Por: David Cavazos (@DavidCav21)
Mortal Kombat es de esas propiedades con las que nunca crecí. No recuerdo haber jugado los videojuegos, ni siquiera me atreví a ver sus dos primeras adaptaciones de los años noventa. Prácticamente soy alguien nuevo para esta extensa franquicia, lo cual puede ser malo porque no entendería los guiños de su más reciente adaptación a la gran pantalla que emocionarían a cualquier seguidor de la franquicia. Pero también es bueno, porque esta producción, que llega de la mano del debutante Simon McQuoid, se encarga de introducirnos a este mundo, aunque el resultado final no lo haya hecho ver así. Teniendo adaptaciones de videojuego que han mejorado mucho como Sonic: La Película (2020) o Tomb Raider (2018), Mortal Kombat (2021) significa un retroceso, aunque con resultados no tan garrafales.
El luchador de MMA Cole Young parece tener un pasado que desconocía, prueba de ello es la marca extraña de dragón que tiene. Siendo perseguido por Sub Zero y otras amenazas, Cole recurre a Sonya Blade y Jax para llegar al templo de Lord Raiden, Lo que le espera a Cole es un arduo entrenamiento para enfrentarse contras los enemigos de Outworld, el emperador Shang Tsung, con el deseo de salvar a su familia y, si se puede, al mundo.
En pocas palabras, la película es un 50-50, por un momento disfrutas de lo que ofrece esta película, como lo son sus escenas de acción que no son la gran maravilla, pero cuyo uso de gore es lo suficientemente bueno como para encantar a los fanáticos del videojuego. En los vestuarios, en esos efectos especiales o en esa esencia tipo serie B que no se reprocha. Ese 50% funciona muy bien, añadiendo el plus de esas referencias a la franquicia que los fans van a amar, siendo un ataque de nostalgia bastante certero para ellos. Recordemos que su servidor es nuevo en la franquicia, porque, si bien ese 50% que corresponde a la acción no está nada mal, el otro 50%, correspondiente a la trama, el guion y los personajes, los considero insufribles. Vaya, es Mortal Kombat, estamos hablando de un juego de luchas, por lo que deberíamos dejar la trama y el pensamiento lógico por casi dos horas. El hecho de que no encontremos algo profundo o que cambie nuestras vidas en producciones como ésta lo puedo entender. El problema aquí, querido lector, es que para el tipo de franquicia que tenemos, cometieron la osadía de tomarse la trama muy en serio.
Aunque el espectáculo pueda brillar más que lo argumental, en esto último también pesa, porque si bien hay cierto desarrollo en uno o dos personajes, en el resto es nulo. Pareciera que es un festival de personajes de cartón del que es imposible que te importen o que les sigas el rollo, algo triste porque los primeros quince minutos de la película prometían otra cosa, el primer acto en específico daba indicios de que tendríamos algo competente. Pero llegamos al segundo acto y todo se nos cae, luego llegamos al tercero y se nos cae aún más. A pesar de que los personajes del videojuego lleguen a ser brillantes en lo visual, siendo del encanto de los fanáticos, en el espectador promedio será poco sorprendente y, en el peor de los casos, olvidable. Los villanos, peor tantito, de caricatura en sábado por la mañana. Además de esos diálogos que recaen en la obviedad y en lo risible. En cuanto a actuaciones, nada que destacar. La música de Benjamin Wallfisch es olvidable, aunque levanta la película por momentos. Como adaptación no sabría decirles el resultado, pero como película, el resultado es muy tibio, rayando casi en lo olvidable.
En un mundo donde las adaptaciones del videojuego a la gran pantalla han dejado el estándar en un plano promedio, Mortal Kombat (2021) se quedó en el camino a pesar de ser lo suficientemente entretenida en la acción, lo cual es digno de un Fatality. Pero la parte narrativa será la parte aburrida, el equivalente a un Finish him al espectador.
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