Por: Freddie Montes (@FreddieMontes)
¿Creer, no creer o simular que crees? ¿Ser iluso o realista? ¿Ser un entusiasta o un apático? ¿Ser un Grinch o un Kris Kringle?
Dirigida y escrita por George Seaton, esta cinta nos cuenta la historia de Kris Kringle, un hombre de la tercera edad que en los días previos a Navidad es contratado por los almacenes Macy’s para enfundarse en el traje de Santa Claus. Su trabajo consiste en convencer a los niños para que compren los juguetes que vende el almacén sin importar si son los que ellos quieren. Esto le parece incorrecto a Kris, por lo que decide decirles a los padres donde se encuentran los artículos que los pequeños piden sin importar si tiene que enviarlos con la competencia. Cuando los encargados de Macy’s cuestionan a este hombre sobre su actuar, él se justifica diciendo que lo hace porque es Santa Claus…el verdadero Santa Claus.
Han pasado más de 60 años desde el estreno de esta película en los que se han producido un sinfín de historias sobre la existencia de este personaje y, sorprendentemente, ninguna ha logrado acercarse a ella en cuanto a originalidad se refiere. Por supuesto que, en este sentido, tiene relevancia ser de las primeras, o incluso la primera, que toca este tema, pero su toque único y quizá inigualable radica en todas las capas que se desprenden de este aparentemente sencillo cuento.
La primera capa de Miracle on 34th Street tiene que ver con las creencias. En un primer momento parece que esta premisa se va a reducir al camino que se sigue para que una madre le transfiera a su hija la tradición navideña relativa a la llegada de Santa Claus. Lo curioso es que, conforme avanza el filme, vamos descubriendo que esto va más allá de lo clásico, la historia no busca que a su término los espectadores se queden con la idea de que deben transmitir estas costumbres a los más pequeños de la familia, sino que termina haciendo que quienes la vean se cuestionen, no sobre sus creencias, sino sobre su forma de actuar ante ellas dentro de una sociedad. Todo esto se sostiene sobre dos interesantes cuestionamientos: ¿En verdad es malo dejar que los niños se ilusionen con algo tan inocente? ¿Te hace menos adulto formar parte de toda una simulación?
La segunda capa de este filme se enfoca en el consumismo propio de estas fechas. Lo interesante es que ‘Miracle on 34th Street’ no cae en el cliché de ir en contra del consumismo navideño, al contrario, entiende y hasta cierto punto justifica este hecho, sobre todo con los niños, teniendo perfectamente claro que, nos guste o no, estas fechas se sostienen, en buena parte, de la ilusión que le hace a los más pequeños recibir regalos. Pero dentro de esta subtrama hay otro punto a tratar, y es que en este filme se analiza, y de manera importante, la forma de actuar de las grandes corporaciones en estas fechas, la importancia de mostrar un rostro navideño, familiar y solidario para atraer ventas. Interesante ver cómo, sin ser el tema principal, tenemos un brevísimo repaso sobre temas empresariales y de mercadotecnia.
Por si esto fuera poco, esta película cierra con un tercer acto que manda a Santa Claus a juicio ¡Sí! ¡A juicio! Pero dentro de todo este ambiente que se mueve entre la sátira y la fantasía, tenemos una audiencia que no cae en elementos baratos, realmente vemos a un abogado tratando de demostrar la existencia de este personaje por todos los medios legales posibles. Mientras esto sucede somos testigos de un juez que, ante un caso tan mediático como este, se encuentra atado de manos, dificultado para actuar totalmente apegado a la ley y viéndose obligado a cuidar su imagen debido al impacto que podría tener su resolución en el ámbito social y político, toda vez que en algunos lugares de Estados Unidos los jueces son elegidos mediante voto popular. Esta parte de la cinta es realmente interesante pero, también, contiene diálogos y un trabajo de dirección que ya quisieran muchas películas que sí tienen como principal punto algún procedimiento judicial.
‘Miracle on 34th Street’ es una película infaltable para esta temporada navideña. Original, bien escrita, visualmente aceptable y con actuaciones de primer nivel (Edmund Gwenn, quien interpretó a Santa, ganó el Oscar a mejor actor de reparto) No estoy muy seguro de que sea apta para toda la familia debido a los temas mencionados en párrafos anteriores, pero es una extraordinaria opción para verla con niños no tan pequeños y con el resto de la familia en Nochebuena o Navidad.
Quien le escribe les desea Feliz Navidad y Felices Fiestas, deseando que la pasen lo mejor posible y recordándoles que aunque seamos niños, adultos, entusiastas o amargados, siempre es bueno tener algo en que creer o, por lo menos, simular que lo creemos. Y es que como lo dice el título en español de esta cinta, “de ilusión también se vive”.
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