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Foto del escritorAle Vega

INTIMIDADES DE SHAKESPEARE Y VICTOR HUGO

Por: Ale Vega (@PATHGRETEL)

Una de las características que más enamora del cine es la de su capacidad de mostrar sin miedo todas las aristas de la condición humana. Desde aquellas que son oscuras e insondables hasta las más alegres y vibrantes, observamos a través de los personajes de un filme comportamientos que normalmente no nos habríamos atrevido a indagar o experimentar en nuestra propia piel, y esto a menudo deriva en la oportunidad de ponernos en los zapatos de esos extraños e intentar imaginar qué haríamos en sus situaciones. El cine es esencialmente eso: Una muestra robusta y variopinta de la raza humana.

En el caso del género documental hay todavía más material en donde escarbar: Aquellos a quienes nos presentan en pantalla son más reales, y, por lo tanto, más cercanos al público que los mira. Es hacia ese lado donde debemos voltear para hablar de Intimidades de Shakespeare y Víctor Hugo, la ópera prima de la cineasta mexicana Yulene Olaizola (Fogo, Epitafio). Esta cinta, cuyo nombre hace referencia a las calles que se encuentran en la colonia Anzures, tiene como protagonista a Rosa Carbajal, quien, además de ser la abuela de la directora, es la dueña de la casa de huéspedes en la que durante 8 años habitó Jorge Riosse, un joven encantador y enigmático que entrelazó con ella una estrecha amistad. A través de los testimonios Rosa, de Florencia Vega – la asistente de limpieza de la casa- y de sus amigos cercanos y conocidos, la película va desarrollando un retrato favorecedor de Jorge: Un muchacho que, aunque no tenía un oficio definido, gozaba de suficiente capital para mantenerse cómodamente; que gustaba de todo lo artístico y se preciaba de ser bueno en varias disciplinas, como la pintura, la poesía y la música, y todo aquello en lo que se adentraba lo realizaba de manera destacada, haciendo gala de su gran inteligencia y sensibilidad. Sin embargo, conforme avanza la conversación y se rememoran más detalles, aparecen los aspectos sombríos de Riosse: le aquejaba una enfermedad mental, mentía acerca de su pasado y sus datos personales – durante la cinta descubrimos que también decía apellidarse Rossemberg y Cariño -, y llego a verse indirectamente relacionado uno de los escándalos más violentos de los años noventa.

Intimidades de Shakespeare y Víctor Hugo evoca esa conocida trama en la que un personaje posee más rostros que el que se muestra a simple vista, pero este largometraje tiene el toque perfecto para destacarla: nuestro hombre dedicó años a encantar a las personas que vivieron junto a él en la realidad. Observamos entonces como, a pesar de todo lo negativo, Rosa aún guarda sus múltiples obras con cariño, y Florencia todavía lleva a cabo una misa anual en su honor. Olaizola encauza la narración de la historia de este singular caballero y su querida abuela con tomas de varias de las habitaciones de la casa, lo que logró en alrededor de veinte días de grabación durante 6 meses, utilizando como vía principal la beca del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, que le fue otorgada en 2005. El resultado es no sólo la construcción de una biografía a través de los recuerdos, sino también el homenaje sincero a una amistad que nació entre dos almas solitarias, complicadas y profundas.

Intimidades de Shakespeare y Víctor Hugo tuvo un exitoso paso por distintos festivales de cine (San Sebastián, Toronto, Transilvania y Buenos Aires, por mencionar algunos), y se hizo acreedor al premio a Mejor Ópera Prima en el Ariel. La manera honesta en la que Yulene Olaizola cuenta esta vida secreta, intrincada y sensible, le permite a la audiencia comprender mejor a un hombre que de lejos podría parecer un mito, pero que en los ojos de quienes lo conocieron fue carne, hueso y un corazón grande. Muchas acciones y motivaciones de Jorge permanecerán en el anonimato, pero su historia es tan rica nos permite parafrasear un conocido dicho: La realidad sí puede superar a la ficción.

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