Por: Freddie Montes (@FreddieMontes)
Casi medio año después de su estreno en el Festival Internacional de Cine de Venecia, llega a Netflix ‘Madres Paralelas’, cinta española escrita y dirigida por Pedro Almodóvar y protagonizada por Penélope Cruz, quien está nominada al Oscar por este papel.
Esta cinta nos cuenta la historia de Janis (Penélope Cruz) y Ana (Milena Smit). La primera de ellas es una mujer de mediana edad que, a pesar de haber quedado embarazada de un romance pasajero, está feliz por el nacimiento de su bebé. En contrasentido tenemos a Ana, una joven que reniega de su futuro debido a lo inconforme que se encuentra con su embarazo. En las vísperas de los nacimientos de sus hijas, y por azares del destino, ambas coinciden en la misma habitación de hospital, por lo que los días previos a los respectivos alumbramientos suponen una oportunidad para que se conozcan mejor, situación que permite la creación de un vínculo entre estas madres paralelas.
A estas alturas del partido, sería tonto descalificar a una película de Almodóvar por resultar telenovelesca. Ese es, ha sido y seguirá siendo el estilo de hacer cine del director manchego. Podrá no ser del agrado de muchos, pero ser un cineasta que logra impregnar un estilo cierto a sus películas permite que quien se adentre en ellas sepa a lo que va, y quienes le conocen y no lo disfrutan, estén conscientes de que lo mejor es alejarse de sus productos. En este entendido, quien les escribe se considera parte del primer grupo, suelo disfrutar las producciones que están bajo el manto del nacido en Calzada de Calatrava, España. Lamentablemente, ‘Madres Paralelas’ parece un retroceso a aquel director y guionista con la chispa apagada que hace unos años nos regaló culebrones de pobre calidad y que de la mano de su bien lograda ‘Dolor y Gloria’ creímos haber recuperado.
Lo primero que hay que comentar es que Pedro aprovecha a sus ‘Madres Paralelas’ para presentar varias subtramas y mensajes que son de su interés. Hasta ahí no hay ningún problema, pero el cineasta no repera en el hecho de que no basta con contar una historia, hay que saber contarla. Y es precisamente esta incapacidad para construir un guion poderoso o incluso coherente lo que hace de esta cinta una aventura vacía, construida a medias, en la que se nota que hay mucho que decir pero no hay idea de cómo trasmitirlo. El guion de este filme es una especie de escrito trabajado por un talentoso pero recién graduado alumno de la escuela de cine, lleno de mensajes, tramas, personajes secundarios, giros de tuerca y protestas políticas desde la óptica de la izquierda que se pasean como simples conceptos que nunca logran cuajar en un único producto funcional.
En el tenor de lo anteriormente mencionado, hay tres momentos que resultan claves para exponer lo que es esta película. Primero, su trama principal, la relación de estas madres paralelas es víctima de una pobre construcción narrativa que impide al espectador empatizar tanto con estas mujeres en lo individual, como en la relación que tienen. La razón de esto es la notoria necesidad que tiene Almodóvar por exponer todos los otros conceptos que tiene en mente, descuidando tanto a sus personajes como a las situaciones mismas en las que ellos interactúan. Varias conversaciones son tan fugaces y mal escritas que por momentos parecen sketches de un programa cómico al que sólo le faltan las risas grabadas. A la historia, hasta este momento lineal, se suman ideas como la visibilidad de las personas trans, las diferencias generacionales al momento de criar, la libertad sexual, la conformación de familias no tradicionales y varios etcéteras interesantes pero pasajeros. Realmente no hay nada de malo en querer hacer una película sobre muchas cosas, el problema es cuando no se amalgaman dichos elementos, haciendo que el resultado sea un simple conjunto de anécdotas.
El segundo momento radica en el giro de trama que tiene la cinta, el cual resulta interesante hasta por definición, el problema aparece cuando somos testigos de que las intenciones de nuestro cineasta es optar por desarrollar esa parte de la trama como un drama con ligeros tintes de thriller, puesto que esos movimientos de tono no le favorecen a la película al no representar, ni de cerca, la especialidad fílmica de su creador. Así mismo, al momento de la resolución, nos encontramos con una situación sumamente fuerte y poderosa que, por lo que se nos ha presentado del personaje interpretado por Cruz, no es algo que superaría fácilmente, sin embargo, vemos que sí es el caso, por lo que el filme pasa a un final de 10 minutos completamente anticlimático que no concuerda con las medianamente construidas motivaciones de Janis. Entiendo los paralelismos de la parte final con la tesis de la película, pero a raíz del momento en el que el conflicto principal explota, se pudo haber dado inicio a un sinfín de situaciones que corresponderían con lo anteriormente visto y que darían cierre a esta historia de una manera que permitiría alzar el producto final.
Por último, tenemos un tercer momento dedicado al mensaje político, concretamente en lo relacionado a lo que se cataloga en España como la memoria histórica. Este punto llega al espectador a través de una subtrama sobre el proceso de exhumación de un cadáver que se encuentra en una fosa común. A través de esto, Almodóvar se da vuelo para exponer sus nunca escondidas opiniones políticas, renegando en contra del movimiento con el que no comulga e incluso regañando a los espectadores más jóvenes que no se interesan por el pasado de su país con todo y un mensaje que deja en claro a las nuevas generaciones que el único camino correcto es el suyo. Insisto, no está mal que la mente detrás de esto quiera exponer sus ideas (aunque seguramente de ser ideales de derecha se pediría hasta la cancelación de la película), el problema está en que sólo arma parte de su cinta con frases lanzadas más como comentarista político que como artista, pensamientos que están porque él quiere que estén, no porque la construcción de la cinta lo requiera.
Sin embargo, hay elementos que salvan a esta cinta de ser un desastre y la mantienen en el estado de regular. Para empezar, las actuaciones son realmente poderosas, es cierto que también hay ciertas escenas en las que la deficiente dirección de actores es notoria, pero se nota que se cumple con lo que se pide desde la silla del director, y cuando el guion tiene momentos de lucidez, todos los involucrados en el rubro histriónico hacen brillar la pantalla, principalmente una increíble Penélope Cruz que por este trabajo ganó la Copa Volpi a la mejor actuación femenina en el Festival Internacional de Cine de Venecia y está en la búsqueda de un Oscar que, con tan poco certeza en la categoría de mejor actriz protagónica, podría hacerla acreedora a su segunda estatuilla dorada.
También hay momentos de lucidez en cuanto a la dirección, a final de cuentas Almodóvar es un viejo lobo de mar y aunque su trabajo de escritura parezca de principiante, su labor tras la cámara, en compañía la fotografía a cargo de José Luis Alcaine, realzan varios momentos del filme. Así mismo, todo el trabajo en el apartado del diseño de arte resulta tan almodovariano que visualmente esto sigue siendo un poderoso producto del internacional cineasta. Sin embargo, quizá el mayor acierto de este filme sea su banda sonora, también nominada al Oscar, a cargo de Alberto Iglesias. No es un trabajo musical típico de las películas del manchego, pero realmente somos testigos de una buena cantidad de extraordinarios acordes que acompañan de manera sublime a una historia ligeramente trágica con tintes de thriller como ésta.
Al final del camino, ‘Madres Paralelas’ nos deja cuestionándonos “¿Qué es lo que su creador nos quería contar?”. Quizá esa capacidad que tiene Almodóvar por reunir varios tópicos en una misma película sea parte de su éxito, algo que se le ha aplaudido en trabajos anteriores, pero su más reciente cinta es sólo un ejemplo de lo que sucede cuando se tiene una gama de conceptos interesantes pero mal desarrollados. O quizá, Pedro haya querido hacer de su filme una especie de paralelismo con guiños hacia nuestro país, y es que es bien sabido que Manolo Caro siempre se ha querido parecer a Almodóvar, pero en su más reciente cinta, es Almodóvar quien, lamentablemente, termina pareciéndose a Manolo.
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