Por: David Cavazos (@DavidCav21)
A pesar de no haberlas visto en mi niñez, Bill & Ted’s Excellent Adventure (1989) y Bill & Ted’s Bogus Journey (1991), antecesoras de la película en cuestión, me han conquistado en los últimos años por su estilo, sus personajes y su concepto de viajes en el tiempo, incluso viajes a otras dimensiones. Es por ello que esta tercera parte, que llega a los cines y para renta digital al mismo tiempo, es una de las producciones más esperadas de un servidor, al menos una de las que sí pudo estrenarse este año. El desafío era grande, cerrar una trilogía inundada por la nostalgia de los que crecieron en los años 80’s y 90’s. La saga que le dio la fama a Keanu Reeves y Alex Winter ha sido de las más populares en el cine en cuanto a cultura pop se refiere: cine, series animadas, videojuegos y más. Ahora en medio de una pandemia, el más querido par de idiotas del cine está de regreso para salvar la realidad tal como la conocemos.
Bill S. Preston Esquire (Alex Winter) y Ted “Theodore” Logan (Keanu Reeves), aquellos idiotas que amamos, han crecido. Su sueño de ser estrellas de rock como el grupo Wild Stallyns se ha visto con muchos tropiezos. Durante más de 25 años, han intentado completar la misión de crear la canción que uniría a la humanidad en armonía, siendo excelentes con el prójimo. Pero, ahora siendo adultos, nunca lo han logrado. Cuando la realidad tal como la conocemos se encuentra en peligro, Bill y Ted tendrán 77 minutos para crear y tocar la canción que salvaría su mundo y el de todos. Con la ayuda de sus hijas Billie y Thea, además de ciertos personajes históricos, el dúo se las arreglará para salvar al mundo, pero también su matrimonio, porque pues… ya son adultos… y tienen problemas de adultos.
El temor de ver de regreso a este par radicaba en cómo iban a actuar ahora estando creciditos. En manos erróneas, podría haber salido bastante mal. Pero el regreso de los guionistas originales Ed Solomon y Chris Matheson a la producción fue una decisión bastante acertada que cuyo resultado se muestra en los mismos personajes. No importa cuántos años tengan, Bill y Ted siguen teniendo el mismo encanto porque la química de Keanu Reeves y Alex Winter está intacta. Su latente conexión sigue siendo tan fuerte que es parte del corazón de esta película. Los dos están geniales, mi mayor meido era Keanu Reeves pues en los trailers lo veía más serio, no me soprendería después de ser el asesino más popular de la década, John Wick, pero Reeves sigue dando el toque cómico. Si tendría que ponerlo de alguna forma, Bill & Ted: Face the Music está a la altura de su primera película, pero la supera en corazón. Es muy agradable ver a este par de idiotas de vuelta y lo hacen con un estupendo regreso con la esencia de siempre. En las manos del director Dean Parisot, la ejecución de su esencia, va perfecto con lo que la saga estaba estableciendo.
Pero también tenemos nuevas adiciones. A la ecuación se les une Samara Weaving (de Ready or Not y Guns Akimbo) como Thea, la hija de Bill y Bridgette Lundy-Paine (de Atypical) como Billie, la hija de Ted. Ambas tienen sus momentos, ambas son geniales, pero el caso de Lundy-Paine es particular porque su interpretación opaca a Weaving ¡y con justa razón! Tiene todo el toque de su padre, desde los movimientos hasta su manera de hablar. Weaving no está nada mal, al contrario, es casi igual a su padre. Pero, en manera de actuación Lundy-Paine le gana por un pelo, bien hecho pues se merece más proyectos en cine. William Sadler regresa como La Muerte, sin perder su estilo. Kid Cudi aparece en pantalla para brindar diálogos sobre paradojas temporales y tendremos varios personajes históricos, en esta ocasión, de la música. No olvidemos que esto es una película de Bill & Ted.
Algo que se merece los elogios en esta película es cómo aprovechan su bajo presupuesto para exprimirlo en cada apartado posible. La primer película costó aproximadamente 6 MDD, aprovecharon todo ello en CGI, claro que se veía raro pero eso a la película no le importaba. La segunda película, con 20 MDD de presupuesto, aprovechó todo en escenarios, CGI, maquillaje estupendo y vestuarios. Pero esta tercera película, con 25 MDD de presupuesto, aprovechó aún más sus recursos en vestuario, CGI (que no es muy bueno, pero eso no impide a la película usarlo sin problema) y, definitivamente su mejor apartado, el maquillaje. Las diferentes versiones de Bill y Ted y su nuevo “villano” se ven espectaculares, hay un excelente trabajo de maquillaje que expandió los límites de su cretividad y es un recurso que han sabido aprovechar muy bien con el paso de las películas.
¿Por qué digo que Bill & Ted: Face the Music supera a sus antecesoras? Hay varios motivos, el primero es que sabe usar la nostalgia de manera inteligente, sin ser invasiva. Pero también una razón más importante, esta tercera película le inyecta algo que las anteriores no habían tenido de manera tan marcada: humanidad y emotividad. Por más idiotas que sean nuestros protagonistas, no hay que olvidar que Bill y Ted son adultos, por lo que sus problemas personales también son una prioridad. No olvidemos que ambos están casados con unas princesas de Ingletarra del siglo XV, tantos años de estar juntos e intentar cumplir sus sueños los han llevado a un punto donde ya no saben qué es lo mejor para ellas. Ese tipo de problemas les inyecta un sentido de madurez a Bill y Ted porque de qué sirve salvar toda una realidad, cuando su propia realidad podría acabar mal. En cuanto a emotividad, hay una escena que se desarrolla en un hospital. Probablemente, la escena más emotiva de toda la trilogía, inyectandole emociones que la saga no había experimentado antes. Podrá ser una avalancha de encantadoras estupideces, pero se nota que hicieron esta tercera entrega con respeto y cariño a los personajes y su concepto.
Obviamente, es una película de Bill y Ted, no es El Padrino, por lo que sería extremadamente ridículo buscarle lógica a esta trilogía. ¿Es una película tonta? ¡Claro que sí! Pero es el encanto y el cariño que le tenemos a los personajes lo que domina a esta producción y, para ser un regreso, han superado la meta enormemente. No esperes una obra compleja, sino una comedia de viajes en el tiempo. Con ese concepto, la película es todo lo que yo quería que fuera, un gran regreso con un uso inteligente de sus personajes, una película muy dulce y optimista que es sumamente necesaria para estos tiempos complicados, un rato de diversión. Si tendría que poner algo como negativo es Kristen Schaal como Kelly, la hija de Rufus. Lamentablemente, George Carlin falleció hace varios años por lo que aquí le rindieron homenaje con un holograma, pero Schaal está muy lejos de lo que Carlin marcó como icónico. Es un personaje que no aparece tanto, pero en un momento tan icónico como lo es la visita de Bill y Ted con la cabina, la actuación de Schaal se queda corta, como lo es el caso de Jayma Mays y Erinn Hayes, esposas de Bill y Ted respectivamente. Como no son las actrices originales, sí se nota que la química entre ellas y sus respectivos esposos es plana. De igual forma, no aparecen tanto, pero su presencia también se queda muy corta para ser un re-cast.
Bill & Ted: Face the Music es un muy lindo regreso de nuestros personajes favoritos para recordarnos que, en estos tiempos difíciles, hay que ser excelentes los unos con los otros. Si esto es el cierre de una trilogía, han cerrado con una nota muy alta. Divertida, con más humanidad, con recursos técnicos bien aprovechados y una gran química entre Reeves y Winter, el regreso de los Wild Stallyns es digno de la excelencia. Una película necesaria para hacerte sentir bien, una feel good movie en toda regla. Un regreso estupendamente ejecutado y estúpidamente encantador. Party on, dudes!
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