Por: Freddie Montes (@FreddieMontes)
En plena Primera Guerra Mundial un par de soldados británicos son obligados a salir de su trinchera para cumplir con la complicada misión de atravesar territorio enemigo para entregarle un mensaje crucial al coronel de otro batallón antes de que sea demasiado tarde.
Era 1999 y ‘American Beauty’, la opera prima del cineasta británico Sam Mendes, sorprendía al mundo llevándose el Oscar a mejor película aquel año y convirtiéndose de manera instantánea en una de las cintas más importantes de su respectiva década. Después de esta obra (maestra), Mendes siguió moviéndose en las aguas del género dramático hasta que en 2012 le dio un giro inesperado a su filmografía encargándose de la dirección de ‘Skyfall’, la cinta número 23 en la saga del agente 007, así como de su secuela ‘Spectre’. Y aunque el cine de acción y el cine bélico son géneros completamente distintos fueron este par de films los que le sirvieron a Mendes para atreverse a llevar a la gran pantalla uno de sus proyectos más personales, un homenaje a las memorias de su abuelo, Alfred H. Mendes, un combatiente de la Primera Guerra Mundial.
Sí, la historia de ‘1917’ es ficticia pero ésta nace, como ya lo mencioné, de las anécdotas que Mendes escuchó cuando era niño, lo cual deriva en el único, aunque no insignificante, problema de este film: el guion. Los escritores Krysty Wilson-Cairns y el propio Sam Mendes no logran crear más que una serie de anécdotas con conectores narrativos frágiles. Nos presentan una historia que no está a la altura de la maravilla visual y técnica que se está representando. No consiguen armar personajes de manera correcta, nuestros protagonistas no tienen motivaciones claras por lo que al espectador le cuesta empatizar con ellos. Y sí, yo soy de las personas que defienden mucho la cinta ‘Dunkirk’ de Christopher Nolan y sé que en ella los protagonistas tampoco cuentan con un arco de personaje pero en el caso de la película de Nolan eso era lo buscaba el guionista (el propio Nolan), que no nos interesáramos en las historias personales de los soldados para que los viéramos como tristemente suelen ser vistos en las guerras, como simples números. Pero en el caso de ‘1917’ sí buscan la empatía, hay momentos en los que claramente se intenta que la audiencia sufra o disfrute junto a alguno de los protagonistas pero esta tarea resulta difícil de lograr cuando en todo el film no se ha trabajado en ello.
Otro problema con este guion son los extremos en los que sitúan a sus personajes, los soldados británicos son bondadosos mientras que sus rivales, los alemanes, son totalmente fríos y malos pero tontos, como si en lugar de personas estuviéramos ante robots, en pocas palabras, estamos ante héroes y villanos caricaturescos lo cual provoca, nuevamente, que el espectador se aleje un poco de la historia que se está contando. Podría decir que otro punto negativo del guion es que peca de inverosímil, nuestro protagonista logra sobrevivir a una serie de situaciones extremas al más puro estilo de Hugh Glass en ‘The Revenant’ de Alejandro González Iñárritu, sin embargo, me parece que estos actos de supervivencia logran mantenerse en el límite de lo creíble haciendo que esto no signifique un punto negativo para la historia.
En redes sociales había leído que ‘1917’ era un videojuego proyectado en la gran pantalla, y aunque su guion no sea el mejor debo decir que no hay nada más erróneo que ese pensamiento ya que sí se busca desarrollar una historia a través de una trama que consigue ser entretenida y emocionante a pesar de quedarse corta en su tesis.
Dejando atrás el tema del guion sólo queda decir que todos los demás elementos que conforman esta película, tanto visuales como técnicos, no sólo son bueno sino que son maravillosos. Para empezar, la película simula ser un largo plano secuencia, es decir, visualmente no hay ningún tipo de cortes durante el metraje, salvo uno muy marcado. Antes de ver este film uno podría pensar que esta idea fue sólo para que el director se pudiera lucir pero una vez visto el resultado queda claro que así es como se tenía que filmar esta historia ya que seguir en todo momento a este par de soldados hace al espectador parte del viaje, además, es gracias a esto que ‘1917’, a pesar de ser una película sobre la guerra, se acerca más al género de suspenso que al género de acción.
Evidentemente no se grabó todo de manera continua, cada ciertos minutos los personajes entran a un lugar oscuro o se cruza en la toma algún objeto para que ahí el director pueda cortar sin perder el efecto del plano secuencia. Uno de los ejemplos más recientes que tenemos sobre el uso de esta técnica es ‘Birdman’ de González Iñárritu, la cual fue grabada en su mayoría dentro de un teatro, es decir, en interiores, por lo que si alguien se equivocaba o la secuencia no salía como lo tenían planeado bastaba con volver a grabar, pero en ‘1917’ no fue tan sencillo como eso ya que la mayor parte del film se grabó en exteriores por lo que en este caso dependían de muchos elementos, principalmente del clima, todo el equipo de producción tenía que esperar a que el cielo se nublara para poder grabar y así lograr que las escenas tuvieran continuidad, además, resultaba imposible iluminar espacios tan grandes por lo que el fotógrafo Roger Deakins dependía únicamente de la luz natural para iluminar sus tomas, y esto sin contar que en esta cinta hay explosiones, disparos y una serie de efectos visuales que no son fáciles de repetir si alguien del equipo falla en escena.
Y hablando de Deakins hay que reconocer el trabajo de este señor como lo mejor del film, no sólo fue la tarea por adaptarse a la condiciones climatológicas para lograr que la película saliera adelante, también consigue encuadres que son dignos de una fotografía en las que el juego con las sombras y las luces pero sin iluminación artificial son la clave. Además hay dos o tres secuencias que son una muestra de maestría fílmica, la conexión entre Deakins y Mendes para que estas escenas se lograran son la muestra que esta es la mejores dupla director-fotógrafo del año.
Además del extraordinario trabajo de Deakins y Mendes se debe reconocer lo hecho en todos los demás apartados. El sonido es brutal, ayuda muchísimo a que uno como espectador sienta que está haciendo el recorrido con los protagonistas. El trabajo por parte del departamento de efectos visuales es único, por supuesto hay algunos momentos que no se hubieran logrado sin efectos creados por computadora, pero la mayor parte son efectos reales, las explosiones, los disparos y el fuego estaban ahí, sin duda alguna un fantástico trabajo. Y ni qué decir del diseño de arte, los vestuarios, el maquillaje y, sobre todo, los escenarios creados o encontrados hacen de ‘1917’ una excepcional experiencia visual.
Por supuesto que se debe hablar de todo el trabajo que supuso sacar adelante un proyecto de este tamaño, pero yo siempre he sido partidario de que lo único importante en una película es el producto final sin importar si el trabajo que hay detrás fue mucho o poco, por lo que debo reconocer que todos estos esfuerzos valieron la pena porque ‘1917’ funciona a la perfección como trabajo final y visualmente es una brutalidad.
Con esta crítica queda claro que la nominación de ‘1917’ como mejor guion en los Oscar es una burla, pero que su triunfo en las categorías de dirección, fotografía y cualquier otra de carácter técnico es bien merecido. Pero ¿qué pasa con la categoría de mejor película? Tras su triunfo en los Golden Globes y principalmente en los Premios del Sindicato de Productores, este film se posicionó como el favorito para llevarse el premio más importante de la noche, y aunque la película es bastante buena existen en la competencia por lo menos un trio de películas con mayor calidad en cuanto a dirección e historia, entonces ¿Por qué ‘1917’ puede llevarse el Osar a mejor película? La respuesta es sencilla: voto preferencial.
Comencemos por entender que, a diferencia de otras ceremonias de premios como los Golden Globes o los Critics Choice donde el número de votantes ronda entre las 90 y 250 personas, La Academia cuenta con más de 8,000 miembros de todos colores y sabores, hay mujeres, hombres, gringos, latinos, europeos, afroamericanos, en pocas palabras es como una sesión de la ONU, además, todos son expertos en áreas diferentes, hay actores, directores y guionistas pero también hay maquillistas, peinadores o vestuaristas, por supuesto cada uno vota únicamente para elegir a los ganadores de sus respectivos gremios salvo la categoría de mejor película donde absolutamente todos votan por igual. Aquí nos encontramos con el primer problema, y es que una película como ‘The Irishman’ que dura casi cuatro horas no es fácil que sea del agrado de todo el público, o una película como ‘Parasite’ que está hablada en coreano, y si al mexicano promedio le cuesta ver películas subtituladas no se imaginan al norteamericano.
Por supuesto esto no sería un gran problema si se eligiera a la película más votada pero en la categoría más importante de los Oscar no gana precisamente la que tenga más votos sino la triunfadora de un sistema que ellos han titulado como “votación preferencial”, en él todos los académicos ordenan a las nominadas del 1 al, en este caso, 9, otorgándole el número 1 a su película favorita y el 9 para la que menos les haya gustado, una vez contados todos los votos si ninguna cinta consigue tener más del 50% de los votos totales, algo sumamente complicado tomando en cuenta que son muchas competidoras, la menos votada es eliminada y los votos que cada miembro le haya dado a dicha película se transfieren a la película que eligieron como la número 2, así sucesivamente hasta que una película logra sobrepasar la barrera del 50%. Es por esto que muchas veces el Oscar se lo llevan películas correctas, las que siguen una formula o que simplemente se pueden catalogar como buenas, a secas, para el público en general, en pocas palabras, el Oscar a mejor película no lo gana precisamente la mejor película del año sino la menos peor. Quizá este año ‘1917’ sea elegida como la opción número 1 por muy pocos votantes pero difícilmente saldrá de las 4 primera de todos los académicos por lo que la probabilidad de triunfo es bastante alta.
En conclusión, ‘1917’ es una película visual y técnicamente maravillosa, la técnica de fingir un solo plano secuencia no es gratuita y funciona a la perfección para la historia que se está contando, aunque no hubiera podido salir adelante sin un impecable trabajo del fotógrafo Roger Deakins y del director Sam Mendes. Los sonidos, los efectos y el diseño de arte sitúan al espectador dentro de las trincheras. Lamentablemente a los guionistas les falto apretar algunas tuercas en su historia para que esto se convirtiera en una de las grandes películas bélicas de todos los tiempos.
Calificación: 8/10
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