Por: David Cavazos (@DavidCav21)
Les digo de antemano, soy un gran fan de Seth Rogen, en todos sus estilos, Neighbors (2014), This is the End (2013), Sausage Party (2016), Long Shot (2019), entre otras. Sabía lo que quería ver, sabía qué esperar. Estamos ante la primera película original de la plataforma de HBO Max. Tuve la oportunidad (y la suerte) de ver la película de manera anticipada gracias a HBO Max y Warner Bros. , incluyendo una plática con Seth Rogen, su compañero productor Evan Goldberg, el guionista Simon Rich (autor del cuento “Sell Out” en el que se basa en esta historia) y el director Brandon Trost por lo que tiene sentido que algunas anécdotas que contaron en la realización de la película le impregnaron cierta magia a una historia tan curiosa. En las manos del director Brandon Trost, quien ya ha trabajado en varias películas de Rogen como director de fotografía, debuta en solitario como director en esta película originalmente producida por Sony Pictures, pero que Warner Bros. adquirió para su recién estrenada plataforma. La película en cuestión era una de las que más esperaba desde que se anunció hace un mes y vaya que ha sido un viaje… jugoso.
El cavador judío Herschel Greenbaum (Rogen) es alguien que la ha batallado, viviendo en un pueblito de Europa del Este en el año 1919. Pero también ha conseguido lo que soñaba, una bella esposa que lo quiere llamada Sarah y un mejor trabajo en una fábrica de pepinillos de Brooklyn buscando el sueño americano. Todo parecía ir bien, hasta que Herschel cae en un enorme contenedor de pepinillos en salmuera, quedando atrapado. El pobre Herschel, gracias a quedar muy bien conservado por la salmuera, despierta en Brooklyn del 2020. Dicho suceso mágico le pone la vida de cabeza. Su vida pasada, su esposa, todo lo que conocía, se ha ido. Lo único que le queda es su bisnieto llamado Ben (también interpretado por Rogen), un FreeLancer esmerado en crear su propia aplicación. El destino une a este dúo Greenbaum quienes, con la ayuda de los pepinillos, buscarán un solo objetivo: salir adelante.
Si la premisa ya era muy curiosa, la ejecución elevó la curiosidad a la milésima potencia. Tratándose de una película de Seth Rogen, es de las películas más ligeras de su fichaje, normalmente estamos acostumbrados a escenas sobre drogas y obscenidades como en Neighbors (2014) o This is the end (2013). Aquí varía mucho, desde la música (un hermoso trabajo de la compositora Nami Melumad con ayuda de Michael Giacchino) que le pone un poco de ternura a lo que en esencia es un cuento, desde la fotografía de John Guleserian y el tipo de humor, que guía más por lo satírico que por lo obsceno. Pero si eso no era suficiente, la película tiene su tono de ridiculez que plantea desde el mismo concepto de los pepinillos, pero en el tercer acto también ese tono, dentro de una mezcolanza entre el reflejo del mundo actual y un poco de drama. El suceso de Herschel al caer en ese contenedor y quedarse ahí un siglo es sólo un pretexto para mostrar una sólida historia sobre la familia.
Seth Rogen hizo un trabajo espectacular. Aunque bien que lo conocemos por su rostro, no vemos a Rogen por partida doble, vemos a Herschel con su inocencia al nuevo mundo y también vemos a Ben, alguien solitario que hace lo posible para sobresalir con su creación. Rogen captura y divide la personalidad de ambos para que no se sienta el mismo. La dinámica en sí no es como esperaba, pero es el detonante de momentos muy divertidos para Herschel y momentos emotivos para Ben, pues la película también carga con cierta emotividad que le ayuda a la película y el desarrollo de sus personajes pues casi toda la película el enfoque está en estos dos. En cuanto a la comedia, abarca más la sátira que las obscenidades, sus personajes hacen la película, son el alma de la historia y son el verdadero disfrute. Es algo muy distinto para ser una comedia de Seth Rogen.
Los primeros diez minutos son, fácilmente, lo mejor de la película. Con una esencia de relato o de cuento, acompañado por una estupenda fotografía y con una música hermosa que vas a estar tarareando por un rato. Se nota que su director, Brandon Trost, le ha puesto empeño al adaptar el cuento corto de Simon Rich para entregar una historia con identidad y estética, con momentos donde los personajes (sobre todo Herschel) te parecerán simpáticos y su visión del judaísmo podrá tocar las fibras de muchos. El único punto negativo de la película que ni siquiera me pareció molesto es que la película tiene un desbalance en el tono. Al ser de poca duración, la combinación de su comedia ligera, con tono algo infantil, el drama, la sátira social (como las redes sociales y la cultura de la cancelación), todo eso en una duración corta sí puede generar cierto desbalance que podría desconcertar a muchos en el tono. Es una mezcla de tonos que la hace única, sí, pero no todos disfrutarían completamente al hablar de tanto en poco tiempo.
An American Pickle tiene todo para ser de culto, debido a su rareza y a ser una película distinta a lo que el buen Seth Rogen hace. Con momentos de ternura, de emotividad, comedia sutil bien lograda y una producción de buena talla, la primera película original de la plataforma de HBO Max es un completo acierto al igual que el trabajo de Rogen en su actuación. Es un anti Jack & Jill (2011) es su máxima expresión. De mis películas favoritas en lo que va del año. Podrá no ser del agrado de todos, pero a mí me habló al corazón. Debo conseguir ese frasco de pepinillos especiales de Herschel porque tiene mucho jugo, al igual que esta película.
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