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La polémica de Aftersun, entre nostalgia, memoria y ¿manipulación?

Por: Carlos Urias (@ElcarlosUrias)


Tenía rato que una película no desataba una pelea entre los furiosos tuiteros de cine en la plataforma (como 2 días aproximadamente), pero la que se ha desatado con la cinta de Charlotte Wells no tiene precedente. ¿Manipulación a partir de la nostalgia y la memoria?


Estimado lector, si usted no es de los que desperdicia gran parte de su vida, tiempo y poca estabilidad mental leyendo opiniones ajenas en la plataforma lo pongo un poco en contexto: cierto crítico cinematográfico que trabaja con los principales medios de información en México abrió la caja de Pandora afirmando que entre más impacto social tiene la película Aftersun, más desconfianza le genera, ya que sus cualidades cinematográficas se inmiscuyen entre la identificación y la nostalgia de los espectadores.



Para entender el argumento -que hay quienes no lo comparten, entre ellos su servidor, amigo y escritor- hay que partir directamente de una de las preguntas más interesantes ¿Qué es el arte? ¿No era esta su principal función? (La de transmitir ideas, pensamientos y demás a través de imágenes o historias). Seguramente, si Andréi Tarkovski leyera la definición de arte que estoy a punto de utilizar, en este caso refiriéndome al cine, enojado me escribiría un hilo en Twitter, pero para definir al arte, vayámonos un poco antes de la invención del cine, con otro ruso, en este caso el escritor León Tolstoi, quien concibió el arte como medio de comunicación equiparable a la palabra, de la cual se diferencia por el contenido transmitido, pues para él, mientras la palabra transmite pensamientos, el arte transmite sólo sentimientos y emociones.


Ahora, una de las teorías de la cinematografía moderna, aunada a cierta palabrería barata y mamaduria de por medio, es que no se podría definir al cine como tal, sino al “cinematógrafo”, afirmando que esta sería una combinación de sonidos e imágenes en movimiento que, armonizados adecuadamente por el montaje, es capaz de trasladar sentimientos. Tal como lo definió Robert Bresson, para quien la palabra “cinematógrafo” hacia referencia a la contemplación de un nuevo arte, diferente al cine, al cual definió como “teatro filmado”.


¿No suena paradójico, estimado lector? ¿No se lograron estas emociones gracias a sus cualidades cinematográficas? Si bien su recurso discursivo es la memoria, la identificación debería estar inmiscuida en él. Así como el sentimiento, la memoria es un sentimiento más; identificarse con la melancolía o la nostalgia no debería ser diferente de la tristeza o de la felicidad, tampoco de los conflictos emocionales. Federico Fellini, aunque no directamente a la memoria, si no a específicamente lo contrario -el sentimiento onírico de los sueños- logró transmitir de gran manera ese sentimiento incluso disfuncional y surrealista en 8 1/2.


Si necesita la validación de otro de los grandes en el cine para reafirmar que la memoria es un elemento discursivo en el cine, tenemos a uno de los más grandes vanguardistas del cine americano: Jonas Mekas. Para el lituano, la memoria es una forma de expresar el cambio de una vida y esculpirla es un proceso que implica mirar hacia dentro, no hacia fuera. Este mismo propone una reivindicación del tiempo real, de la duración de una vida expresada por medio del concepto de montaje como organizador del discurso audiovisual.


Sobre esto, hace un tiempo leí un fragmento que quiero citar:


“La exigencia de la memoria no es precisamente que sus hechos sean meros correlatos de la verdad, sino más bien que cada individuo se define en su memoria; es decir, somos una recopilación de hechos y recuerdos que se entremezclan con lo que queremos ser o quisimos ser”


Incluso, desde un punto de vista psicopedagógico, el cine se convierte en una vía de proyección, ya que una vez vista la película el receptor vivencia los contenidos emocionales a través de los actores y/o transfiere sus sentimientos y conflictos hacia dichos personajes.


No metamos palabras donde no son, ni confundamos arte con pseudo intelectualismo, comprendamos las emociones, las formas de recepción, porque en ellas están realmente escondidas las cualidades cinematográficas. Creo en la humilde y venenosa opinión de su servidor que intentar desmeritar y desacreditar el éxito (y sobre todo la percepción de la cinta como una obra artística-cinematográfica) refleja el nulo conocimiento sobre las inmensas variables que hacen del arte una parte de nosotros. Tal vez pase mucho tiempo para definir ‘Qué es el arte’ pero por lo pronto, cuestionemos la naturaleza del cine como medio organizativo, como elemento discursivo de la realidad


Hay una diferencia entre una imagen que es en sí misma un acto manifiesto de visión y una que utiliza la visión para representar el mundo. Una participa del presente vivo mientras que la otra es un sucedáneo. Muchas películas son serviles a una idea y un tema, y a las imágenes no se les permite existir por sí mismas.


Dorsky, 2016

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