Por: Osvaldo Escalante (@OsvaEsc)
Una de mis películas favoritas del 2020 fue, sin duda, ‘Another Round’, o por su título original: Druk. La cinta danesa estuvo nominada a un total de dos premios de La Academia, incluyendo Mejor Película Internacional y Mejor Dirección. Dirigida por Thomas Vinterberg, creador del movimiento cinematográfico conocido como Dogma 95 y director de películas como ‘La Caza’, ‘Another Round’ nos cuenta la historia de cuatro profesores que ponen a prueba una hipotesis que dice que el cuerpo humano nace con un 0.05% de alcohol en la sangre y que, si logramos mantenerlo a ese nivel, lograremos una mayor valentía, confianza y eficiencia en el ámbito laboral, personal y familiar.
Para hablar de porqué el final de esta película me parece perfecto, tendré que tomar ciertos aspectos de la trama y actuaciones para poder explicar mi punto. Primero que nada, ya todos sabemos que Mads Mikkelsen es un actor camaleónico, capaz de lograr grandes cosas. Mientras que en ‘La Caza’ podemos percatarnos de sus matices de una manera muchísimo más explícita, en esta película su actuación es mucho más sutil. Como ejemplo, tomaré la escena de la cena de uno de los profesores. Mikkelsen comienza frío; de una manera que no expresa mucho con su rostro, pero conforme pasan los minutos, sus gestos faciales comenzarán a decirnos que se está desbordando por dentro; teniendo una crisis de mediana edad en la que cuestiona su vida personal, así como la relación que tiene con su familia.
De la misma manera, algo que me gusta mucho de esta cinta es que, a diferencia de otras películas que abordan el alcohol, aquí no se deciden por mostrar de manera dramática las graves consecuencias que este puede ocasionar. De manera contraria, todo el primer acto y presentación de personajes nos dice que la cinta no va por ahí. De hecho, durante esta introducción, podemos ver cómo este experimento les da buenos resultados a los protagonistas; logrando mayor confianza en sí mismos y, por ende, comenzando a sobresalir en los ámbitos mencionados anteriormente.
Si bien la película no te dice que tomes hasta caerte, definitivamente no busca ser políticamente correcta. Sí, se abordan las consecuencias del alcohol, pero se muestran de una manera más real, de una en la que no te lo ponen en la cara, pues es algo de sentido común. Puedes tomar, pero no llegues al punto de, como le pasa a un personaje, orinarte encima cuando estás en la cama al lado de tu esposa. Puedes tomar, sólo no seas un estúpido.
Por qué el final me parece perfecto es simple: todo lo anterior converge armónicamente para darnos un momento hermoso.
Poco antes de la escena final, vemos cómo uno de los profesores pierde la vida en el mar. Esto por supuesto que afecta a Martin, nuestro personaje principal interpretado por Mads Mikkelsen, quien comienza a actuar de manera triste, pues está en duelo. Al mismo tiempo, sus alumnos están festejando su graduación, lo que hace que él mismo recuerde lo que Tommy hubiera querido: disfrutar con unos tragos.
Así, Martin agarra una cerveza y comienza a bailar. No porque el mensaje sea “toma”, sino porque, como dijo Vinterberg en su discurso de aceptación del Óscar, esta película no va sobre el alcohol, va sobre la vida; sobre cómo podemos sentirnos monótonos y pensar que las cosas no van bien; de nuestros fracasos y carencias, pero también de cómo somos capaces de dar vuelta a esa página y comenzar a disfrutar esos momentos que marcan la diferencia. Martin lo expresa mediante el baile y una cerveza, tú lo puedes expresar de una manera distinta. Lo que importa aquí es que, como la propia canción final lo dice, "what a beautiful, beautiful life (que hermosa, hermosa vida)”. Y así, Vinterberg crea el final perfecto, un final que no hubiese sido igual de impactante si no hubiésemos tenido todo el desarrollo de personajes que tuvimos durante las casi dos horas de metraje. Porque si Tommy no hubiera muerto en el mar, esa mirada de Martin al bote no hubiese tenido sentido, y ese último salto al mar no hubiese significado nada.
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