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Honey Boy: Bella y desgarradora catarsis.

Por: Freddie Montes (@FreddieMontes)


Un año después de su estreno en el Festival de Cine de Sundance llega a las salas de cine mexicanas este film dirigido por Alma Har'el y escrito por Shia LaBeouf.


Tras sufrir un accidente automovilístico provocado por su adicción al alcohol, el joven actor Otis (Lucas Hedges) comienza a recordar su tormentoso pasado como un infante que vivía en la habitación de un motel y debía cumplir con dos tareas, ser un prolífico niño actor y cuidar de su adicto, exigente, agresivo, vividor y poco responsable padre.

En un ejercicio sumamente introspectivo, el actor Shia LaBeouf debuta como guionista de largometrajes desarrollando una historia autobiográfica, sí, el joven Otis es la representación en pantalla del propio LaBeouf, cuyo escrito tiene una triple función: La primera, exponer al mundo su nada encantadora infancia; la segunda, relacionar estos eventos con su presente, justificando los porqués de sus acciones y sentimientos; la tercera, y quizá más importante, superar, a través de sus memorias, a los fantasmas de su propia historia. Evidentemente este film funciona a la perfección como un ejercicio catártico para LaBeouf, pero ¿funciona como producto cinematográfico? La respuesta es sí, con sus bemoles, pero sí.


‘Honey Boy’ es una cinta que resulta tan encantadora como desgarradora para cualquiera que la vea, incluso si el espectador no encuentra similitudes entre su historia de vida y la de este hombre. Har'el con su cámara y LaBeouf con su relato logran hacer partícipe de esta tragicomedia a la audiencia, consiguen que quien la vea pueda sentir que comparte la habitación con los protagonista mientras es inundado por un sentimiento de impotencia derivado de no poder frenar ciertas acciones debido a la limitación de no ser más que un simple espectador.

Otro elemento que suma a que el espectador se relacione con la película son las actuaciones. Empiezo hablando de Noah Jupe, un actor al que hemos visto en cintas como ‘A Quiet Place’ y ‘Ford v Ferrari’ y que aquí interpreta a la versión infantil de Otis. Este hombrecito nos demuestra que la edad no es antónimo de talento, Noah no sólo consigue abarcar todo tipo de emociones, también es quien genera empatía con el público, como espectador logras estar en todo momento con él, es capaz de transmitirte su dolor pero también de hacerte recordar la época de tu vida en la que las situaciones adversas pasaban frente a ti sin causar un efecto aparentemente negativo.


La versión juvenil de Otis es interpretada por Lucas Hedges, un veinteañero actor que se ha desarrollado en los terrenos del cine independiente y que, como lo comente en mi crítica de ‘Waves’, se ha posicionado como el actor juvenil con más talento dentro de Hollywood en la actualidad. Hedges se hace cargo de la etapa negativa de nuestro protagonista, el joven antipático, vicioso y con severos problemas psicológicos. Es cierto que este actor no recorre un vaivén de emociones como sí lo hace su versión infantil, pero eso es algo que no necesita ya que logra transmitir de manera perfecta en el primer acto la destrucción interna de su personaje, en el segundo, el entendimiento de su presente a través de sus memorias, y en el tercero, la reconciliación más importante y difícil a la que se enfrenta el ser humano, la reconciliación consigo mismo.


Para que el ejercicio catártico esté completo, LaBeouf se pone en los zapatos de James Lort, el padre de Otis, es decir, la representación en pantalla de su propio padre. LaBeouf entrega la que muy probablemente sea la mejor actuación de su carrera, pero más allá de la demostración histriónica de la que hace gala, el actor logra, por razones obvias, construir un personaje sentimentalmente poderoso, con más aristas de las que un villano cualquiera podría tener. Y es que los buenos resultados en la actuación de Shia también son gracias a la construcción de su personaje, un hombre que es el villano absoluto de una historia pero que a pesar de ello no es plano, no está en un extremo, tiene un fondo y demuestra sus sentimientos y frustraciones sin necesidad de expresarlas verbalmente.

Dentro de los puntos negativos del film se encuentra el hecho de que en varios momentos el guion se convierte en un anecdotario y se olvida de que es una película, está cargada de un sentimentalismo innecesario donde resultan notorias las intenciones de LaBeouf de mostrar situaciones que no ayudan al desarrollo ni de la trama ni de la tesis planteada. Lo peor es que la mayoría de estos momentos se encuentran al inicio haciendo que este producto tarde en despegar narrativamente.


En conclusión, ‘Honey Boy’ es una cinta tan encantadora como desgarradora, deja claro que la visión infantil de cualquier tema siempre lo dotará de inocencia pero también es una muestra clara de los terrores de la vida real a los que muchos se enfrentan o enfrentaron en algún momento de su vida. Las actuaciones son lo más valioso del proyecto y aunque su dirección no es impecable sí nos da señales de que Alma Har'el cuenta con elementos para convertirse en una cineasta a seguir. Una película valiosa para la audiencia pero aún más valiosa para la catarsis de su creador.


Calificación: 7/10

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