Por: Freddie Montes (@FreddieMontes)
Las actrices Amy Adams y Glenn Close suman, en conjunto, 13 nominaciones al Oscar sin ningún triunfo. Pero con ‘Hillbilly Elegy’, el nuevo dramón de Ron Howard, ambas buscan su primera estatuilla dorada.
J.D. Vance es un joven estudiante de Derecho de la Universidad de Yale que está en busca del trabajo de sus sueños. Pero un problema con su madre lo obliga a viajar a la zona rural en la que creció, la cual ha tratado de dejar atrás durante años. Este viaje lo hará recordar su infancia y analizar cómo sus relaciones familiares lo han llevado hasta donde está.
El irregular cineasta Ron Howard, director de cintas como ‘Apollo 13’, ‘A Beautiful Mind’ y ‘The Da Vinci Code’, vuelve a la escena fílmica con esta adaptación del libro de memorias homónimo de J.D. Vance, el cual fue best-seller en 2016 y 2017. Claro está que las memorias, por su naturaleza literaria, son particularmente complicadas de adaptar, pero mostrar una historia de la vida real, tener a un director de cierto renombre como Howard y contar con un elenco encabezado por dos pesos pesados, como lo son Adams y Close, convirtieron a este filme en un serio candidato para brillar en la temporada de premios. Y todo estaba en ese entendido hasta que llegó su estreno y la crítica especializada la destrozó. Lo interesante es analizar si en verdad es tan mala como dicen o las críticas negativas atienden más a un tema de desilusión.
Lo primero que hay que reconocer es la manera en la que Howard decide contar su historia. En lugar de mostrarnos un relato que ocurre de forma cronológica, decide contar las vivencias de nuestro protagonista como infante y como adulto de forma paralela. Estos saltos en el tiempo permiten entender las acciones del protagonista de mejor manera, pero, sobre todo, ayudan a que el espectador descubra cosas y madure a la par del personaje principal. El problema en este sentido es el montaje, en varias ocasiones los flashbacks no conectan con lo que se muestra antes o después sobre el presente, provocando así desconexiones narrativas que por momentos hacen sentir a ‘Hillbilly Elegy’ como un collage de emociones sin mucho sentido.
La edición por sí misma también representa un problema. El encargado de este apartado es James Wilcox, un editor que trabaja en series de televisión y que en esta cinta nos regala uno que otro error de continuidad, digno de un novato, que inevitable rompe con la experiencia.
El mayor punto flojo de este filme es su guion, el cual corre a cargo de Vanessa Taylor, para quien este significa apenas su segundo trabajo como escritora en solitario –coescribió los guiones de ‘The Shape of Water’ y ‘Divergent’-. Y es que resulta increíble que siendo la adaptación de un libro de memorias, lo cual te otorga una base enorme para desarrollar las acciones y las emociones del protagonista, tengamos un personaje principal que transmita tan poco y sea tan irrelevante para el espectador como lo es J.D. Vance. Los momentos interesantes se reducen a aquellos en los que aparecen su madre o su abuela en pantalla. Y esta situación resulta aún más incomprensible conforme el filme va avanzando y te das cuenta que la premisa de la historia es si J.D. va a lograr superar su pasado para llegar a su entrevista de trabajo, es decir, lo que debería mantenernos al filo del asiento resulta irrelevante.
Para complementar lo dicho en el párrafo anterior, el guion también nos regala varios momentos innecesarios que, más allá de si sucedieron en la vida real o son dramatizaciones de la película o incluso del propio libro, no logran encajar en este producto cinematográfico. Así mismo, tenemos a unos personajes secundarios que en efecto son más interesantes que el protagonista pero que aun así no logran tener una buena construcción, no entendemos algunas de sus motivaciones y, por ende, difícilmente justificamos sus acciones aunque eso sea lo que la cinta busca que hagamos, que entendemos que cada persona carga con un infierno personal que lamentablemente terminará afectando a las generaciones venideras. El concepto se sobreentiende pero nada más.
Curiosamente los momentos en los que el filme goza de mayor lucidez se deben al talento como director de Ron Howard. Se agradece que un director con tantos años de experiencia está a cargo de un proyecto de este tipo para que, cuando el guion no dé para más, saque de la chistera recursos fílmicos que nos ayuden a empatizar, al menos en una escena, con nuestro protagonista, a sufrir con él durante una entrevista de trabajo en el presente o cuando se le escapa su perro en el pasado. Precisamente la utilización de los planos point of view le suman a la premisa de los traumas e inseguridades de la niñez que te persiguen durante toda la vida. A final de cuentas los adultos solo somos niños que pagan la renta.
Por supuesto que lo que más genera morbo en torno a esta cinta son sus actuaciones. Debo decir que, en general, sale bien librado en este apartado, aunque la pobreza narrativa del filme, y por supuesto una deficiente dirección de actores, hace que en algunas escenas veamos la necesidad que tienen algunas personas que están detrás de los personajes de hacer algo más, llevándolos a navegar cerca de las aguas de la sobreactuación. En lo individual, tenemos a un Gabriel Basso, como el adulto J.D. Vance, que nos entrega una actuación bastante plana. Caso contrario el de Owen Asztalos, el joven J.D. Vance, quien logra brillar incluso cuando comparte escena con Amy y Glenn. Mención especial a Haley Bennett, quien cumple de manera impecable en un papel que no exige mucho pero que siempre está presente.
En cuanto a las dos actrices sobre las que gira la película, no puedo decir que sus actuaciones sean sobresalientes porque tienen momentos en los que caen en lo comentado anteriormente, pero en términos generales lo hacen bien y le suman tanto a la historia que logran atraer los reflectores. A la que más le pesa el tema de la sobreactuación es a Amy, quien más allá de la locura en la que está envuelta su personaje, tiene momentos donde su actuación está varios decibeles arriba, quizá para expresar de mejor manera lo que el guion no logra con palabras. En Glenn Close encontramos una interpretación mucho más contenida y correcta pero que debido a las plastas de maquillaje (por cierto, muy buen trabajo de este departamento) no evita mostrarnos una que otra expresión que en lugar de dramática resulta chusca.
En resumen, ‘Hillbilly Elegy’ no es el desastre absoluto que algunos anunciaron, pero en efecto es un drama muy pobre que en su afán por ser un producto de Oscar termina por asemejarse a la novela de las 9 de la noche. Lástima que la adaptación cinematográfica de un libro que generó tanta conversación trascienda más por sus actuaciones que pos sus conceptos. En cuanto a la temporada de premios, a Adams se le aleja aún más la posibilidad de una nominación; con Glenn Close no se mueve nada, nominación segura como mejor actriz de reparto y a pelearse por la estatuilla; sobre el resto de las categorías, la veo siendo protagonista en el rubro de maquillaje y peinado, pero que se despida de la nominación en categorías importantes como película, director y guion.
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