Por: Ale Vega (@PATHGRETEL)
La emperatriz Elisabeth goza de una popularidad como pocas figuras dentro de la realeza la tienen. No es gratuito ver su rostro frecuentemente impreso en souvenirs provenientes de Austria, ni que su historia de vida haya sido plasmada en obras de teatro, televisión y hasta cómics. Este perenne interés por su ser pudiera venir de su afamada y bella apariencia, aunque los hechos constatan que eso no lo era todo: En Elisabeth había un fuego interno identificable, que se acentuó conforme su reinado y edad avanzaban.
La directora vienesa Marie Kreutzer vuelve a poner en la mira a este ícono con su cinta más reciente, titulada ‘Corsage: La Emperatriz Rebelde’. Instalada en el siglo XIX, nos cuenta de la etapa en la que dicha emperatriz (interpretada por Vicky Kierps) está cercana a cumplir los 40 años, y la situación que vivía dentro de su matrimonio con el emperador Franz Joseph I (Florian Teichmeister), además de su desempeño como madre de un joven y una niña. Añorando una existencia distinta y protestando constantemente ante las expectativas respectivas de su nombramiento, Elisabeth buscará la manera de darle vuelta a su desesperante entorno.
Si bien ‘Corsage’ diera la impresión de ser una biopic o un drama de época, su desarrollo se aleja de ambos conceptos para proporcionarnos una trama que se siente casi atemporal, precisamente porque los agobios de la protagonista son similares a los que varias mujeres viven todavía hoy en día. Sisi (como era llamada de forma cariñosa) era consciente de la importancia que la gente que la rodeaba le daba a su aspecto, particularmente a su peso. Fue así como se volvieron primordiales en su rutina los vestidos de lujo, su interminable pelo en un nido trenzado y, por supuesto, los corpiños cerrados lo más ceñido posible. Sabiendo que su cintura era motivo de escrutinio, se sometió a dietas extremas en las que sólo se permitían rodajas de toronja, y eran impensables los postres, excesos o vicios. Cualquier parecido con la actualidad no es mera coincidencia.
Para lograr que ‘Corsage’ se centre de manera acertada en éste, su principal mensaje, Kreutzer utiliza el enorme talento de la actriz luxemburguesa Vicky Krieps. Reconocida por películas como ‘Hold Me Tight’, ‘Bergman Island’ o ‘Phantom Thread’, Krieps vuelve a regalar una actuación digna de recordar, ya que su presencia soporta el largometraje y llena la pantalla. La fuerza de su fisonomía y sus gestos son ideales para representar a una dama que tiene que tomar decisiones difíciles, que no se arredra ante un esposo autoritario o el hijo que la regaña, y que posee la astucia para encontrar tácticas de alejamiento, o, por lo menos, para sentirse menos abrumada. De igual forma, los momentos de vulnerabilidad de la soberana son disfrutables, y no se necesitan grandes diálogos para empatizar con su sensibilidad o melancolía.
Estrenada en el Festival de Cine de Cannes del 2022 – en donde Krieps se hizo acreedora a un premio por su personaje -, ‘Corsage’ utiliza a la perfección su nombre para hablarnos de opresión, y de cómo las cárceles no siempre son visibles ni fáciles de destruir. La mitificación de Elisabeth, con los muchos problemas que se esforzó por sobrepasar, sirve como un recordatorio de que lo más significativo para un individuo debe ser su bienestar y su paz. En una sociedad que siempre ha deseado limitar a sus integrantes, es necesaria la insubordinación y el cuestionamiento, tanto como nos sea viable practicar ambos. A fin de cuentas, cuando el mundo cree que estás acabada, es la oportunidad idónea para iniciar la rebelión.
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