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Foto del escritorAle Vega

Crimes of the Future: Una distopía a la vuelta de la esquina

Por: Ale Vega (@PATHGRETEL)

 

Cuando se habla de David Cronenberg se evoca, de manera casi inevitable, lo relacionado con el body horror, aquel fantástico subgénero del horror que fascina al público gracias a su forma de utilizar al desagrado como su ingrediente principal. Aunque no toda su filmografía se basa en esta visualización, es a través de ella que se ha quedado impregnada su dirección, y ha sido gracias a esto que películas de su autoría como ‘The Fly’ (1986), ‘Naked Lunch’ (1991) y ‘eXistenZ’ (1999) son todavía referentes para quienes hablan de su trabajo y la originalidad del mismo.

 


Sin embargo, aunque pareciera lo contrario, es un hecho que Cronenberg no prioriza la reacción de la audiencia a sus filmes. Para él, más allá de la repulsión o el agrado que provoque, está el interés genuino de presentar al cuerpo humano como lo que es: un artefacto con necesidades básicas, primitivas y esenciales.  Esa es una de las razones por las que hoy vuelve a las pantallas para presentar un desarrollo que comenzó por allá del 2003 y que se vio truncado, incluso siendo relegado en el olvido por el propio cineasta. Para fortuna de nosotros, la oferta de una plataforma de streaming por presentar el proyecto en formato de serie – que al final no cuajó - lo regresó a la vida, y es así como ahora podemos disfrutar de ‘Crimes Of the Future’.

 

Esta cinta, homónima a la que fue realizada por Cronenberg en 1970 pero que no es ni su remake ni su secuela, nos trae como protagonistas a Saul Tenser (Viggo Mortensen) y a Caprice (Léa Seydoux), una pareja de artistas que ejecutan cirugías en vivo a manera de performance: Él tiene la peculiar característica de producir nuevos órganos dentro de sí, y ella es la encargada de observarlos, tatuarlos y manipularlos. El éxito de este par llama la atención del National Organ Registry, que está liderado por el entusiasta Wippet (Don McKellar) y la nerviosa Timlin (Kristen Stewart). Mientras esto sucede, hay un fenómeno inexplicable presentándose en un niño. Su padre (Scott Speedman), un prófugo subversivo, pretenderá demostrar evolución mostrando el organismo del pequeño. Serán estos personajes los que buscarán discernir entre la moral y lo correcto, o dejarse llevar por los intereses individuales y el deseo.

 


‘Crimes Of the Future’ es el fruto de la exploración del director acerca de lo que ya se puede apreciar en el presente: las múltiples vistas que tienen los videos de cirugías en YouTube, los microplásticos que ingerimos sin saberlo en el alimento diario, las grabaciones de iPhone que tienen el punto de vista de un anillo con cámara, y la modificación corporal como la joyería microdermal o los implantes subdermales. Si bien las consecuencias de estos ejemplos (aún) no son fatídicas como tal, la película sí busca que nos cuestionemos como sociedad qué es lo que hemos permitido que inunde nuestro ambiente y hasta qué punto la tecnología se ha vuelto invasiva y desproporcionada, además de poner en nuestra imaginación el supuesto de perder la sensación de dolor y las enfermedades infecciosas, ¿cuánto impacto negativo tendrían estas presuntas ventajas?

 

Cronenberg aborda este panorama futurista sin intentar darnos demasiadas explicaciones, pero tampoco las requerimos: los sitios que observamos, a pesar de poseer varios aparatos tecnológicos, están descarapelados y oxidados, y al mar que los rodea le sobran desechos. Como a sus habitantes poco o nada les hace daño, la estética y el bienestar se han vuelto obsoletos. Entre barcos abandonados y edificaciones derruidas, una de las actividades primarias se ha vuelto un tormento: la comida y su digestión requieren de ayudas externas para que todo funcione con relativa normalidad. Las personas parecen estar a la deriva, y encuentran consuelo y nuevas sensaciones en lo único que auténticamente les pertenece: los cuerpos de cada uno, su carne y las alteraciones en ella provocan un placer de tal intensidad que pareciera estar sustituyendo al sexo. Si bien una premisa con esta densidad podría ser categorizada como “exploitation film”, la realidad es que la hechura de ‘Crimes Of the Future’ emana elegancia y sensualidad, a las que nos rendimos poco a poco conforme la cinta nos perturba menos y nos provoca más.



Estrenada en el Festival de Cine de Cannes del 2022, donde compitió por la Palma de Oro, ‘Crimes Of the Future’ es una llamada de atención a los efectos de la contaminación y el cambio climático, un cuestionamiento ante las variopintas e inesperadas necesidades humanas, y el regreso de un director que no sólo es ícono, también es inspiración de nuevos cineastas que están encumbrándose – como el heredero Brandon Cronenberg o la multipremiada Julia Ducornau -. David Cronenberg, a sus 79 años y con una trayectoria que ha sido censurada, desmenuzada y alabada, viene a recordarnos que el cuerpo es nuestro espacio y destino, por lo que debe tratarse como altar. La apropiación del mismo es urgente, y, en una época en la que el conservadurismo pretende imponerse, su defensa se ha vuelto la forma de rebeldía más efectiva.

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