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Foto del escritorFreddie Montes

FIDECINE, la industria cinematográfica mexicana y el “no podía saberse”.

Por: Freddie Montes (@FreddieMontes)


El día de ayer, la diputada federal Dolores Padierna, en representación del Grupo Parlamentario de MORENA en la Comisión Permanente del Congreso, presentó una iniciativa para reformar y derogar diversas disposiciones de más de una decena de leyes, entre ellas, la Ley Federal de Cinematografía. Esta iniciativa busca extinguir, por lo menos, 44 fideicomisos nacionales, uno de los afectados sería el Fondo de Inversión y Estímulos al Cine (FIDECINE).


El FIDECINE es un fideicomiso federal para la producción, postproducción, distribución y exhibición de largometrajes (de 75 minutos o más) de ficción y/o animación mediante la inversión de riesgo y/o la prestación de créditos al cual pueden acceder personas físicas y morales a través de Convocatorias Públicas a nivel nacional. El fundamental legal de este fideicomiso se encuentra en los artículos 33 a 38 de la ya citada Ley Federal de Cinematografía.

“Qué bueno que se van a dejar de apoyar películas como ‘Cindy, la regia’ y ‘No Manches, Frida’”, “Yo apoyo la eliminación del FIDECINE porque nos ha regalado puras comedias chafas, mal copiadas y de pésima calidad”, “Qué bueno que se van a dejar de hacer películas de Derbez, Chaparro e Higareda con mis impuestos”. Estos son algunos de los comentarios que muchas personas han hecho en redes a raíz de esta noticia. Sin embargo, estas personas no tomaron en cuenta que las producciones a las que hacen referencia se realizan con recursos privados cuyo único beneficio gubernamental es el EFICINE, un estímulo fiscal contemplado en La Ley del Impuestos sobre la Renta que sigue y seguirá existiendo. Y aunque en varias ocasiones yo he criticado los métodos de selección en torno a este estimulo, hay que dejar en claro que el FIDECINE y el EFICINE, con todo y sus finalidades jurídicas compartidas, son entes completamente distintos, el primero es un fideicomiso, el segundo, un estímulo fiscal, es como comparar al agua y el aceite. Dicho esto, queda claro que esas comedias románticas que todos identificamos no entran en esta conversación ya que no se verán afectadas por este iniciativa y seguirán teniendo cabida en la cartelera nacional.


Entonces ¿Es la probable desaparición de FIDECINE tan mala para la industria cinematográfica mexicana como algunos dicen? Sí ¿En verdad es una sorpresa que esto esté pasando durante el gobierno que juro (aunque más bien perjuró) que iba a apoyar a la cultura? La respuesta es no.


Recordemos que a principios de mayo el presidente López Obrador emitió un decreto en el cual se ordenaba la extinción de varios fideicomisos públicos como parte de su plan de austerida’ (sic). Uno de los afectados parecía ser el Fondo de la Producción Cinematográfica de Calidad (FOPROCINE), pero días después de emitido el decreto, la Secretaría de Cultura declaró que el FOPROCINE no dejaría de existir, pero que se adheriría al FIDECINE. Es decir, desde hace unas semanas estos dos fondos, a pesar de funcionar y servir de maneras diferentes, ya se concentraban en un solo ente que buscaba apoyar la creación cinematográfica mexicana de calidad.


Para que se den una idea de lo que el FOPROCINE ha hecho por la industria del cine en México podríamos revisar la lista de producciones que han recibido el apoyo de este fondo desde su creación en 1998. En ella se encuentran títulos como ‘Sexo, Pudor y Lágrimas’, ‘La Ley de Herodes’, ‘El Crimen del Padre Amaro’ y ‘Heli’, la cinta por la que Amat Escalante fue reconocido como mejor director en el Festival de Cannes. Estos son solo algunos ejemplos dentro de una lista que comprende 405 producciones cinematográficas.


Teniendo en cuenta que la eliminación del FIDECINE incluye la desaparición del FOPROCINE, podríamos considerar a la iniciativa presentada por MORENA como un atentado en contra de la industria fílmica mexicana que, de ser aprobada, probablemente nos lleve a una etapa de oscurantismo para el cine nacional. Y no es que nuestro país no esté acostumbrado, ya en la década de los 70, bajo el mandato de López Portillo, se vivió lo que se conoce como “Margarato”, que en pocas palabras hace referencia al periodo en el que Margarita López Portillo, titular de la Comisión de Radio, Televisión y Cinematografía y hermana del presidente, se encargó de destruir la industria del cine en México derivando en que nuestras producciones no fueran más allá del “cine de ficheras”.


Y la cosa no acaba ahí, la iniciativa también contempla cambios en la Ley Federal de Derechos, en específico en su artículo 19-C, que señala que los derechos de cinematografía se destinarían en su totalidad al ya mencionado fondo. La propuesta no señala al nuevo ente encargado de estos, lo único que menciona es que se destinará al fondo y promoción de la industria cinematográfica. Quién se encargue de ellos es un misterio, quizá la Secretaria de Cultura, quizá Gobernación, lo que es un hecho es que todos los caminos llevan a que lo poco que pueda otorgarle el gobierno como apoyo a la industria cinematográfica nacional será destinado a las producciones que ellos consideren apropiadas para el público mexicano, es decir, el cine también va a sufrir los estragos del mil veces utilizado recurso de “lo que diga mi dedito”, ese dedito nada cuerdo de nuestro mecías de Macuspana.


Con todo lo expuesto anteriormente, el fin más lógico para nuestra industria del cine parece ser el siguiente: las únicas películas que se lograrán producir son aquellas hechas con recursos privados, las comedias románticas que ya inundan nuestra cartelera desde hace años pero que, hasta ahora, no es el único tipo de cine que se hace. El cine independiente o de arte se producirá a cuentagotas y México dejará de ser un medianamente digno representante en los festivales de cine internacionales. Tendremos que ser testigos de producciones cinematográficas que, según los estándares del gobierno, agraden al “pueblo bueno” y, sobre todo, que no ensucien la, según ellos, excelente imagen del gobierno mexicano.


No es ningún secreto que la economía del país se ha visto afectada desde antes de que el COVID-19 apareciera en escena, y por esto nos tiene que quedar claro que la posible eliminación de este fideicomiso no es, como los legisladores aseguran, para enfrentar la crisis económica derivada del impacto de la pandemia, más bien es una medida que se aprovecha de la pandemia. La misma exposición de motivos de la iniciativa señala que esto forma parte de una serie de acciones para que el país asigne eficazmente recursos públicos a las acciones y programas prioritarios del Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024, es decir, la finalidad de quitar todos estos apoyos es cumplir con los caprichos del señor que habita Palacio Nacional, tal como la rehabilitación y construcción de las anheladas refinerías o la puesta en marcha de la terminal de autobuses esa que algunos llaman “Aeropuerto de Santa Lucía”. Total, al final del sexenio todas las aristas del país podrán haberse quedado sin apoyo, pero mientras se concluyan esas propuestas que fueron sus grandes cartas de presentación, él, su gente y sus ciegos seguidores creerán que se cumplió cabalmente con todo lo prometido.


Sin embargo, la eliminación de este fondo no es ninguna sorpresa. ¿En verdad alguien creyó que, cuando se acabara la luna de miel y comenzaran los trancazos, el gobierno iba a hacer algo por defender a la cultura? ¿De verdad pensaron que tras la eliminación de tantos apoyos nunca se iba a afectar al cine? Por supuesto que esto iba a pasar, era cuestión de tiempo, y sorprenderse por esto no es más que una muestra de que muchos mexicanos no ven más allá de sus narices. Este paquete de compatriotas cegados por el velo del discurso populista incluye a personajes de la industria del cine como Tenoch Huerta, Gael García, Diego Luna, Damián Alcázar y Susana Zabaleta, entre muchos otros, que se encargaron de despotricar contra ese “terrible gobierno neoliberal” porque, según ellos, no se apoyaba a la cultura pero que gracias a que en sexenios anteriores nunca se dejó de apoyar a estos fondos tuvieron la oportunidad de trabajar en el cine. Ahora, teniendo al gobierno que tanto idolatraron, les tocará agarrarse los pantaloncitos y criticar, ahora sí con fundamentos, al poder, o callarse para no quedar, según ellos, como idiotas. Sea como sea, en cualquiera de los dos escenarios, llevarán bajo los hombros la carga de haber votado con el hígado y no con el cerebro dejando al cine mexicano sin apoyo.


Será difícil que esta propuesta no sea aprobada, ojalá me equivoqué. Tener a la mayoría en el Congreso, otro ejemplo de lo que provoca el voto mal informado, nos ha demostrado que muchas veces las democracias consisten en aguantarse y joderse, así que de aquí a lo que acabe el sexenio probablemente nos quedemos sin un ente parecido al FIDECINE.

¿Hay forma de rescatar la industria cinematográfica nacional? Por supuesto, y está en tus manos, en concreto en un papel llamado boleta electoral que tiene más poder del que muchos creen y que vas a tener frente a ti muy pronto. Nos vemos en 2021 y 2024 y recuerden que esta es una de esas cosas que sí podían saberse.

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