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Bad Luck Banging or Loony Porn: De superioridad moral y podredumbre.

  • Foto del escritor: Ale Vega
    Ale Vega
  • 21 nov 2022
  • 3 Min. de lectura

Por: Alejandra Vega (@PATHGRETEL)

 

Se apagan las luces, comienza la proyección, la película inicia. Lo primero que se exhibe ante los ojos del público es una escena sexual explícita, en la que una pareja está cumpliendo algunas fantasías mientras hace tomas frontales de la acción con torpeza amateur y una cámara que parece ser casera, o de celular. La censura no existe, por lo que observamos distintas partes corporales, la actividad de las mismas y toda la diversión que causan, en un periodo no mayor a tres minutos.


Así comienza ‘Bad Luck Banging or Loony Porn’, el largometraje más reciente del director bucarestino Radu Jude. Como el nombre lo indica, estamos ante circunstancias que bien podrían provenir de la industria pornográfica, aunque la situación en las que se captan están sumamente alejadas de eso: Quien protagoniza es Emi Cilibiu (Katia Pascariu), una profesora de historia, que en la cinta se encuentra intimando con su marido. Los problemas para Emi comienzan cuando esta grabación se filtra y llega a oídos - y vista - de los padres de sus alumnos. Éstos, escandalizados con su conducta, la someterán a un escrutinio para decidir si debe seguir laborando en la prestigiada institución.

 

Por supuesto que, a botepronto, el comienzo de ‘Bad Luck Banging or Loony Porn’ puede parecer un intento de provocación o, como mínimo, un deseo de incomodar. Sin embargo, basta con recordar la filmografía de Radu Jude para comprender que esa vía nunca ha sido de su interés. Lo que realmente busca es presentar al espectador lo mismo que vieron esos jefes de familia, para que éste entienda el panorama completo y se forme una opinión propia del mismo. Es necesario que esto suceda porque, eventualmente, seremos testigos del enjuiciamiento de Emi y los distintos argumentos con los que será reñida.

 

Afortunadamente, Jude no sólo nos muestra lo concerniente a la maestra, también se encarga de llevarnos de paseo por la ciudad, y es en este trayecto que vamos descifrando los elementos que conforman la idiosincrasia rumana.  El cineasta nos enseña, a través de vistazos e interacciones, a una sociedad nacionalista, sexista y consumista, que expone cuerpos en anuncios, maniquíes y esculturas por igual, y lenguaje soez ante la menor confrontación. En su comportamiento, cotidianamente burdo, cuestionamos cuán válido es juzgar a una persona con base en nuestros quehaceres y decisiones. ¿Cómo es que hemos decidido que somos mejores que ella?

 

Porque es en el segundo acto de ‘Bad Luck Banging or Loony Porn’ donde viene el golpe efectivamente asestado por el realizador: un compendio de palabras (al estilo de The Devil’s Dictionary de Ambrose Bierce, o The Dictionary of Received Ideas, de Gustave Falubert) que definen a su nación, y cuyos ejemplos van desde los chistes misóginos y bailes folclóricos con sana distancia, hasta la dictadura de Nicolae Ceaușescu y sus repercusiones. Si al principio nos encontrábamos cautivados por el morbo del contexto, en este episodio somos sencillamente incapaces de apartar la mirada: conforme pasa cada palabra, cae en la conciencia todo lo erróneo y desagradable del ser humano, sin importar si éste es proveniente de Rumania o no. La cantidad de descripciones que podemos identificar dentro de nuestro territorio es espeluznante y desesperanzadora.

 

Estrenada en el festival de cine de Berlín del 2021, en donde además de hizo acreedora al Oso de Oro, ‘Bad Luck Banging or Loony Porn’ es la narración de una mujer atacada por llevar a cabo una actividad común y consensuada, bajo la hipócrita percepción de la superioridad moral y las reglas arcaicas. Pero, por encima de esto, es la examinación cruda y aguda del desarrollo histórico de un país, que se ha enturbiado por su religiosidad, su machismo y su carácter bélico. Radu Jude nos exige que, antes de caer en la simpleza de criticar eventos nimios, volteemos hacia nosotros y evaluemos de dónde viene este ejercicio de prepotencia... Porque muy seguramente nace de la podredumbre interna.

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