Por: David Cavazos (@DavidCav21)
Durante casi 17 años, se ha intentado hacer una secuela de Matando Cabos, película del 2004 dirigida por Alejandro Lozano y coescrita por él en compañía de Kristoff y Tony Dalton. Éstos dos últimos fueron los que le dieron corazón y razón de ser a esta producción que se caracterizaba más como una comedia negra de enredos que tomaba como base a personajes de moral dudosa. No por nada, la película fue un éxito en su tiempo y hasta el momento es considerada como una de las películas más destacables del cine mexicano contemporáneo. Se notaba un amor por el cine, por las buenas historias; por contar algo que, si bien es una inspiración de trabajos como Quentin Tarantino o Guy Ritchie, el mérito por ser lo mejor elaborado posible con lo que tenían está ahí. Pero el tiempo ha pasado, muchos intentos para continuar la historia se han hecho y, a la larga, terminó pagando las consecuencias.
Con esto mencionado, llega Matando Cabos 2: La Máscara del Máscara, bajo la dirección de Lozano nuevamente, pero con las muy notorias ausencias de Dalton y Kristoff en el guion y reparto. Esta vez nos vamos a concentrar en uno de los personajes más queridos de la película anterior: Rubén o, como no quiere que le digan, el Mascarita (Joaquín Cosio), quien su pasado lo sigue persiguiendo gracias a la trágica muerte de su padre, aunado al robo de la máscara de éste. En compañía de Tony el Caníbal (Silverio Palacios) y una nueva aliada, Ruben emprenderá un viaje para recuperar la máscara de su padre y descubrirá que la famosa leyenda del cine también tenía sus enemigos en la vida real.
Esta película es un claro ejemplo de secuelitis, en su necesidad por ser más grande, más violenta, con más acción y con el regreso de varios personajes, termina siendo mucho más ridícula y cansina de lo imaginado. Comparada con la película anterior, aquí no veo ninguna intención de contar algo interesante, ni siquiera aportar algo al entretenimiento. A pesar de que tenemos a dos grandes como Cosio y Palacios que son muy disfrutables en pantalla, esta película necesitaba a Dalton y Kristoff, no necesariamente en el elenco, pero sí en el guion. La película cae garrafalmente en la serie de chistes actuales con el fin de verse modernos y auto-referenciales, pero solamente eso provoca que la película no dure mucho en la mente del espectador, envejecerá muy rápido.
Llamar a esto una secuela de Matando Cabos era un arma de doble filo, porque si bien personajes como Nico y Lula regresan, no hay una mera justificación para que llamarse Matando Cabos 2, con el puro subtítulo era más que suficiente. ¿Cuál era la necesidad de verse más violentos y bizarros? La película anterior tenía sus pequeños momentos de rareza, pero no llegaba al grado de esta película, esto es todo lo que no es la película del 2004. Hay una clara inspiración por las películas de luchadores, por las películas de El Santo, pero la película no va por ese camino y se convierte en una suerte de película clase B que no es graciosa, apenas llega a ser entretenida.
Existen secuelas que, a pesar no ser mejor que su antecesora, tienen algo que destacar, que se siente la buena intención de hacer una segunda parte. Aquí no pude ver eso. Matando Cabos 2: La Máscara del Máscara es un desafortunado despliegue de mala decisiones que con los años pagaron factura. En lugar de matar a Cabos, terminaron matando a la audiencia que disfrutó la película anterior por puros extremismos. En su afán de ser mucho más, terminó por valer mucho menos.
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