Por: Alejandra Vega (@PATHGRETEL)
Pensemos en las veces en las que nos hemos sentado a comer en un restaurante. Seguramente, lo primero que esperamos es una atención rápida y amable. No menos significativo, que las bebidas que pidamos estén al punto, y si ordenamos una botella de vino tiene que servirse con eficacia y elegancia. ¿Los platillos? Que los sabores sean equilibrados y memorables. En pocas palabras, que la experiencia que nos brinda el sitio esté a la altura de nuestras expectativas… aunque éstas pocas veces o ninguna están interesadas en qué es aquello que está tras bambalinas, y cómo funciona esa maquinaria que logra que salgamos satisfechos en todos los sentidos.
Quizá la única forma en la que podamos relacionarnos con este tema es si alguna vez pertenecimos a la industria o hemos trabajado en el servicio al cliente. Este fue el caso del actor y realizador inglés Phillip Barantini, quien, buscando un segundo empleo, llegó a laborar durante doce años en cocinas, especializándose como chef. Las múltiples anécdotas vividas y la disposición de saltar de la actuación a la dirección lo llevaron a crear un largometraje que contara acerca de la presión y dificultades de una cuadrilla culinaria, que hoy podemos encontrar en la cartelera del país bajo el nombre de ‘El Chef’.
‘El Chef’ (‘Boiling Point’ en su idioma original) nos platica acerca del restaurante Jones & Sons, donde Andy Jones (Stephen Graham), dueño y chef principal, está por comenzar un turno sobresaturado, que además ha comenzado con una revisión del inspector de sanidad que no salió nada bien. Será así que, durante una noche decembrina, estaremos tras nuestro protagonista y su grupo de trabajo tratando de resolver cada vicisitud que se presenta, como la visita de un odioso exjefe (Jason Fleming) y una crítica gastronómica (Lourdes Faberes), así como los problemas individuales que aquejan a los integrantes del equipo. ¿Cuánto tendrá que soportar Andy para sacar avante el caótico turno?
‘El Chef’ es la cinta que nace a partir de aquel cortometraje homónimo de Barantini que se hiciera popular gracias a su intensidad y realización, características que traslada a esta hechura con la misma calidad. Gracias a la idea de su cinematógrafo Matthew Lewis, la película está filmada en un plano secuencia, en donde la cámara es guiada a través de los recovecos del establecimiento por cada uno de los que interactúan. Siendo una única toma durante la trama, atrapa el ojo del espectador para no soltarlo: Lo lleva a observar las distintas preparaciones, las discusiones entre compañeros, los clientes necios y las tensiones surgidas gracias a errores, los cuales podemos comprender perfectamente, pero no por eso son menos terribles. Así, nos encontramos sumergidos en un nerviosismo que desconocíamos al nunca haber estado del otro lado, y alcanzamos entonces a comprender cuán meticulosamente coreográfico es un servicio que depende de tantos elementos, y que una cadena es tan fuerte como su eslabón más débil.
Otro de los aciertos de ‘El Chef’ proviene de su protagónico, el actor Stephen Graham. Recordado por haber participado en películas como ‘The Irishman’, ‘Pirates of the Caribbean’ o ‘This Is England’, Graham carga la mayor parte del tiempo con el desasosiego del filme, balanceando su papel entre la lucha por demostrar su liderazgo y el decaimiento de un hombre atrapado, que ha dado lo posible pero no logra salir de un cúmulo de complicaciones. Resalta también lo mostrado por la actriz Vinette Robinson, quien se luce en el papel de la sous-chef Carly, imprimiendo ímpetu y hasta serenidad en las situaciones más desagradables, estirando su paciencia a grados inverosímiles. Siendo ellos el sostén de la cinta, se aprecian bien complementados por actores con un peso específico que aprovechan su tiempo en pantalla, sin desmerecer en ningún momento su importancia.
Filmada en el verdadero Jones & Sons - un famoso restaurante en Dalston – después de tres semanas de ensayos, ‘El Chef’ es una mirada íntima y desmenuzada a una labor que pocos valoran o entienden, y a la que no suele reconocérsele el exhaustivo trabajo ejecutado. Que el personaje de Andy sirva para que, quienes hemos estado en esas mesas con exigencias desmesuradas, tengamos un poco de empatía y creemos ambientes de unión con aquellos hacen todo lo posible porque nos retiremos del lugar con una sonrisa.
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