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Foto del escritorDavid Cavazos

Beau is Afraid: Un surrealista exceso de ambiciones

Por: David Cavazos (@DavidCav21)


A través de la más reciente propuesta de Ari Aster, que nos llega a cartelera bajo el nombre de Beau Is Afraid (anteriormente llamada Disappointment Blvd.) surge la siguiente pregunta digna de debatir: ¿un director debe tener la libertad creativa hacia su obra o puede ser revisado y limitado para un mejor resultado? A través del enorme éxito de Hereditary, mismo que repetiría con Midsommar, A24 le dio el poder absoluto a Aster para realizar la obra de sus sueños, una adaptación de su cortometraje de siete minutos titulado Beau. Con $35 MDD para su presupuesto y supuesto control total de su obra, Aster iba a hacer de Disappointment Blvd. su obra más ambiciosa, además de la película más cara del estudio ahora major. Pero luego vendrían los problemas, la película optaba por durar cuatro horas, A24 no estaba tan de acuerdo con ello y decidió reducirla a tres, le cambian el nombre a Beau Is Afraid teniendo a Joaquín Phoenix de protagonista y el resto es historia.



La historia es simple si quieres resumir tres horas en un par de renglones: este es el viaje de Beau en su aventura personal, detonando en la muerte de su madre, donde experimentará un montón de eventos que no sabrá si son reales o no, pero lo que sí sabe es que estarán por cambiarle la vida unos 180 grados. La película carga con mucha división entre su audiencia, los fanáticos del director, los fans de A24 y los espectadores casuales que vieron cierta curiosidad en ella. Con ese precedente, puedo decir que Disappointment Blvd. es un mejor título, pues define el resultado final de la película.


Para Ari Aster, Beau is Afraid es como su hijo mayor, el mayor de sus orgullos y por ello quiere que todo lo haga dentro de la película se vea en pantalla, sin importar qué ni cómo. Pero el problema de esta cinta es que no sabe cuando detenerse, cada momento de esta película empieza a tener una relevancia y un mensaje contundente, pero la extensión de estos momentos diluye su mensaje, se vuelve reiterativo, para después convertirse en ese famoso meme de Los Simpson que dice: “Sí, sí, ya te vimos”. Era ya dudoso transformar siete minutos en tres horas, pues hay muchos temas que la película toca y que llegaron a funcionar al principio, como la agorafobia o lo bizarra y descarada que es la sociedad norteamericana, además de las ya conocidas mommy issues que se han vuelto algo característico en las películas de A24, aunado a la serie de fantasías animadas con las pesadillas más oscuras que servirían como el deleite visual, pero no hay un impacto en ninguno de estos momentos, cada uno de ellos se sienten efímeros en la mente, olvidables para el visionado y con un discurso incompleto.

Lamentablemente me recordó mucho a Babylon de Damien Chazelle, además de ser la película más débil de sus respectivos directores, la película presenta un exceso de ambición, dedicadas solamente a impresionar al espectador en cuán locos e irreverentes pueden ser, pero sin un discurso funcional, sin algo que te haga decir que te dio gusto ver estas obras. Se enfocan en ser emocionalmente disruptivas pero irracionalmente huecas en su fondo. Y eso es una pena porque Aster ha probado, dentro del terror elevado, que el mayor terror puede ser la gente, ya sea la más cercana o la más lejana, pero aquí quiso apostar más por explorar la psique de su personaje más relevante. Hay una gran actuación por parte de Joaquín Phoenix, eso ya lo sabemos y esperábamos que pasara, pero su aventura no está a la altura de este personaje y es la historia con su madre la que más resuena, la que más llega a funcionar dentro de esta barbarie de tres horas. Al igual que Babylon, solamente una hora de las tres que dura funciona y esa es la primera, al establecer todo es la que más reluce, pero la segunda se destruye en medio de las obviedades y el surrealismo barato, mientras que la tercera quiere rescatar las cosas, pero para ese entonces ya hay un evidente hartazgo. Lo curioso es que esto sí parece que iba a durar cuatro horas y el corte que vemos en cines hace evidente que aquí faltaba algo en una escena u otra.



Desde el término más comercial, Beau is Afraid es un espectáculo bonito y alocado, desde el término más profundo, es exceso de intenciones. Ari Aster presenta su trabajo más divisivo en el que comprueba que a veces la ambición puede matar una obra poco a poco gracias a una clara falta de autocontrol. Tal vez Beau tiene miedo, pero nosotros también deberíamos tener miedo de lo que Aster pueda hacer con sus futuros proyectos.

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