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Foto del escritorFreddie Montes

Halloween Ends: No es el final más digno, pero se han visto cosas peores.

Por: Freddie Montes (@FreddieMontes)


Llega a las salas de cine la última entrega de la trilogía de Halloween del estudio Blumhouse bajo la dirección de David Gordon Green, misma que pone punto final a la historia de Laurie Strode, personaje interpretado por Jamie Lee Curtis, y Michael Myers. Desde su estreno mundial, esta cinta ha divido la opinión del público, obteniendo comentarios que van desde que es una porquería hasta que es la mejor de la franquicia. Sin importar en el lado de la cancha que nos situemos, la pregunta obligada es: ¿Será para tanto?


A raíz de la muerte de su hija, Laurie Strode (Jamie Lee Curtis) se ha hecho cargo de su nieta Allyson (Andi Matichak), quien trabaja como ayudante en un consultorio médico mientras su abuela pasa los días escribiendo sus memorias. Ambas viven en aparente calma puesto que desde hace cuatro años nadie ha sabido nada de Michael Myers, sin embargo, la simple figura de este personaje prevalece en la mente de los habitantes de Haddonfield, creando una especie de histeria colectiva en ese pequeño pueblo, misma que alcanza a Corey Cunningham (Rohan Campbell), un joven niñero que es estigmatizado por toda su comunidad tras asesinar de forma involuntaria a un niño que estaba a su cuidado.

Hay tres elementos principales por los que una persona vería, por gusto, una película de Halloween. El primero es el suspenso, ese elemento que dominó la primera entrega pero que se fue diluyendo desde su secuela directa para dar paso precisamente al segundo elemento de esta lista: el gore. Y es que la figura de Michael Myers se ha alzado durante prácticamente cuatro décadas como uno de los representantes del terror enfocado en la violencia gráfica y la explotación de lo visceral. Finalmente, está el elemento que representa al grupo más reducido, el de aquellos que buscan las películas de este universo cinematográfico por las historias que presentan, mismas que han ido desde una secta demoniaca que hace invencibles a sus miembros, pasando por dramas familiares y críticas a los medios de comunicación, hasta llegar al psicoanálisis que a inicios de siglo presentó Rob Zombie.


En este sentido, es curioso -puesto que no creo que haya sido planeado- ver que esta renovada trilogía de Halloween hecha por el estudio Blumhouse ha logrado presentar a estos elementos en cada una de sus entregas. El reinicio, estrenado en 2018, representó una remembranza del suspenso expuesto en aquella primera cinta del 78; La segunda dejó a un lado el suspenso y la historia para potenciar el elemento gore, con muertes, sangre y violencia gratuita por doquier; Ahora, en Halloween Ends, nos encontramos con una búsqueda por elevar un concepto narrativo por encima de cualquier otro elemento, sólo que en esta ocasión somos testigos de una exploración sobre la histeria colectiva y los efectos del hostigamiento de una sociedad sobre un individuo.

Empecemos dejando en claro que el concepto de esta cinta es interesante. Es cierto que después de ver entregas como Season of the Witch, The Return of Michael Myers, Resurrection o el reboot de Rob Zombie (principalmente la segunda entrega), no se puede tratar a Halloween Ends como una película arriesgada o sorpresiva, pero sí como una que dejó de lado lo que la mayoría de los fanáticos querían con la finalidad de enfocarse en una tesis clara. Es ahí donde llegamos al punto en el que el fondo se separa de las formas, pues de una idea inicial valiosa se desprenden una serie de decisiones equivocadas que terminan por dejar un sabor agridulce para el cierre de esta saga. Sobre todo el hecho de que si se intenta una exploración tan profunda en poco más de una hora, porque recordemos que la finalidad de esta saga sigue siendo la resolución del enfrentamiento entre Strode y Myers, se necesita desarrollar un guion poderoso y sumamente trabajado que permita tener un eje que enlace todo lo que se plantea, ya que si no nos encontramos en medio de un producto en el que la prometedora idea A desemboca en un interesante punto C, pero olvidándose de un desarrollo B intermedio que sería la clave para el funcionamiento de una trama de esta índole. Y esto es precisamente lo que sufre este filme.


Superando el tema de que estamos ante una historia medianita, tenemos una película con violencia muy contenida y un suspenso prácticamente nulo. Son pocos los momentos en los que se recrea la ilusión del gato y el ratón, sabiendo que hay un asesino en el mismo espacio que es invisible tanto para el protagonista como para el espectador. Tampoco hay una violencia excesiva, como comentario de precaución para aquellos que están esperando sangre por doquier, de hecho, podría tratarse de una de las películas de la saga que menos explotan este elemento. Lo que sí hay, y hasta para llevar, son jumpscares. El problema es que son del tipo más tonto que tiene el cine de terror, esos que te hacen brincar del asiento, pero no por algo terrorífico, simplemente porque el director se cree muy listo por asustarte en un contexto común, ya saben, se crea la atmosfera de que algo va a pasar y cuando parece que ha pasado el peligro un personaje aparece de la nada sólo para hacerte saltar, como si todos en Haddonfield fueran tontitos. Por la parte visual, carece de atractivo alguno, de hecho es la más planita de la nueva trilogía en este rubro. No existe una explotación real de los colores y elementos que representan a la festividad de Halloween, irónico si tomamos en cuenta que estamos viendo una película titulada “Halloween”, y eso que buena parte de la misma se desarrolla en exteriores. A lo más que llega es a mostrar unas pichurrientas calabazas y hasta ahí.

Lo anterior fue el tratamiento a esta película como producto individual, ahora hablaré de ella en el contexto del análisis obligado dentro de una franquicia de trece películas, una línea del tiempo de cuatro cintas y una saga de tres filmes. La realidad es que, en este sentido, es una entrega, no mala, pero sí flojita. No había necesidad de presentar un concepto que en verdad tenía madera de donde cortar dentro de una película que representa y sobre todo que se ha vendido –para que no confundan este comentario con un deseo de espectador- como el grandioso cierre de una historia en concreto. Si querían presentar esa tesis de la sociedad transformando a un individuo, se hubieran esperado algunos años y hacer un reboot que seguramente hubiera funcionado, pero este era el cierre del Laurie-Myers y de ello apenas escuchamos algunas frases que culminan en unos fugases minutos finales. Ahora bien, uno entendería que esto se haya hecho para poner punto final (ahora sí final, final, final) a esta dupla para dar paso a una nueva era, pero lo increíble es que la propia película mata su concepto, como si de una película en solitario se tratara. Insisto, la idea no es mala, pero es un despropósito ponerla en pantalla cuando se está buscando el majestuoso desenlace de algo en concreto.


Y sobre la trama en particular de Laurie-Micheal. Resulta que el desaprovechamiento de la figura de Myers hasta cierto punto podría justificarse, pero al llegar el final de la cinta uno sólo puede preguntarse si lo que nos querían decir era que también Michael era una victima de la sociedad o simplemente se usó su imagen para que dejaran al director hacer una película independiente bajo el cobijo del nombre de la franquicia. Sobre la muy anunciada y ya geriátrica batalla final, la realidad es que tarda mucho en llegar y cuando llega acaba rápido, ya que ni siquiera se fue construyendo este punto a lo largo del filme. Ahora sí vemos a una Jamie Lee fatigada que parece haberle dicho al director que si la quería poner a pelear fuera rapidito y en una sola locación, porque eso de andar corriendo ya no se le da ni a ella ni al Miguel. Y esto está bien, a final de cuentas parte de la trama se enfoca en el elemento de que nuestro villano ya no está en sus mejores años, aquí sí hay coherencia. Es cierto que este enfrentamiento forma parte de unos veinticinco minutos finales bastante valiosos, es ahí donde vemos algo que, ahora sí, es coincidente con el producto en general y que se siente como una despedida sí dentro de la misma historia, pero sobre todo para el espectador en general y los seguidores de la saga. No me gusta hacer esto, pero como un comentario absolutamente personal, debo decir que cada que veía una cinta de Halloween pensaba porque no hacían tal cosa con equis personaje, y aquí, tras cuarenta años, trece películas y cinco líneas del tiempo, finalmente terminó pasando, lo cual, admito, me dejó muy contento.

Lamentablemente, no se pueda posicionar a esta como una de las mejores películas de la franquicia. En el firmamento de este universo fílmico seguirán quedando, además de la entrega original y su secuela inmediata, la inolvidable Halloween IV, Hallowen H20: 20 Years Later, la primera entrega de Rob Zombie y Halloween (2018). Todas, curiosamente, sirvieron como punto de partida para cada uno de los reinicios de la saga. ¿Será que esta historia sólo permite un espasmo cada cierto tiempo? ¿Será que lo que les da verdadero valor es la ilusión que genera la idea de que ahora sí veremos una línea del tiempo decente? A final de cuentas, esta saga de David Gordon Green tampoco se salva de los pecados de otras entregas presentadas dentro de este universo, pero al menos, sacando un promedio, pudimos vivir la línea del tiempo menos desastrosa que se ha hecho de Halloween y eso se agradece.


En resumen, Halloween Kills no dejará contentos a quienes siguen este universo por su elemento gore, tampoco a quienes lo pudieran hacer por su clásico suspenso, si acaso lo hará con aquellos que gustan de que se les presente una historia construida que sólo tome a Myers como elemento. Es cierto que la historia no es una obra maestra de la escritura universal, pero el problema no es ese, sino la forma de desaprovechar y desechar sus propios conceptos. En pocas palabras, es algo así como: “Ustedes vinieron a ver el final de la dupla Strode-Myers ¡Perfecto! Déjenme les muestro hora y media de una idea bien loca que traigo y que si no presento ahorita quien sabe si luego me den dinero para hacerla y ya al final les regalo unos minutitos de lo que yo mismo les he vendido y sé que vinieron a ver”. Entiendo –aunque no comparto- la molestia de la fanaticada, no es el final esperado, pero no porque los espectadores busquemos que las producciones cumplan nuestros caprichos (bueno, algunos espectadores sí), simplemente porque así se vendió la idea de la trilogía en general y de esta película en particular, puesto que, dentro de la misma, todo el relleno llevó a un punto concreto. Sin duda no es el cierre digno que muchos esperaban, porque, aunque les aseguro que Michael Myers vivirá entre nosotros por mucho tiempo, es un hecho que ya nunca habrá más Laurie Strode interpretada por Jamie Lee Curtis, pero tampoco nos aventemos de los balcones, ya que dentro del el universo Halloween hemos sufrido cosas peores.

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