Por: Julia (@CineAutopsias)
¿Podemos hacer las paces con nuestro presente?
Medianoche en París se estrenó en lo que ahora se siente como una época lejana y ajena, aunque era tan sólo el 2011. En ese momento recuerdo que esta película fue la favorita de muchas personas, incluso de aquellas a quienes no eran ni fanáticas ni conocedoras de otras películas de Allen. Entre esas personas también me encontraba yo. La razón por la cual creo que esta película tuvo una buena recepción por parte del público es porque nos presenta de una forma muy accesible la posibilidad de conectar con esos anhelos que nos alejan del presente en el que nos encontramos, mismos que sin duda vivíamos de otra manera en nuestra vida cotidiana pre-covid.
Uno de los diálogos enfatiza que el deseo por escapar a una era dorada se debe a que el presente de los personajes es aburrido o tedioso (dull). Creo que de unos años para acá, y sin duda desde el inicio de la pandemia, podemos utilizar muchos calificativos para describir los tiempos que vivimos pero dudo mucho que hoy usáramos los términos aburrido o tedioso. Los minutos iniciales de la película están dedicados a retratar escenas cotidianas de París en la lluvia, en el sol, en los lugares más turísticos así como sus pequeños callejones. Vemos gente corriendo, comiendo en pequeños Bistrós, sin sana distancia, sin cubrebocas. En este momento creo que el deseo de regresar a una era dorada puede sentirse incluso como el anhelo de regresar a febrero del 2020, dejen ustedes a los gloriosos 1920s en París. Simplemente siento que ahora es común querer regresar a una época que no va a regresar como la conocíamos, donde podíamos estar inmersos en estos escenarios citadinos en la lluvia o en el sol, en lugares turísticos o escondidos, en los que coincidíamos con otras personas sin preocuparnos por un contagio siempre latente.
En boca de uno de los personajes más antipáticos de la película escuchamos que la nostalgia es sólo negación de un presente doloroso, que es un error creer que los tiempos pasados fueron mejores y que esta fantasía se origina por nuestra incapacidad para lidiar con el presente. Aunque pueda coincidir sinceramente con todas estas afirmaciones, aún así no dejo de sentir que estamos viviendo un cambio tan radical en nuestras vidas que es casi inevitable caer en estos deseos de volver en el tiempo a una época en la que sí habría podido celebrar la graduación de mis sobrinas, conocido nuevos lugares o simplemente haber festejado varios cumpleaños sin que esto fuera una proeza o un gran riesgo.
Hay un momento en el que el protagonista, Gil, acaba de conocer a Hemingway y han quedado de verse de nuevo. El problema es que se le olvidó preguntarle cómo o dónde se verán. Cuando Gil quiere volver al café en el que había estado platicando unos minutos antes, la época se mueve con él de tal forma que cuando regresa encuentra que el café ahora es una lavandería. En tan sólo unos minutos, en unos pasos, el mundo que dejó atrás ya no está y ha cambiado para siempre. Es difícil no ver Medianoche en París de nuevo y no encontrar en estas imágenes una añoranza que no había sentido la primera vez que la vi. “El presente es insatisfactorio porque la vida misma lo es.” Este diálogo de la película podría parecerle a algunas personas demasiado pesimista o derrotista. Sin embargo, creo que también podríamos interpretarlo como aludiendo a esa eterna lucha que podemos tener en nuestro interior cuando tratamos de estar en paz con las cosas tal y como son.
Ahora bien, tal vez ustedes han vivido esos momentos cuando están en la sala del cine, las luces comienzan a encenderse mientras siguen corriendo los créditos y sientes que algo importante en tu vida acaba de ocurrir. Recuerdo haber tenido esa sensación después de haber visto esta película por primera vez, y lo sentí de nuevo cuando la vi hace unos días para escribir este texto. Creo que esto se debe a que me siento muy identificada con esa nostalgia e insatisfacción que son las verdaderas protagonistas de la película más allá del personaje de Owen Wilson. Sentí que la película estaba ayudándome a aprender algo sobre mí. Al final Gil sabe hacer las paces con su presente, se queda en París y lo vemos disfrutando de una caminata bajo la lluvia. Me parece un error pensar que la insatisfacción y nostalgia ya no van a ser parte de su vida, pero tal vez ha aprendido a darles un lugar junto al presente que nunca acaba de cuadrarnos. Si lo sabremos nosotros, que seguimos teniendo esta tarea pendiente.
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