Wes Anderson regresa a los cines con su anticipada Asteroid City. Su película anterior, The French Dispatch, no fue enteramente del encanto de su servidor en cuestión de historia y personajes, pero esta vez nos remontamos al contexto americano y nos inundadamos entre la comedia y la ciencia ficción al más clásico estilo del director texano. Una vez más respaldada por un elenco de lujo, un apartado visual único y una forma extravagante de contar historias, Anderson pone una de sus propuestas más sobrecargadas en cualquier apartado para remontarnos a un lugar único.
Situada en el año 1955, nos ambientamos en el pequeño pueblo de Asteroid City, donde se lleva a cabo una convención de niños genios expertos en astronomía. El nombre del pueblo hace referencia a un asteroide que cayó ahí y se encuentra enjaulado como atractivo turístico. El enfoque de esta historia es el fotógrafo Augie Steenback y sus hijos (uno de ellos siendo participante de la convención). Las cosas empiezan a salir mal cuando un alien se roba el asteroide, provocando que los visitantes del pueblo y los residentes se queden varados en cuarentena, intentando no volverse locos. Eso es lo que vemos en los avances, pero la película toma un rumbo distinto que, en un principio, me terminó afectando.
En primeras instancias, me sentí muy dividido con esta película en cuestión de forma y fondo, porque en el apartado visual ya sabemos qué encontrar. Fue una batalla apreciar todo lo que veía en esta película. Desde lo ya conocido como su simetría y la enorme paleta de colores pastel que deslumbran en todo momento, así como este pequeño pueblito que posee mucha atención al detalle. Pero lo que realmente se valora en el apartado visual es la múltiple combinación de técnicas que hay en pantalla. Existe un equilibrio perfecto entre los elementos live action, los de stop motion de fondo y la animación que se combinan sabiamente, siendo Asteroid City una de las películas más complejas a nivel visual del director texano.
En cuanto a historia, pasamos por los mismos tópicos que Anderson ha presentado en todas sus películas, las extrañas dinámicas familiares, la insuficiencia de una figura paternal (esta va desde el personaje de Woodrow hacia Augie y éste último con su yerno), los extraños amores que salen de la nada y, al mismo tiempo, de la conversación, como Augie y Midge en sus encuentros entre departamentos. Todos estos temas recorridos a través de sus múltiples guiones se ven en Asteroid City, pero aquí se trata de jugar más con la comedia (encantador el personaje de Steve Carrell como dueño de un hotel o del temperamental personaje de Liev Schriber), aunque los habitantes de este pueblo no gozan de toda una personalidad entrañable, se rodea del excéntrico y a veces turbio humor de Anderson, pero llevado a un punto mucho mayor.
Todo lo involucrado con este pueblo, sus protagonistas y la extravagancia de estos eventos funciona perfectamente y uno desea ver más de estos elementos que no están nada lejos de parecerse a esos momentos en los que estuvimos encerrados en pandemia, pero aquí ese encerramiento es psicológico, tomado de la manera más ágil por su director. Pero la película se tropieza en su infinidad de segmentarse, como también en abordar una segunda historia en la que Anderson hace un entero homenaje al teatro. Aunque para muchos fanáticos del director esto se puede apreciar, este elemento meta referencial resulta estorboso para la dinámica que ya se estaba armando dentro de esta historia de ciencia ficción y cómo unifica a todos.
Es placentero ver cómo los actores habituales de las películas de Anderson están aquí. Se destaca a Jason Schwarztman como Augie, Scarlett Johanson como una actriz venida a menos, Jeffrey Wright como un general exaltado, Margot Robbie en una pequeña aparición y Tilda Swinton como una científica. Pero también se deja esta sensación de que para la cantidad de tiempo que se tiene, cualquier actor sin renombre podría haberlos interpretado y no pasaba nada, te deja con ganas de más en múltiples momentos. Por estos elementos desconfié al principio de la película, casi con un nivel de decepción por cómo se manejó la trama. La historia de fondo, prácticamente un intermedio, de la creación de la obra de teatro con el mismo nombre de la película deambula entre la carencia de impacto en lo que un espectador pueda sentir con la película, a comparación de la historia principal.
Asteroid City es una muestra más de la libertad creativa que posee Anderson sin necesidad de que alguien más le siga el hilo. Es una gozada en los terrenos ya controlados como el visual, una agilidad muy certera en su comedia con un elenco donde unos brillan más que otros. Pero en cuestiones narrativas, pesa su dinámica de dos historias que chocan en su ritmo. En un esfuerzo loable por homenajear sus gustos, Anderson sobrecarga su película de actos que no todos trascienden y entrega una de sus películas más suyas en cuanto a historia, eso se valora, a pesar de que este asteroide no se estrella en la excelencia.
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