Por: Ale Vega (@PATHGRETEL)
Si pudiéramos concentrar la infinita cantidad de miedos concebidos por la raza humana, probablemente serían dos las categorías para agruparlos: Primero tendríamos aquella que tiene que ver con lo fantástico, que está fuera de nuestra realidad o es intangible, para situar allá a los monstruos y fantasmas, y esos muchos seres que nos causan temor por ser algo desconocido y ajeno a nosotros. En el otro punto estaría, por supuesto, lo que sí nos es cercano y tangible, parte incluso de nuestro día a día: la violencia, el crimen o la muerte, son ejemplos de cosas que son casi inevitables, pero no por eso las podemos minimizar.
Considerando estas aristas, ‘La Abuela’ se convierte entonces en una cinta máxima de terror al explorar los dos lados y conjuntarlos para asustar a su espectador. Esta película, dirigida por el cineasta español Paco Plaza, tiene como protagonista a Susana (Almudena Amor), una joven madrileña que se desempeña como modelo en París y a quien le han avisado que su abuela (Vera Valdéz) tuvo un derrame cerebral, por lo que tiene que regresar a su país a cuidarla provisionalmente hasta que consiga una enfermera de tiempo completo. Mientras lo logra, Susana se enfrentará a algunas situaciones anormales que la harán cuestionarse quién es realmente su abuela y por qué existen turbios misterios a su alrededor.
Al haberse adentrado en la vida en los asilos gracias a su investigación para el filme ‘Quien a hierro mata’ y luego de experimentar cómo el Alzheimer afectaba a su tía Matilde, Paco Plaza descubre su creciente interés por retratar a la vejez y lo injusta que es la sociedad con los adultos mayores. Es así como comienza a idear, junto con el productor Enrique López Lavigne, una trama en la que este tópico se mezcla con el horror puro, proveniente de lo inexplicable y las posesiones. Después de un año de trabajar en ello, se añade a la ecuación el realizador Carlos Vermut (‘Magical Girl’, ‘Quién te cantará’) para complementar el guion y darle la forma que Plaza buscaba, cerrando con esta colaboración una hechura que puede presumir de una entramada elegancia que no olvida su propósito: Que el espectador identifique sus verdaderos temores a través de ambas mujeres.
‘La Abuela’ utiliza espejos y reflejos para contarnos qué sucede cuando la piel se transforma, frente a nosotros se muestra lo que fuimos y lo que seremos. Susana es una bella muchacha en sus veintes a la que la industria de la moda le dice a gritos que ya es mayor, reemplazable, que hay tras ella chicas más jóvenes y más guapas que fácilmente le arrebatarán el foco. Su entorno nos habla de cómo la actualidad, esa que observamos en pantallas y redes sociales, enaltece a juventud y a la figura, desechando todo lo que no cabe en sus estándares. El personaje de Pilar, que se encuentra en el otro espectro, es una dama que también está a merced en su propio cuerpo, el cual se ha vuelto una prisión. Las preguntas respecto a sus circunstancias van tornándose acuciantes conforme se desarrolla el filme: ¿Qué existe en su mente que no puede ya ser pronunciado? ¿Sigue siendo la misma persona a pesar de la inmovilidad? ¿Qué hay detrás de una mirada oscura y sus carcajadas sin razón? Almudena Amor nos regala en su primer protagónico una actuación memorable, y la enorme Vera Valdéz (quien otrora fuera modelo de Chanel) nos provoca más de un escalofrío.
Presentada en festivales como los de San Sebastián y Stiges, ‘La Abuela’ elige provocar en su audiencia el miedo a través de la realidad y no de los jumpscares, lo que la pone un peldaño por encima de varias con las que comparte género. Si bien sus momentos paranormales nos tendrán al borde del asiento, es mucho más valioso el saber que, si desterramos de la cinta los elementos terroríficos, la historia humana sigue debajo, siendo la verdadera esencia de la película.
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