Por: David Cavazos (@DavidCav21)
El universo cinematográfico de Marvel ha dado comienzo a su “prometedora” fase cinco. A estas alturas, mi relación con este macro universo de películas de superhéroes se ha definido en la frase “te quiero, pero de lejitos”. Si bien le he perdido la pista a las series que Marvel ha sacado para Disney Plus por falta de interés, con las películas estoy al día. Las veo en los cines, para después nunca revisitarlas en un largo rato. Con el paso del tiempo, estas películas se han convertido más en una obligación para ver por diversas las razones. Su calidad ha decaído, principalmente en lo visual, así que esa idea de ver un espectáculo ha sido muy devaluada para la experiencia cinematográfica. Tal como lo habría dicho Martin Scorsese años atrás, estas películas son como un parque de diversiones, con el tiempo la diversión ha bajado. Para la prueba más reciente, el inicio de la fase cinco, la tercera entrega del hombre hormiga que ya pueden ver en cartelera, Ant-Man and the Wasp: Quantumania.
Scott Lang y su familia han estado muy tranquilos últimamente, sin nadie a quién derrotar, sin un mundo con la necesidad de salvar, solamente conviven tranquilamente, aunque esté teniendo sus roces con su hija Cassie, ahora joven adulta. Pero la tranquilidad se acabará de inmediato cuando Scott, Hope y el resto de los Pym sean abducidos por un aparato que los lleva al Reino Cuántico. Pronto descubrirán que esto no es una casualidad, pues todo se trata de un plan de Kang El Conquistador, quien se encuentra refugiado en dicho reino y tratará de salir de ahí con la intención de dominar todas la realidades posibles. Nuevamente dirigida por Peyton Reed. quien se encargó de toda la trilogía de Ant-Man y con la presentación en cines del máximo villano de estas dos fases (ya conocimos a Kang en la serie de Loki), Ant-Man and the Wasp: Quantumania inicia la fase cinco como una de las peores películas del universo cinematográfico de Marvel.
He de dejar en claro que mis expectativas hacia la película eran muy bajas desde su anuncio. La primera Ant-Man (2015) resultó ser una de las mejores de este universo y muy funcional en la comedia, Ant-Man and the Wasp (2018) goza de momentos divertidos, pero con una villana y trama muy olvidables. Quantumania representa para mí otra película deficiente con el MCU. Ya ha habido algunas películas anteriores en las que lo dejé pasar, pero aquí sentí la gran fatiga que muchos han sentido. La película será entretenida por el lado de la comedia, con lo cual sale ganando, pero tiene muy pocos momentos divertidos, en especial con los chistes subidos de tono. La cinta empieza con nada y termina con nada, aunque no es de sorprenderse pues todo este universo se ha conformado de esta manera, esta película es solamente un avance para las que siguen, el equivalente al “Hoy no fío, mañana sí”. Solamente viven de dos escenas post-créditos que los fanáticos disfrutarán más, pero al público casual le importarán muy poco. Este universo, a lo largo de los años, se ha convertido en un nicho muy grande en los medios, pero muy pequeño para el disfrute colectivo.
En Quantumania no hay historia. En los primeros minutos intentan establecer tramas que no funcionan, no despegan, no cierran ni se desarrollan. Solamente vemos las cosas pasar porque simplemente deben pasar. El elenco de esta película intenta rescatar lo pobre de su guion y lo hace a medias. Paul Rudd sigue demostrando y desbordando todo el carisma, parte de la comedia que hay funciona gracias a él, su química con Evangeline Lilly es muy palpable, aunque en esta película, para ser los protagonistas, tienen poco o nada qué hacer. Kathryn Newton como Cassie es un caso perdido, no conectas con ella y la actuación no ayuda en lo absoluto. En un intento para ser un personaje que conecte con los jóvenes, se convierte en alguien molesto. Michelle Pfeiffer y Michael Douglas hacen lo que pueden, Bill Murray aparece y desaparece. Pero aquí la verdadera estrella termina siendo Jonathan Majors como Kang El Conquistador.
Majors ha probado en muchas ocasiones lo buen actor que es. Como lo hemos visto en Loki, es una clara promesa para la fase cinco y seis de este extenso universo, pero el tratamiento que le dan a su personaje aquí pareciera ser el de Loki en la primera película de Thor, muy berrinchudo, sin motivaciones tan profundas, solamente alguien que cree ser Dios y quiere jugar a serlo. Para ser la máxima presentación, la película no trabaja al máximo con él. También tenemos a una nueva presencia salida de los cómics: M.O.D.O.C.K. Aunque ya sabía de la llegada de este personaje a este universo, la forma en la que lo manejaron me sorprendió… para mal. Un personaje muy desperdiciado, reducido a un chiste que a veces funciona y que visualmente es horripilante.
Y hablando de lo visual, ya es bien sabido que las últimas películas de este universo son muy deficientes en los efectos visuales. Pero el caso de Ant-Man and the Wasp: Quantumania rebasa las fronteras de lo invisible. Todo lo que tenga que ver con el Reino Cuántico a nivel visual se ve feo, no necesariamente por los diseños (sin alma, por cierto), sino porque la película se ve muy oscura, las escenas de acción con los poderes del Hombre Hormiga y la Avispa no se aprecian en lo absoluto. Es muy difícil ver qué está pasando porque entre la iluminación y la saturación de CGI se convierte en algo muy nauseabundo. Junto con Thor: Love and Thunder, Quantumania es una de las peores películas de este universo a nivel visual. Si por algo funcionó la primera de Ant Man es por esa simpleza entre sus poderes, una historia de robos y una reconexión de padre e hija que se disfrutaba a nivel visual. Con esta tercera parte, en su necesidad de ser tan grande y que repunte en este universo, la película grita la falsedad en todos lados. De hecho, creo que esta aventura sería más interesante para cualquier otro vengador en lugar de Ant-Man, él se siente muy irrelevante para su propia película, a él le quedan más las películas “aterrizadas”.
Ant-Man and the Wasp: Quantumania es mi punto de quiebre para este universo que se está desgastando más y más dentro del mundo del entretenimiento. Sin historia, sin alma y sin nada qué apreciar y con poca esencia del espectáculo, la tercera aventura del Hombre Hormiga es un pequeño gran caos de proporciones cuánticas.
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