Por: David Cavazos (@DavidCav21)
La filmografía de M. Night Shyamalan es un ejemplo del símbolo del zigzag, te entrega una gran película y la siguiente puede ser un desastre. Las audiencias lo han entendido y van con cierta duda disfrazada de expectativa a ver su obra. Aunque la mayoría son éxitos taquilleros, en parte por el poco presupuesto, sus películas tienen una relevancia muy volátil en la memoria del espectador. El último gran éxito de Shyamalan es Fragmentado, pues ni Glass ni Old estuvieron a la altura. En televisión ha podido destacar más, pues está la serie Servant, la cual produce y ha dirigido junto con su hija Ishana Night Shyamalan, misma que ha sido un verdadero referente del thriller psicológico en la pantalla chica (pueden verla en Apple TV Plus y ya está en su recta final). Por ello, recibir nuevamente a Shyamalan en el cine genera esa incertidumbre, porque no sabemos el resultado final. Así nos llega Knock at the Cabin (Llaman a la Puerta) basada en la novela de Paul Tremblay, para confirmar que Shyamalan todavía tiene con qué emocionar al espectador.
La familia conformada por los padres Eric (Jonathan Groff de Mindhunter), Andrew (Ben Aldrige) y su pequeña hija adoptiva Wen (Kristen Cui) se van de vacaciones a una recóndita cabaña. En medio de un buen rato, la cabaña se ve acechada por cuatro sujetos sospechosos que intentan entrar a ella (Dave Bautista, Rupert Grint, en su segunda colaboración con Shyamalan, Abby Quinn y Nikki Amuka-Bird). La realidad es que esos cuatro sujetos tienen la misión de hacerle una propuesta a dicha familia. El mundo será sucumbido por el apocalipsis y la única forma de salvar a la humanidad es que alguno de los tres miembros de dicha familia se sacrifique. ¿Será verdad? ¿Será mentira? ¿Prefieres salvar solamente a tu familia o hacer el sacrificio por el bien de la humanidad? Esa es la incógnita que Knock at the Cabin vende para un thriller inquietante.
Todos sabemos que Shyamalan tiene sus deficiencias, principalmente en sus guiones, porque siempre se asoma ese giro inesperado en sus películas que últimamente le ha afectado más en el giro final. Ahora, a falta de ese giro sacada de la manga, Knock at the Cabin no busca impresionar con esos twists, sino que vive de la duda eterna de si lo que está por pasar será cierto o no. El hecho de que el guion de Shyamalan y colaboradores esté separado de la novela en ciertos momentos le aporta más ese factor sorpresa. Aquí vemos a un cineasta más contenido, probablemente ésta sea su película más teatral, casi toda trascurre en una sola locación, con un apartado visual que envuelve, también se vuelve menos tosca y experimentada que Old. El director usa todos sus recursos (hasta tener el mejor cameo de su filmografía) para dar una película pequeña pero de emociones fuertes.
El trabajo de actores sí se puede destacar, pues todos lo hacen bien; pero quien más se llega a lucir es Dave Bautista como Leonard, el líder de este grupo. Físicamente intimidante pero emocionalmente amable y con las emociones al límite, se ve que Bautista está haciendo su mejor esfuerzo para convertirse en un actor sólido. Jonathan Groff y Ben Aldrige, como el matrimonio protagónico, también logran un trabajo muy sólido, al igual que Kristen Cui como la pequeña hija, quien tiene en su poder un personaje muy listo. También se destaca a Rupert Grint, a quien, tanto en la serie Servant como en esta película, Shyamalan se ha encargado de eliminarle esa imagen de Ron Weasley de la saga Harry Potter para hacerlo más disruptivo y cínico, lo cual le queda bastante bien. En el apartado de actores, esta cinta no defrauda, al igual que en el de la fotografía a cargo de Jarin Blaschke (colaborador habitual de Robert Eggers) y de Lowell A. Meyer, conformando, quizá, uno de los mejores trabajos de Shyamalan en términos visuales, con planos que se asemejan a la serie Mr. Robot de Sam Esmail a la hora de mostrar a sus personajes, así como entrar en el punto de vista de los mismos.
A pesar de que la película tiene un ritmo muy sólido, en ningún momento llega a aburrir, los pecados de Shyamalan en el guion, entre ellos la necesidad de repetir la situación, llega a sentirse derivativa cuando la película entra en su esencia teatral de una sola locación, así como los flashbacks cuya intención se ve y llega a medias. En su corta duración, la película tiene la tensión suficiente para intrigar al espectador, pero no tenemos el tiempo suficiente para que esa tensión llegue al punto máximo, todo aparece de una forma tan repentina que no la procesamos al final. El guion está lleno de buenas ideas, personajes que llegamos a entender. También, si lo viéramos por otro discurso (que es el que toma el personaje de Andrew), en redes sociales lo han interpretado como un discurso de odio contra las parejas LGBTQ+, en confrontación con fanáticos religiosos. Por un lado, parecería eso, pero Shyamalan decidió irse por la tangente.
Knock at the Cabin (Llaman a la Puerta) es uno de los trabajos más decentes de Shyamalan y, después de Glass y Old, una considerable mejoría dentro de su irregular filmografía. Mantiene al espectador con la duda durante toda la película con momentos tensos e interesante, acompañado de un buen ensamble de actores que logran soportar el metraje, un muy buen apartado visual y en el que la mano de Shyamalan se contiene de su sello pintoresco como también se abstiene de un giro de trama shockeante que le pueda afectar. Si Shyamalan llega y te llama a la puerta, te encontrarás con una notable película de suspenso, aunque todavía sigo pensando que el mejor guion que ha escrito es Stuart Little (1999).
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