Por: David Cavazos (@DavidCav21)
El universo cinematográfico de Marvel continúa ampliándose, apostando por el camino del multiverso. Después de Spider-Man: No Way Home, los fanáticos más fervientes de este universo han puesto en la mira a Doctor Strange para saber qué es lo que ocurrirá. Es por ello que Doctor Strange en el Multiverso de la Locura inmediatamente se convirtió en una de las cintas más esperadas a pesar de su drástico cambio de director, pues Scott Derrickson abandonó el proyecto y quien tomó su silla fue Sam Raimi, quien regresa después de quince años al cine de superhéroes (después del cierre de la famosa trilogía de Spider-Man con Tobey Maguire) y de nueve años sin dirigir (desde Oz el Poderoso). Este cineasta no solamente viene a poner su sustancia en este tipo de películas, también recupera elementos del tipo de películas con las que comenzó su carrera, las de terror. ¿Cómo surgió esta mezcla?
En esta ocasión, las consecuencias de lo que vimos en la más reciente aventura del arácnido pagaron factura. Como se dice en el tráiler: las cosas se salieron de la mano. Doctor Strange, en compañía de sus aliados, hará un viaje salvaje al multiverso, aunque no por gusto, sino para encontrar la respuesta a una pregunta que él mismo había buscado. Pero, para su desgracia, una imparable y corrompida Wanda Maximoff le pisa los talones en un enfrentamiento visualmente descabellado.
Uno de los mayores temores de esta película era Sam Raimi. Tenemos el antecedente de Spider-Man 3 (2007) que, a pesar de haber estado en el rol del director, el estudio limitó sus ideas de manera garrafal y no le dejaron crear su visión. Las películas de Marvel son películas de estudio, por los que aquellas pertenecientes a este universo que tengan una visión concreta del director se pueden contar con los dedos de una sola mano. El temor era que la historia se repitiera, que la visión de Raimi se viera limitada por las ideas preconcebidas de Marvel para su universo. En esencia, parte de la película está en eso. El guion es enteramente obra de Marvel (y lo más deficiente), pero el estilo de Raimi está muy presente y es por eso es que el producto vale la pena.
No necesariamente es una película de terror, pero el estilo cursi y fantasioso de la trilogía Evil Dead y su más reciente trabajo de terror con Drag me to Hell, se ve, se siente y se vive. Aunque la historia de esta película es muy delgada, muy simple y no profundiza tanto en los detalles, se agradece que en lo visual y en el manejo de la cámara y la música de Danny Elfman, Raimi se sienta el dueño, como el autor que siempre ha sido. No es el regreso a la dirección que se esperaba, pero esto le quedó como anillo al dedo. Es una película de superhéroes con elementos de terror. Tiene comedia, sí. Pero el terror visual y escalofriante es una apuesta de Marvel para darle otro sabor a sus historias, no de la mejor manera a la hora de hablar del guion, pero es una película muy competente.
El elenco está bien, por no decir que están en piloto automático. Benedict Cumberbatch y Elizabeth Olsen son los que verdaderamente destacan en pantalla, sin dejar de lado que esta es una aventura de Doctor Strange, es algo personal para él, no es un Avengers, es algo completamente en solitario. Hay un montón de fan service en la película que, personalmente, me tenía sin cuidado. ¿Aportan algo a la historia? Absolutamente nada. Los fans van a quedar encantados si era lo único que estaban buscando, pero para alguien que no ha leído cómics, como yo, este elemento no es la prioridad ni debería serlo.
Visualmente la película es impresionante, no necesariamente por el CGI que por momentos llega a ser deficiente, sino porque carga con mucha propuesta, cosas que no estaba acostumbrado a ver en este universo. Aportar algo de frescura a un universo que se siente repetitivo, eso es algo en lo que, por momentos, esta película no se queda atrás, principalmente en el rubro del humor.
Lo entretenida no se lo quita nadie, con una duración cordial de dos horas, se convierte en un viaje muy divertido de ver en una pantalla grande. Sin embargo, como se mencionó anteriormente, el guion es su mayor problema. La película carece de peso en su historia, las decisiones y evoluciones de ciertos personajes se sienten tan drásticas y abruptas que no toman un peso emocional en los personajes, solo en Doctor Strange. El problema recae más en Wanda Maximoff, ya que si bien teníamos de contexto a la serie WandaVision, su cambio tan repentino por momentos se siente apresurado para la historia.
Doctor Strange en el Multiverso de la Locura es otra apuesta más de Marvel. De todas las películas que conforman este universo, es la que más mira hacia el futuro de la franquicia, hacia qué dirección va. A pesar de ser nuevamente ese tipo de cintas diseñadas solamente para ver qué es lo que sigue después, el estilo de Sam Raimi es su factor principal de disfrute. Una película de estudio disfrazada de cine de autor, una locura.
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