá de 1996.
Protagonizada por la nostálgicamente recordada Mara Wilson, ‘Matilda’ tenía algo que yo no había apreciado antes en una película infantil: un personaje principal cuya importancia se fincara en su inteligencia y autonomía. Con unos padres (encarnados por el mismo Danny y la fabulosa Reah Perlman) que no la sabían valorar, un hermano (Brain Levinson) que la molestaba, y una directora (Pam Ferris) que le causaba terror, Matilda Wormwood encuentra en sí misma la fuerza para superar estos estos problemas, e incluso termina tornándolos a su favor. El panorama incluso florece cuando aparece Miss Jennifer Honey (Embeth Davidtz), la primera persona que por fin la comprende y la quiere como es, cuya presencia además nos deja de enseñanza la importancia de rodearnos de gente que nos provoque esta misma seguridad y alegría.
Si bien en el personaje creado por Roald Dahl la valentía es mostrada a través de “poderes”, la verdad es que deja claro que no se requiere tenerlos para salir adelante. Esa es la gran moraleja que la película les deja a los niños: Sí, vamos a encontrar villanos en la vida real, pero no son imposibles de vencer. Todo lo que tenemos que hacer es confiar en nosotros… y en los libros.
La película de la infancia de Osvaldo Escalante
Cuando pienso en una película de mi infancia, tengo la respuesta clara en mi mente: WALL-E.
En un futuro lejano, los humanos abandonan la Tierra porque hay demasiada basura en ella. WALL-E, con la costumbre de recoger todo lo que encuentra interesante, vive solo en el planeta con una cucaracha como mascota. Tiene una gran colección de cosas; desde encendedores, hasta un iPod en funcionamiento e incluso una pequeña caja de anillos (sin el anillo). Incluso tiene la última planta viva. Cuando una nave espacial llega a la tierra y deja caer una sonda elegante y peligrosa: EVA, para buscar una planta viva, WALL-E se enamora de ella. WALL-E le da la planta, lo que hace que EVA entre en modo de sueño. Cuando una nave espacial viene a tomar EVA de vuelta, WALL-E también va con ella. Lo que sigue es una aventura a bordo del Axiom, donde la gente se mueve sobre sillas flotantes y consigue comida líquida que chupan a través de un popote. Debido a la pereza, se han vuelto tan gordos que son incapaces de moverse. Debido a las instrucciones dadas apresuradamente, AUTO, el piloto automático, intenta deshacerse de la planta, lo que obliga a WALL-E, EVA, el piloto y algunos robots en mal funcionamiento, a encontrar una manera de recuperar la planta y salvar la tierra.
De por sí la película es mi favorita de todo el estudio de Pixar, pero hay una razón específica por lo que la recuerdo con mucho cariño:
En el 2008, cuando esta cinta se estrenó, yo estaría cumpliendo apenas seis años. Son muy vagos los recuerdos que tengo de mis idas al cine a esa edad, pero lo que sí recuerdo con exactitud, es que esta película significó mi amor al cine, pues fue la primera película que vi en una sala de cine. En realidad aún tengo dudas si fue WALL-E o EL CABALLERO DE LA NOCHE; pero sea cual sea la respuesta, WALL-E marcó una infancia para mí, no sólo en el mundo del cine, sino también en los videojuegos. Compré el videojuego para computadora sobre la película, que de hecho el año pasado decidí volver a jugar y pasar de manera completa, lo cual logré. Siempre que pienso en WALL-E, bellos recuerdos vienen a mi mente. El olor a palomitas, la manera tan increíble que de niño puedes captar un mensaje tan poderoso como el que tiene la película, o, por supuesto, horas y horas de juego. Es por eso que WALL-E no es sólo la película que definió mi infancia, sino que es una de mis películas favoritas de toda la vida.
La película de la infancia de Freddie Montes
En alguna noche de domingo entre los años 1999 y 2000, se transmitió por primera en la televisión abierta mexicana la cinta ‘Titanic’ de James Cameron. Aquella súper producción llegaba a nuestro país y mi madre decidió que sería buena idea que nos sentáramos juntos a verla para que yo descubriera esa obra de la que todo el mundo habló y seguía hablando.
Fue así como me adentré en la que, según yo, era mi primer acercamiento con una película adulta. La trama realmente era sencilla, casi caricaturesca, por lo que no me costó mucho empatizar con la historia del chico y la chica de distintos mundos que se conocen, se enamoran y hacen todo lo posible para que su amor perdure; pero lo que realmente llamó mi atención en la primera mitad de la película fueron sus valores visuales, es cierto que ya me había maravillado con el increíble universo de ‘Star Wars’, pero no por eso dejaba de asombrarme con las cosas realmente bellas y bien hechas que estaban en mi pantalla.
Tomando en cuenta la buena cantidad de comerciales que interrumpían la película, seguramente llevaba dos horas, o más, frente al televisor encantado con los brillantes efectos visuales, el impecable diseño de producción, la romántica historia (de ahí que ahora sea un enamorado del amor) y, seguramente, esa escena de amor sudado en la carreta. Por supuesto que, conociendo la historia real sobre el hecho, esperaba con ansias el momento del choque con el iceberg, pero ese pequeño frente al televisor no estaba listo para lo que vendría.
El clímax llegó y fue entonces cuando los problemas empezaron. Eso no era como ver naves espaciales explotando, esto era, para mí, una auténtica tragedia, los enamorados decidiendo entre salvar sus vidas o seguir juntos, los de la tercera clase del barco siendo encerrados porque no había suficientes botes, la pareja de abuelitos aceptando su destino tomados de la mano, el clásico momento de la puerta, pero, con lo que hasta la fecha no puedo mantenerme estoico, es con los músicos, esos músicos diciendo la frase “caballeros, fue un honor haber tocado con ustedes”, para cumplir con su profesión hasta la muerte. Quizá ‘Titanic’ no fue mi película favorita de la infancia, pero me provocó un llanto que se extendió sin parar por más de una hora y fue lo que consideré, durante toda mi infancia, como la mejor película que había visto en la vida, siendo un fiel espectador cada que la repetían en televisión.
La película de la infancia de David Cavazos
En los 80 fueron ‘Los Goonies’, en los 90 fue ‘Mi Pobre Angelito’, en el 2001, el mago de la cicatriz llegó para conquistar a toda una generación con ‘Harry Potter y La Piedra Filosofal’, con un Chris Columbus que aprendió a manejar las películas de corte infantil con los dos proyectos anteriormente mencionados.
Por más infantil que se sienta a lo largo de sus dos horas y media de duración, millones de personas comenzaron su emoción con esta saga con esta película al momento que se estrenó en el 2001. Esta primera entrega marcó el comienzo de una de las franquicias más famosas y taquilleras del séptimo arte. Nos brindó toda la magia que nosotros los muggles siempre soñamos. Marcó momentos inolvidables, personajes memorables y escenas increíbles acompañadas de una partitura musical impecable hecha por John Williams.
Tanto el libro como esta película, definieron por completo el concepto de la magia en los niños y poner esta película en un puesto bajo sería ofensivo. Es emocionante, divertida, atrapante, cargada de misterio y suspenso. Columbus recaptura esa esencia infantil en esta película de manera efectiva. Fue un gran inicio para la saga, sentando las bases de lo que terminaría diez años después Es la aventura que todo niño deseó, esperar la carta de Hogwarts, ir al callejón Diagon, conseguir tu varita, etc. Fue un estupendo descubrimiento que conquistó a todo niño y que deseó ser mago.
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