Por: Osvaldo Escalante (@OsvaEsc)
Nightmare Alley (El Callejón de las Almas Perdidas) es una cinta escrita y dirigida por Guillermo del Toro, basada en la novela homónima de William Lindsay Gresham y que funciona como remake del filme de 1947 dirigido por Edmund Goulding. En ella se nos cuenta la historia de Stanton Carlisle, un estafador que escalará posiciones hasta llegar a la cima y, eventualmente, la caída.
En la nueva película de Guillermo del Toro, el mexicano ganador del Óscar -y que con esta cinta suma más nominaciones a su extenso palmarés- se aleja de los convencionalismos presentados en sus anteriores obras (grandes diseños de monstruos, fantasías, etc.), para presentarnos su obra más humana. Una obra en la que el verdadero monstruo será el hombre. Constantemente se nos hace la pregunta “¿es un hombre o una bestia?”, pareciera que Del Toro lo tiene todo muy claro.
No es ningún secreto que, tras sus últimas películas, el cineasta nacido en Guadalajara ha ido enfatizando más la estética visual que sus profundas historias. Considero que esta no es la excepción.
Cuando Guillermo se lo propone, le salen películas sumamente bellas y con una gran narrativa visual. Solamente con el primer acto, que transcurre en una feria, la cámara nos transporta a otro mundo. Un mundo donde lo visual será nuestro vehículo de conocimiento y exploración a personajes cada vez más excéntricos. Y no lo es todo, también, a través del gran manejo que Del Toro tiene ante su mejor amiga, la cámara, es que podemos percatarnos de muchos detalles que nos servirán a lo largo de las dos horas y media de metraje.
A lo que quiero llegar con esto, es que la fotografía de Nightmare Alley no es bonita simplemente por serlo, sino que verdaderamente tiene una función narrativa dentro de la historia. Una función que nos servirá para movernos orgánicamente ante los personajes y sus desarrollos.
Como ya bien les comenté, este es un remake de una cinta de 1947, una película de cine negro. Otro de los aciertos que Del Toro logra en su nueva versión es acaparar los reflectores de un cine hollywoodense clásico. Ese cine que priorizaba la estética noir; conjugando un ambiente pesado y tétrico, con personajes complejos. Esta es una película que encapsula casi a la perfección lo que sería una película de neo-noir. Como dijo un amigo por ahí, si el cine negro tuviera color, perfectamente sería el de Nightmare Alley (2021).
Lamentablemente, y aunque el apartado técnico audiovisual sea una brillantez absoluta, el principal problema de Nightmare Alley recae en su guion.
Cuando se trata de intentar dar muchos simbolismos y detalles a través de la cámara, me parece perfecto. Cuando se busca recalcar los mismos e intentar darles más justificación de la que en verdad necesitan para que el espectador se entere, me parece casi hasta insultante. Mientras que el trabajo de cámara es fenomenal y nos cuenta mucho, los diálogos tan reiterativos sobre lo que acabamos de ver se vuelven redundantes y estúpidos. Sí, acabamos de ver que la cámara hace un close-up al cuello y los zapatos del policía; entendemos que lo que estamos viendo es algo importante, no es necesario que me lo tengas que justificar minutos después a través de una conversación de cinco minutos sobre lo que acaba de pasar.
Y lamentablemente como esta hay muchas escenas. Es una película de dos horas y media que, aunque algunas adiciones me parecen correctas por sobre la película original, la gran mayoría terminan por ser reiteraciones y cosas que no eran estrictamente necesarias de agregar. No aumentan la experiencia. Al contrario, por momentos saca al espectador de lo que le estás intentando contar.
Y aunque la redundancia que tiene el guion es uno de sus principales problemas, creo que el gran defecto recae en sus personajes. Tal vez no de manera individual, pero sí en las relaciones que van formando con el paso de la película. Mientras que uno esperaría que la manipulación de Stanton hacia Molly (su mujer) o sus amigos sería paulatina y sutil (vaya, estamos hablando de un estafador de primera), todo resulta abrupto y poco creíble. El brinco de tiempo es también una manera fácil de no querer contarnos el progreso y cómo llegó a la cima del éxito. Agradezco que el personaje de Rooney Mara tenga más participación que el de la cinta de 1947, pero prácticamente no se siente como tal. Falsas reacciones y poca credibilidad a la hora de confrontar a su pareja, son los recursos que hacen de Nightmare Alley una cinta fallida.
Afortunadamente, creo que esta es una película que puede llegar a disfrutarse muchísimo más si no conoces nada de ella. Si no has leído la novela y si no has visto la versión cinematográfica anterior. Es una historia que se sostiene por sí misma y es, cuanto menos, muy interesante de ver.
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