Por: David Cavazos (@DavidCav21)
Los live action de Disney siguen a la orden del día, y así como tuvimos la historia de origen de Maléfica en su respectiva película del 2014, ahora tenemos la llegada de una de las villanas más icónicas de Disney en la interpretación de una de las actrices más queridas de Hollywood. Cruella ha llegado y en la piel de la ganadora del Oscar, Emma Stone.
Estrenada en cines y al mismo tiempo en Disney Plus con costo adicional, la cinta llega a plantear la historia de origen de la villana que vimos por primera vez en 1961 en La Noche de las Narices Frías (101 Dálmatas) y que Glenn Close (productora de esta película) diera vida en la adaptación live action del mismo nombre de 1996 que dirigió Stephen Herek y la secuela 102 Dálmatas del año 2000 del director Kevin Lima. La actual es una historia de origen que no solamente respeta su fuente original, sino que trata esos elementos como piezas pequeñas para la propia historia que quieren contar.
Antes de Cruella, era Estella, una joven que fue marcada por un trágico pasado y que el destino la juntó con Horacio y Gaspar para formar una pandilla de ladrones que recorren Londres en plenos años 70. Pero el sentido de la moda y las personas a las que Estella se tiene que enfrentar la llevarán a explotar el lado más cínico y loco que ha tenido desde pequeña para convertirse en la cruel, única e inigualable Cruella de Vil.
Con la dirección de Craig Gillespie (responsable de la grandiosa I, Tonya y el remake de Noche de Miedo), Cruella no solamente me gustó mucho más de lo que esperaba, sino que resulta ser más memorable y salir mejor parada que las anteriores adaptaciones live action de esta ya conocida historia de los dálmatas, incluso puede coronarse como una de las mejores adaptaciones live action de Disney.
Claro que no es oscura, tampoco es tan profunda y hay situaciones que van a arquear tus cejas, tampoco es tan salvaje como lo que la película animada proponía, pero esta historia de origen está plagada de estilo y tiene el honor de que Emma Stone sea el corazón de su historia. En manos de cualquier otro director y otra protagonista, era muy poco probable que esto hubiera funcionado, pero Gillespie pone la energía y forma de filmar de I, Tonya pero con el presupuesto de Disney.
También se tiene que destacar el porte y la presencia de Emma Stone, quien desde el primer minuto en pantalla te tiene conquistado, quizá su acento británico no sea el mejor, pero tiene esa presencia de una persona cínica, más no salvaje, de esta villana que nos da esa cierta esencia de malicia que poco a poco va aumentado porque no tiene que salvar al mundo, como sucedió con Maléfica, sino salvarse a sí misma. Stone es fácilmente de lo mejor de la película y el empuje para ver esta película si no te llamaba la atención.
Cruella tiene los clásicos conceptos de Disney, la falta de un padre, una pérdida al principio de la historia, pero con la combinación de El Diablo Viste a la Moda (2006) con cierta esencia de Joker (2019) en ese cinismo, todo con una heist movie al estilo de La Gran Estafa (2001). Conserva ciertos elementos y personajes de la historia original, como Roger y Anita, pero la película sabe en lo que se quiere enfocar, con astucia los utiliza y parte de esto recae en la contraparte de Stone, Emma Thompson en el rol de la Baronesa, en ese papel de prepotencia y bad bitch pero con estupendos momentos en los que no te sorprende porque Thompson es una de las mejores actrices que tenemos actualmente. Han tratado a Cruella como el detonante del concepto punk rebelde en el mundo de la vida y en un estilo de vida para convertirse en la villana que es ahora, lo cual se convierte en la personalidad de la película.
A Stone y Thompson le acompañan un gran cast como Joel Fry y Paul Walter Hauser en el rol de Gaspar y Horacio, los compañeros de malicia de Cruella, pero con ese pequeño trasfondo en el que Cruella y ellos dos forman una familia marcada por las circunstancias. Esa conexión es una gran mejora comparada con la película original donde la villana los trataba como basura, además de que aportan los momentos cómicos atinados de la película. También tenemos a Mark Strong en un rol que no era para un actor del calibre de él, pero la trama le prepara ciertos momentos donde lo recompensa.
Otra de las verdaderas estrellas en esta película es el diseño de producción y vestuario, es prácticamente otro personaje más, además del soundtrack plagado de canciones setenteras. El vestuario contiene creatividad y estilo, las ambientaciones de Londres están bastante bien cuidadas, como debería ser una producción con el presupuesto de Disney. A pesar de que me hubiera gustaso que la presencia de Nicholas Britell fuera más constante (compositor de la serie Succession) en el score, pero su mano en la canción de Florence + The Machine, Call Me Cruella, es una enorme compensación. Ahí radica parte del corazón de la película, el estilo que tiene, la forma de mover la cámara con la fotografía de Nicolas Karakatsanis también le inyecta esa esencia que en pocas películas de Disney se puede ver en cuanto a apartado técnico se refiere.
La película obviamente no es perfecta, pero sus defectos tampoco terminaron por molestarme. Entre ellos, el acento inglés de ciertos actores americanos que en el mejor de los casos intentan sonar genuinos y en el peor de los casos suenan algo fingido, en específico con Walter Hauser. Además de que la película tiene cierta trampa en manejar ciertas subtramas donde la idea está planteada, pero no está cerrada, sobre todo en la dinámica de Cruella y sus compinches, donde, con la idea incompleta, alarga un poco más de lo debido. Por último, el CGI. El tercer acto puede sacarte un poco de la experiencia con esos momentos de pantalla verde muy notorios que quisieron disfrazar con una iluminación oscura pero no pudieron cubrir por completo.
Cruella tiene los méritos necesarios para ser de los mejores live action de Disney, es dinámica, entretenida, plagada de estilo y sustancia con una mezcla interesante de conceptos, pero con el factor determinante que es la presencia fenomenal de Emma Stone como la icónica villana, la cual le inyecta personalidad propia que puede estar a la par de lo que hizo Close en los 90. En un mundo cruel como éste, Cruella llegó para quedarse.
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