Por: David Cavazos (@DavidCav21)
Aunque el cine de superhéroes se ha convertido en un género muy popular en estos últimos años, en la década de los 90 y a principios de los 2000 era recibido con incertidumbre, porque había ciertas películas que hacían ver con malos ojos a este tipo de géneros. Entre ellas estaba Hulk (2003) de Ang Lee, Batman & Robin (1997) de Joel Schumacher o Elektra (2005). Antes de la llegada de los universos cinematográficos, nos teníamos que conformar con eso. Para sorpresa de nadie, eso es Morbius, lo nuevo de Sony y Marvel que llega de la mano del director sueco Daniel Espinosa, quien ya nos había entregado Life en el 2017. Con las intenciones de expandir este universo inspirado en Spider-Man y sus villanos, la llegada de este reconocido villano de los cómics a la gran pantalla es justo lo que todos estábamos esperando desde los avances y constantes retrasos, un desastre.
Con una extraña enfermedad en la sangre que ha tenido desde niño, el Dr, Michael Morbius se ha empeñado toda su vida en encontrar una cura para su enfermedad. La cura la encuentra en el ADN de los murciélagos, pero el Dr. Morbius nunca llegó a imaginar que dicha cura lo cambiaría por completo, transformándolo en un vampiro. Adquiere diversos poderes que lo transforman en un ser extraordinario, pero su constante sed de sangre también lo convierten en alguien muy peligroso y será la labor de este doctor saber de qué lado quiere estar.
Yo estoy muy bien con que en una película se cumpla lo que se propone, pero no estoy muy seguro si el propósito de Morbius era ser completamente aburrida de principio a fin. Si ese fue el caso, lo cumplieron en su máxima expresión. Existen dos tipos de malas películas, las que te divierten por lo fácil que te puedes reír de ellas por su propia estupidez o las que no hacen ni el más mínimo esfuerzo de ser un entretenimiento. Morbius no es una película, es un producto. El trabajo de los estudios es hacer que un producto comercial no lo parezca, para eso están los directores y su personalidad. Pero tal parece que Daniel Espinosa no tenía ni voz ni voto, ni siquiera una personalidad consistente a esta película. La mayoría de las decisiones creativas las tomó Sony en su constante necesidad de establecernos a los próximos Seis Siniestros, algo que Spider-Man: No Way Home ya nos había presentado, aunque no nos lo dijeran. Vemos esta película, cómo terminó la edición final y tal parece que no se trata de nada, lo que querían contarnos lo hacen a medias.
Jared Leto lo intenta, se podría decir que no es su culpa esta vez, se le ve cómodo en el papel, pero el guion de Matt Sazama y Burk Sharpless (irónicamente Sharpless significa en español sin filo) no hace nada para desarrollarlo, hacerlo alguien interesante ni mucho menos entrañable. Peor le va a Matt Smith, quien también es un buen actor, pero siendo el villano aquí tampoco es apoyado por el guion. Ni hablemos de Tyrese Gibson quien realmente no aporta nada en cada momento que aparece y de lo tremendamente desperdiciado que está Jared Harris.
Es una película de vampiros que no se atreve a ser una, con la pura esencia de un drama barato que le falta cohesión a todo lo que va contando y que realmente no tiene nada de impresionante. Ni sus escenas de acción impresionan, mucho menos los irregulares efectos especiales. Vaya, hasta Venom (2018) y su secuela tenían más encanto por lo autoconscientes que eran. Morbius se toma tan en serio a sí misma, pero lo triste es que ni siquiera podemos sacarle algo risible porque todo se siente tan plano y vacío que un boleto para ver esto en el cine se convierte en un desperdicio.
Morbius es una estocada clavada en el entretenimiento del espectador, una gris y plana presentación de lo que debería ser un villano pero que no parece. El problema no es que sea una mala película, el problema es que nunca intentaron que sea menos insufrible. A este vampiro le faltó sangre y colmillos para destacar.
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