Por: Osvaldo Escalante (@OsvaEsc)
Esta es apenas la segunda película de Edgar Wright que veo (la primera fue Baby Driver, que me gustó mucho).
Sinopsis: Un hábil oficial de policía de Londres es trasladado a una pequeña ciudad con un oscuro secreto.
Algo de lo que me he dado cuenta con este par de cintas, es que lo que más caracteriza y representa el cine de E. Wright es el montaje que decide darle a sus historias. Contadas de una manera muy ágil y con un ritmo en el que siempre están pasando cosas en pantalla. Y hablar del montaje no es únicamente hablar y hacer referencia al ritmo —que, reitero, es muy bueno—, sino también a la manera en que la historia está contada.
En concreto para esta película, Wright decide que el montaje será frenético, y con muchas planos detalle de cosas que más adelante serán importantes en la trama (como el caso de armas, bombas, granadas, etc.), y también con muchos close-ups a la cara de los actores para remarcar la reacción. Esto hace o una de dos: o te la pasas genial y sientes que estás viendo uno de los mejores montajes, o te mareas y te descoloca. Afortunadamente, mi caso es el primero, pero es cierto que esto es un arma de doble filo.
La química entre Simon Pegg y Nick Frost es innegable. Cuando están juntos en pantalla derrochan carisma y amistad. Lamentablemente, cuando cada uno está por su cuenta, sus personajes pierden interés, carisma, y grandeza. No digo que sean malas actuaciones, pero es cierto que cuando están juntos es cuando mejor lo hacen.
Aclarando todo lo anterior y haciendo énfasis en el montaje y la acción, Hot Fuzz es una película que por momentos no debe ser tomada en serio, pero por otros desafía las propias películas de acción, logrando lo que muchas no han podido: tramas interesantes.
Mis puntos expuestos vienen a partir de el primer giro en la trama: cuando se descubren los primeros asesinatos. A partir de este punto, la película deja de ser una comedia tonta y absurda —donde los personajes no me interesaban un carajo— para convertirse en una especie de thriller cómico. Es a partir de este momento que la película se torna más interesante. Lamentablemente, esto no pasa durante toda la duración (dos horas) de la película. El primer acto es sin duda el más flojo. Una introducción de personajes clarísima, pero que no logra crear personajes interesantes —por lo menos en mi caso personal—. La comedia me pareció absurda, los chistes estúpidos, y por Dios... todos esos oficiales de policía ineptos —que están ahí para ser eso: estúpidos— que no dejaban de hacer estupideces y hacerme vomitar. Lo peor de la película, de lejos.
En conclusión, Hot Fuzz es una clara muestra de la calidad de director que es Edgar Wright —sobretodo en el ritmo, montaje, y estilo—, pero que deja ver todos esos pequeños (o largos) momentos de estupideces que hacen que esta película sea lejos de ser una cinta recordada (por lo menos por mí).
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