Por: Freddie Montes (@FreddieMontes)
Un 26 de junio de 1970 en Studio City, California, nació Paul Thomas Anderson. En ese momento seguramente nadie lo sabía, pero esta fecha representaría el nacimiento de uno de los grandes artistas contemporáneos, una de esas figuras que pasan pocas veces por nuestro mundo y nos hacen sentir privilegiados por poder disfrutarles en tiempo presente.
La semilla por hacer cine germina en la mente de este genio desde que tenía dieciocho años, cuando realizó un cortometraje de media hora titulado The Dirk Diggler Story (claro está que se trata de la precursora de ‘Boogie Nights’, una de sus grandes obras). Tras abandonar sus estudios en la prestigiosa Universidad de Nueva York, a la cual asistió sólo dos días, Anderson inició formalmente su camino en la industria como asistente de producción en películas para televisión, videoclips y shows hasta que en 1992 puso manos a la obra y con una cámara prestada y financiándose con dinero que había ganado en las apuestas, el fondo que su padre había guardado para su universidad y la tarjeta de crédito de su novia puso en marcha su primera producción fílmica en forma, el cortometraje Cigarettes and Coffe.
Este producto que conectaba a sus personajes a través de un billete de veinte dólares que pasaba de mano en mano fue presentado con gran éxito en el Festival de Cine de Sundance para, eventualmente, ser expandido por Paul en lo que se convertiría en su primer largometraje titulado ‘Hard Eight’ (originalmente ‘Sydney’). Fue así como se inició formalmente en el mundo fílmico este genio que, hasta la fecha, es uno de los máximos exponentes del cine estadounidense en particular y del séptimo arte en general.
Para honrar a este personaje único, en CinéfilosMX haremos un recorrido por los nueve largometrajes que conforman su filmografía, ordenándolos de peor a mejor, aunque en cierto punto este ejercicio se convierta en una tarea titánica al contar con más de una producción que tiene un lugar especial en el firmamento fílmico contemporáneo. Sin más, vamos allá…
9.- Inherent Vice (Vicio Propio)
Año: 2014
Sinopsis: Larry “Doc” Sportello (Joaquin Phoenix) es un detective privado fachoso y drogadicto, totalmente alejado del arquetipo. Su aparente calma se ve amenazada cuando su expareja Shasta Fay (Katherine Waterston) se aparece para solicitar su ayuda, toda vez que se ha enterado de los planes que la esposa de su amante, un multimillonario agente inmobiliario, tiene para ingresar a su marido en un hospital psiquiátrico.
Hasta al mejor cazador se le va la liebre, o dicho en otras palabras, hasta uno de los mejores cineastas del cine estadounidense contemporáneo la puede cagar. Y es que ‘Inherent Vice’ no sólo representa el guion más pobre de toda la filmografía de Paul Thomas Anderson, también es su trabajo menos afortunado tras la cámara al mostrarse rebasado por la historia surrealista que intenta plantear, siendo incapaz de utilizar recursos propios de dirección para aportar a la construcción de la historia o al entendimiento de sus metáforas, un claro ejemplo de ello es el terrible uso del recurso de la voz en off. Incluso su fotografía está lejos de la belleza visual a la que nos tiene acostumbrados. Así las cosas, resulta que Anderson en su afán de parecerse por momentos a Lynch con sus notas surreales, por momentos a Allen en su combinación de géneros dentro de una esencial comedia o por momentos a Stone con su directa crítica al sistema norteamericano, termina por olvidarse que al primero que debe parecerse para confabular una obra maestra es a sí mismo.
8.- Licorice Pizza (Licorice Pizza)
Año: 2021
Sinopsis: Los años setenta en Los Ángeles. Todo inicia en el día de la foto de una secundaria, en el cual Alana Kane (Alana Haim), una asistente de fotografía veinteañera, conoce a Gary Valentine (Cooper Hoffman), un niño actor quinceañero con mucha autoestima que empieza a coquetear con ella. Los avances del chico no dan frutos, pero sí sirven para dar inicio a una amistad que traerá consigo éxitos, fracasos, desencantos y romances propios de la juventud.
La mejor manera de catalogar a ‘Licorice Pizza’ es como una película que trata sobre nada, sin embargo, sucede algo particular, ya que a pesar de ser un trabajo conformado por varias historias presentadas a manera de anécdotas, termina por ser un producto bastante aceptable gracias a la increíble y nunca cuestionada capacidad tras la cámara de su director. Es cierto que el conjunto de pequeñas historias que aquí se presentan no van a ningún lado, que al final del camino no te importa el desenlace que tengan los personajes y que es difícil conectar con esta cinta por algo más que los chispazos que la conforman, pero también es una realidad que la poca o mucha magia que tiene se debe completamente a la impecable forma de dirigir de Paul, y no me refiero únicamente a que filme bonito, sino a que su forma de manejar la cámara, de encuadrar las tomas, de dirigir actores y de mostrar en lugar de decir llevan este simple y vano guion a un nivel superior al del resto de las cintas dentro de la industria que, al igual que ella, sólo funcionan a manera de anecdotarios.
7.- Punch-Drunk Love (Embriagado de Amor)
Año: 2002
Sinopsis: Educado y sobreprotegido por sus siete hermanas, el solitario y antisocial Barry (Adam Sandler) tiene problemas para encontrar el amor. La vida de este hombre comenzará a tener un poco de aventura a raíz de tres sucesos: una llamada a la hot line que termina mal, el descubrimiento del fallo en un concurso que lo puede hacer ganar miles de millas en billetes de avión y el inicio de una aventura romántica con Lena (Emily Watson), una misteriosa mujer que le ha sido presentada por una de sus hermanas.
La película más digerible de PTA y quizá la única que podrías poner un domingo con el único fin de pasar el rato o que te quedarías viendo si la encuentras en televisión sin importar lo avanzada que esté. La razón de lo anterior no atiende al hecho de que se le esté menospreciando por tratarse de una comedia romántica, simplemente es la consecuencia de que el cineasta haya tomado la decisión de tomar el camino menos espinoso al hacer una exploración del ser humano de la manera más digerible posible. Al igual que la antes mencionada, volvemos a ser testigos de una dirección cumplidora, sin embargo, el diferenciador es que aquí sí se hila una historia para explorar una tesis, quizá sin mucha profundidad, pero se explora. Reconocimiento aparte al hecho de que, por primera vez, un director logró sacarle jugo a un actor tan limitado como Adam Sandler, incluso mucho antes de lo que actualmente pinta como el ascenso histriónico de este personaje. Su bajo lugar en el top no atiende a que sea mala ni al hecho de que se le trate como menor por no ser extremadamente profunda, simplemente es que en determinadas secuencias de las futuras mencionadas hay más cine que en todo el metraje de esta comedia romántica.
6.- Hard Eight (Sydney: juego, prostitución y muerte)
Año: 1996
Sinopsis: Afuera de una cafetería y sin dinero para sobrevivir, John (John C. Reilly) conoce a Sydney (Phillip Baker Hall), un misterioso hombre que le ofrece la oportunidad de enseñarle a ganar dinero en los casinos de Nevada. La relación de este par se muestra sólida y toda va viento en popa hasta que a sus vidas llega Clementine (Gwyneth Paltrow), una camarera dispuesta a hacer cualquier cosa por dinero.
Ópera prima que resulta en un producto que ya quisieran filmar varios cineastas en cualquier punto maduro de sus carreras. Al igual que en ‘Mean Streets’ de Scorsese (que no es su ópera prima pero si el primer filme donde realmente explotó su estilo) nos encontramos con un guion simplón, aunque no tan pobre como en la de 1973, que es salvado por una manera de dirigir tan interesante y prometedora que permitía ilusionarse al pensar en los futuros proyectos del hombre que estaba sentado en la silla del director. Además, vislumbraba a un comandante de actores de primer nivel que logró explotar al máximo las capacidades histriónicas de sus involucrados, mismos que deben tener a ‘Hard Eight’ como una de las primeras mencionadas dentro de su currículum al momento de buscar papeles, independientemente del reconocimiento que otros proyectos a futuro pudieron otorgarles. Sin tomarlo plenamente como un punto negativo, es curioso el largo primer acto introductorio que le toma alrededor de 50 minutos desarrollar, algo que perfeccionaría, aunque en menor medida lo seguiría padeciendo, en su siguiente largometraje, teniendo la muestra de que estamos ante un tipo que sabe remediar sus errores sin necesidad de sacrificar su estilo. Algunas figuras como Paul Thomas Anderson no debutan en sus respectivas industrias para explorar, simplemente están destinados a nacer brillando.
5.- Phantom Thread (El Hilo Fantasma)
Año: 2017
Sinopsis: Reynolds Woodcock (Daniel Day-Lewis) es un metódico hombre que junto a su hermana Cyrill (Lesley Manville) ha logrado construir un emporio como el diseñador de modas que marca las tendencias sobre la forma de vestir en las clases altas del Londres de los años 50. La calmada y metódica vida de Reynolds sufre un exabrupto tras conocer a Alma (Vicky Krieps), una joven que, además de fungir como su musa, se convierte en la amante con la que compartirá su hogar.
A partir de este puesto, nos posicionamos en un punto cercano a la excelencia fílmica. Una película tan profunda como conmovedora, impecable en actuaciones y dirección, visualmente hermosa, sombría, poderosa y con una banda sonora hipnótica que se queda en el recuerdo para siempre como una acompañante obligada de las imágenes que construyen esta aventura cinematográfica. Dirigiendo a un Daniel Day-Lewis en su última actuación antes del retiro (del cual espero que regrese), Anderson logra regalarle a uno de sus consentidos un cierre impecable para su trayectoria, un trabajo actoral sin momentos grandilocuentes ni expresiones exageradas que brilla más por lo que guarda que por lo que hace o dice, un personaje que, seguramente, no hubiera funcionado en la piel de otro histrión. Quizá, y contrario a algunos de los filmes arriba mencionados, lo que le falta a ‘Phantom Thread’ es metraje para poder afinar algunos puntos finos de su guion, pero eso no le impide ser uno de los testimonios más sinceros que se han realizado en los últimos años sobre el amor y específicamente sobre la construcción de las relaciones de pareja, un producto que permite cuestionarte sobre la inherente paz de la soltería o los costosos sacrificios de sentirse amado y vivir acompañado. Si todo esto cabe en el quinto puesto de este top, deben prepararse para lo que viene.
4.- Boogie Nights (Boogie Nights: juegos de placer)
Año: 1997
Sinopsis: Sus enormes ganas de triunfar llevan a Eddie Adams (Mark Wahlberg), un joven que trabaja como mesero de un club nocturno en el Valle de San Fernando, a aceptar la propuesta laboral de Jack Horner (Burt Reynolds), un exitoso director de películas porno que ve en ese chico a su futura estrella. Poco a poco nos iremos adentrando en el mundo de la industria del cine para adultos setentero a través de distintos personajes que acompañarán el camino al éxito de Eddie, quien será conocido dentro del medio artístico como Dirk Diggler.
Es cierto que sería más adelante en su carrera cuando Anderson encontraría su punto máximo como guionista y la perfección narrativa en cuanto a historias entrecruzadas se refiere, sin embargo, lo que logró en 1997 con el que apenas sería su segundo largometraje sí es una muestra de la maestría visual de este genio. Y es que sí, en su primer filme fuimos testigos de un hombre que sabía qué hacer sentado en una silla del director, pero ‘Boogie Nights’ es la presentación y representación de su estilo en toda forma, con un manejo de cámara imponente y la capacidad de adentrarnos en su mundo gracias a los característicos y muy bien logrados planos secuencias de los que hace gala, una dirección de actores de primera y el perfecto manejo de un elemento como el macguffin. Esta podría ser su gran obra de no ser por algunos puntos tanto sobrantes como faltantes que manchan su guion, todo parece indicar que esta cinta estaría en el olimpo fílmico de haberse definido entre la historia de un personaje como hilo conductor narrativo o de fortalecer el resto de historias presentadas para parecerse menos al ascenso y caída de una estrella y más a una exploración de todos los vicios que estaban (están) presentes en el mundo de las películas para adultos. Esta cinta quiere ser ambas cosas, y a pesar de encontrar tonos altísimos en la mayoría de sus pasajes, por momentos se queda algo corta en las tesis que busca explotar en cada una de dichas esquinas.
3.- The Master (The Master: Todo hombre necesita un guía)
Año: 2012
Sinopsis: Tras formar parte de las filas de la marina durante la Segunda Guerra Mundial, Freddie Quill (Joaquin Phoenix) no encuentra respuestas sobre su vida, situación que lo lleva, por azares del destino, a convertirse en la mano derecha (a.k.a. conejillo de indias) del carismático Lancaster Dodd (Phillip Seymour Hoffman), quien con el apoyo de su familia, principalmente de su esposa Peggy (Amy Adams), lidera una organización religiosa especializada en rescatar almas perdidas. Este movimiento comienza a ganar fama en los Estados Unidos de mediados del siglo pasado, pero así como llegan los éxitos también aparecen las dudas por parte de Freddie hacia el que ha sido su maestro durante tanto tiempo.
Quizá se trate de la ‘Taxi Driver’ del siglo XXI, una historia que brota de la necesidad de mostrar los efectos indirectos de la guerra en sus soldados, no como colectivo, sino como individuos, aquellos héroes de la historia que son marginados en su presente. Relatarnos un pasaje de la vida de una persona que se ve obligada a adentrarse en poco menos que una secta religiosa a cambio de lo mínimo es la representación perfecta que Anderson encontró como vehículo para mostrar los horrores comunes a los que son orillados los olvidados. Más allá de todas las capas que este filme tiene, de la exploración humana que hace a través de la cámara, de sus poderosas imágenes, de su gran diseño de arte y de la magnífica construcción de personajes, ‘The Master’ será recordada por regalarnos uno de los duelos actorales masculinos más importantes en lo que va del siglo, por un lado un Phoenix, que tras hablar pestes de la industria salió de su retiro para conducir a la perfección el camino a la deconstrucción de un individuo (¿les suena?), por el otro, un Hoffman cuya maestría sale del guion para mostrarse como la imagen guía de esta aventura, cuya explotación hacia la figura protagónica pareciera ir más allá de las líneas, obligando a su contraparte a entregar lo mejor de sí a través de gestos y maniobras corporales mientras él observa desde arriba, llenando la pantalla con su simple presencia. Quizá el hecho de haber sido odiada por muchos al momento de su estreno, y hasta la fecha, se deba a su ritmo lento, o quizá a que es una historia con tantas capas que es difícil llegar al fondo de su basta exploración sobre el psique humano, complicando la empatía y comprensión de quien la observa, o quizá otras de las cosas que sobrepasen la pantalla sea el elemento de la explotación a la persona, siendo ahora el director quien con total consciencia lleva a los límites de la desesperación a sus espectadores.
2.- There Will Be Blood (Petróleo Sangriento)
Año: 2007
Sinopsis: Daniel Plainview (Daniel Day-Lewis) es un pobre minero cuya visión para los negocios lo lleva a adentrarse en el camino para convertirse en un magnate dentro de la industria petrolera. El verdadero golpe de suerte en su vida llega en un pequeño pueblo llamado Little Boston donde tendrá que enfrentarse a los cuestionamientos del entregado pastor Eli Sunday (Paul Dano). A medida que su fortuna va creciendo, sus principios y valores se van perdiendo entre los mares de la ambición.
Un relato sorprendentemente íntimo, a pesar de su inmensa profundidad, sobre la familia, la venganza, la ambición, el poder, el sentido de pertenencia, la corrupción, las mentiras, los valores y el mundo de los negocios, todo confabulado con tal fortaleza visual e impecable delicadeza narrativa que convierten a este en un producto único. A diferencia de ‘The Master’, en ‘There Will be Blood’ el espectador no tiene que sobrevivir a tantas capas, en general todo resulta mucho más digerible, por lo que es más fácil adentrarse en su relato. Buena parte de su poder radica en dos trabajos de primer nivel: la fotografía de Robert Elswit y la banda sonora de Jonny Greenwood. Por el lado histriónico, tenemos a un Daniel Day-Lewis en la que es considerada como una de las mejores actuaciones masculinas de toda la historia, título que no es en vano, pues con él somos testigos de una construcción de personaje perfecta en la que carga con el peso de esta edificación moderna sobre la vida misma. En el mismo tenor, tenemos a un Paul Dano que está a la altura de lo que se le exige, así como de su compañero en pantalla, y decir que estás al nivel del gran Daniel es ya un reconocimiento de altura. Sobre el resto del elenco, quizá todos funjan como simples secundarios, pero la capacidad histriónica de quienes les interpretan y narrativa de quien los escribió consiguen construir y aportar sin salirse del tenor. Sin duda, esta es una de las obras más significativas de la primera década del Siglo XXI.
1.- Magnolia (Magnolia)
Año: 1999
Sinopsis: En el Valle de San Fernando, Los Ángeles, convergen las historias de vida de un enfermo presentador de un programa de concursos (Philip Baker Hall), un niño prodigio (Jeremy Blackman), un ex niño prodigio (William H. Macy), un anciano moribundo (Jason Robards), la arrepentida esposa de éste (Julianne Moore), un enfermero (Philip Seymour Hoffman), un orador motivacional (Tom Cruise), una joven adicta (Melora Walters) y un policía bonachón (John C. Reilly).
Una de las grandes obras del cine estadounidense en las últimas décadas tenía que salir de la pluma y cámara de Paul Thomas Anderson. La historia de nueve individuos que, a diferencia de otros productos cinematográficos que enlazan a varios personajes, no encuentran su hilo conductor narrativo en un hecho o elemento tangible en particular, sino en los sentimiento de culpa, superación y arrepentimiento que pesan sobre cualquier ser humano y que eventualmente convergirán, sin más, en un momento musical y una lluvia de ranas que azota el valle. Es maravilloso poder ser testigos de cómo Anderson logra crear y unir una historia con la mayor fiereza sin romper la delgada línea de la delicadeza. Un relato tan crudo como hermoso cuyas notas más altas permiten enternecer mientras se toman el tiempo de asombrar a su público con la mayor honestidad cinematográfica posible por medio de actuaciones impecables, una música posicionada en el lugar adecuado para generar emociones en compañía de lo visual y un guion al que nada le sobra a pesar de durar tres horas y al que poco le falta a pesar de contar con nueve protagonistas. Cualquier cineasta que quiera hacer una película sobre historias entrelazadas deberá tomar a este filme como referencia, así mismo, cualquier persona que busque ser testigo de una de las grandes obras de la cinematografía en los últimos treinta años tendrá que dejarse envolver por Magnolia del gran Paul Thomas Anderson.
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