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Foto del escritorDavid Cavazos

Dune: Un vacío espectáculo arenoso

Por: David Cavazos (@DavidCav21)


Es poco común tener este tipo de blockbuster de cine de autor. Aunque contar con esta clase de historias en la pantalla grande es algo para agradecer, a veces el concepto no funciona para todos los públicos, por cualquier razón uno no puede estar completamente encantado con que producciones así existan. Ejemplo de ello son Christopher Nolan con sus superproducciones con efectos prácticos, Zack Snyder con historias de superhéroes muy personales, pero también está Denis Villenueve, quien es el responsable de esta historia (adaptación de la famosa novela de Frank Herbert) y viene con el revuelo de un sector de producciones que prefiero nombrar “película cuya campaña se basa en que te obligan a verla en el cine porque te vende una experiencia, mientras sea IMAX, mejor”. Y en este sentido, llega un proyecto como Dune, que con el antecedente de Jorodowsky y David Lynch, se intenta llevar al cine una vez más.

Nos encontramos en Arrakis, un planeta extremadamente arenoso, también lugar de una poderosa materia prima capaz de extender la vida y la conciencia. En esta especie de historia medieval galáctica, nos enfocamos en la familia de los Atreides, específicamente en el hijo de la familia, Paul, quien constantemente tiene visiones sobre una persona en especial. Todo esto solamente es parte de una historia tan grande, repleta de engaños, una guerra que se aproxima y un mundo que se dividirá con tal de afrontar el poder. Con un reparto de lujo y una producción de primer nivel, Dune pretende impactar al espectador con su grandilocuente espectáculo. Lo consigue... a medias.


Yo no era de los que pedía a gritos ver la película, no estaba plenamente interesado en ella porque, a pesar de que Villenueve es uno de los mejores directores actualmente, la historia era la que no me convencía. La primera vez que vi la película fue hace casi un mes, no la vi en el cine. Al verla, sentí una terrible migraña que hizo que no disfrutara la película, mi reacción fue muy ambigua. Aprecié más la producción pero teníamos el problema de toda adaptación, como solamente aborda la primera mitad del libro, sentí que el viaje de esta historia terminó siendo algo incompleto. Ahora que la veo por segunda vez, en una sala de cine, esperaba cambiar de opinión como toda persona sabia. La situación es que mi percepción mejoró un poco, pero llamar “obra maestra” a esta película es realmente irrelevante, es un título que no merece.

La película es todo un primer acto. El segundo y tercer acto vendrán en una futura secuela que depende de la taquilla para existir. Un recurso irónico para otras producciones que intentaron lo mismo y fracasaron en taquilla y crítica, mientras que aquí la dependencia de estos factores es notoria. Como una película por sí sola, Dune es incompleta. ¿Es una experiencia? Sí, principalmente por la visual. Nos sentimos pequeños en este mundo, todo se siente tan grande e inmenso que cada detalle lo aprecias. Desde el diseño de producción, el vestuario y la manera de representar colores cálidos y otros oscuros en una amalgama de escenarios que son dignos del ambiente medieval. Eso es lo que vale la pena verse en la gran pantalla, conocer un nuevo mundo a través de lo visual, porque por medio de la narrativa no se logra apreciar.


Esta película es víctima del exceso de imagery, pesa más la imagen que el guión y ese desbalance se nota al final. No es una película que quieras revisitar si llegara a suceder el hecho de que no hubiera secuela. La película no es aburrida, tampoco es tan lenta, simplemente no te cuenta nada. Los factores para ser una gran película están ahí, el reparto de lujo conformado por Timothée Chalamet, Rebecca Ferguson, Oscar Isaac, Stellan Skarsgard, Jason Momoa y Dave Bautista, todos ellos muy buenos en pantalla, pero hacen lo que pueden con lo poco que tienen. Sí, hay escenas de acción, pero no se siente un impacto en cada momento que intentan contarnos. Irónicamente, a esta película le sobra tiempo y le falta una historia. No es como la trilogía de El Señor de los Anillos o Harry Potter que, a pesar de que hay una historia de fondo que se cuente en múltiples películas, en sus respectivas entregas teníamos historias autoconclusivas. Dune de Villenueve no llega a ser una historia como tal. Hasta el esfuerzo de David Lynch en su manera de contar la historia se notaba más.


Tampoco está el hecho de ir en contra del sector que le gustó esta película y que argumentan que es toda una experiencia verla en el cine o en IMAX, eso tampoco es un problema. Pero ¿saben qué hace a las películas sea una buena experiencia? Una buena historia... o al menos que te cuenten una historia, también los personajes con los que conectas, aquí no conectas con nadie aunque hayan buenas actuaciones. Es solamente una experiencia vacía que te obliga a verla en la pantalla más grande y con el mejor sonido a tu disposición, pero no vas a encontrar algo que te marque, algo que te impacte, sólo una serie de imágenes que te servirán de protector de pantalla, porque ni la música de Hans Zimmer aporta algo.

Dune no es una mala película, solamente es un espectáculo vacío de proporciones ambiguas. Es un cascarón de huevo muy bonito…pero sin huevo. Una historia arenosa que está nada de ser una arena movediza en la que nos hundimos de manera garrafal. No se cuestiona el poder que tiene Villenueve para crear imágenes, si tan sólo nos contara algo como en Blade Runner 2049 o Sicario, aquí realmente entras vacío y sales más vacío. No sé si soy víctima de no entender qué pasó a pesar de verla de nuevo, pero creo que es ese tipo de historias que solamente te venden un futuro que no sabes si existirá.


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