Por: Freddie Montes (@FreddieMontes)
El actor originario de La Coruña, Mario Casas, protagoniza “El Practicante”, quinto largometraje del barcelonés Carles Torras.
Ángel es un joven que trabaja por las noches como paramédico. Su vida cambia rotundamente cuando, durante uno de sus turnos de trabajo, sufre un aparatoso accidente que lo deja parapléjico. Este hecho provoca que la locura y la obsesión comiencen a apoderarse de él mientras su relación de pareja se desmorona.
Hubiera sido bastante inocente por parte de quien les escribe pensar que, con esta sinopsis, sería testigo de algo que no había visto antes, está claro que la trama de este filme ya ha sido explorada hasta el cansancio. El problema de ‘El Practicante’, la nueva propuesta española de Netflix dirigida por el aún novato Carles Torras, no es su premisa, es que sobre ésta no construye absolutamente nada, ni una historia, ni personajes, ni suspenso a través de sus imágenes.
Reconozco que el inicio del filme expone tintes medianamente interesantes, da la impresión de que vamos a adentrarnos en un relato intimista en el que el suspenso va a ir en ascenso, pero los problemas comienzan, curiosamente, cuando la película trata de ponerse interesante. Conforme los minutos avanzan queda menos claro lo que se quiere narrar, no se define entre la historia de un hombre que paulatinamente cae en la locura, o la de un tipo nada cuerdo que encontró un detonante en un evento específico, o la de un joven que es víctima del sistema. El asunto es que ni siquiera hace el intento por posicionarse dentro de una de estas tramas, a lo más que llega es a una especie de collage de escenas hechas por algún fan amateur de la novela ‘Misery’ de Stephen King.
El guion, realizado, aunque usted no lo crea, por cuatro escritores, no repara en el hecho de que sus personajes deben tener un arco argumental. Nuestro protagonista no tiene motivaciones para hacer lo que hace y no demuestra un cambio radical en sus acciones, de principio a fin resulta igual de extraño tanto internamente, culpa del guion, como externamente, culpa del intérprete. Y si así están las cosas con la piedra angular de la historia imagínense con los secundarios. Su contraparte femenina no tiene mayor magia que el hecho de ser la chica tonta, pero sus acciones no son capaces de generar, por lo menos, desesperación en el espectador, eso sí, al final se nos pone, quien sabe de dónde, en modo empoderada. Y ni hablar del personaje de la fisioterapeuta que por momentos parece que sobre ella se construirá un segundo hilo narrativo pero que a final de cuentas resulta igual de relevante para la historia que el árbol número tres de la escena catorce.
Ante este escenario, lo menos que se podría esperar es que la inconexa exposición de escenas fuera capaz de generar terror o suspenso en algunos de sus puntos, pero no, ni eso. Y es que la inexperiencia del director es notaria cuando su filme toma tintes de suspenso, no hay una sola secuencia capaz de generar emoción alguna relacionada con este género. Torras no sabe jugar con sus espacios, no aprovecha el elemento claustrofóbico que le regala una locación diminuta como lo es la habitación de un departamento, es incapaz de poner su cámara en un punto en el que suframos con la víctima y nos aterremos con el victimario, ni siquiera logra armonizar de buena manera sus escenas con la música utilizada.
Probablemente muchas personas lleguen a esta película por el elemento Mario Casas, sobre todo por ser un papel alejado del galán telenovelesco al que nos tiene acostumbrados y que pintaba como su primera interpretación de calidad. Bueno, pues hasta en esto ‘El Practicante’ es una decepción. Y es que la interpretación del señor Casas no apela a nada más que al cambio físico, claramente está muy cambiado pero eso no es sinónimo de una buena actuación, este actor está lejos de ofrecernos una interpretación de calidad, y siendo aquí un protagonista único que aparece prácticamente en todas las escenas termina por restarle al filme en lugar de sumarle. Ahora sí, mis queridas fanáticas y fanáticos de los bíceps de Mario Casas, ni para aguantar una mala propuesta a costas de echarse un taco de ojo. El resto de las actuaciones igual de olvidables que el desarrollo de sus personajes.
En resumen, es evidente que ‘El Practicante’ no busca ser algo que no habíamos visto nunca antes, pero sus esfuerzos son nulos incluso en cosas tan básicas como el desarrollo de una historia, la construcción de personajes, la generación de suspenso en sus escenas o el manejo histriónico de sus involucrados. Una propuesta que no iba a encontrar el hilo negro pero que por lo menos pudo resultar un entretenimiento casual dentro del catálogo de Netflix se convirtió en una producción que ni siquiera merecer ser catalogada como “dominguera”.
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