Por: Freddie Montes (@FreddieMontes)
El ganador del Oscar Jordan Peele regresa a la escena fílmica con ‘Nope’, su tercer largometraje, mismo que está protagonizado por Daniel Kaluuya, Keke Palmer, Steven Yeun, Brandon Perea y Michael Wincott.
OJ (Daniel Kaluuya) y Emerald Haywood (Keke Palmer) son una pareja de hermanos que tras la repentina muerte de su padre se quedan al mando del negocio familiar dedicado a la doma de caballos para producciones audiovisuales. Una mala experiencia en un set de filmación y la aparición de extraños fenómenos que acechan el rancho en el que viven, provocan que este par ponga en marcha un ambicioso plan con la única finalidad de obtener fama.
Para la mayoría de la gente, Jordan Peele está destinado a ser el nuevo maestro del suspenso en Hollywood, debido en gran medida a lo conseguido con su primer largometraje, ‘Get Out’, una destacable ópera prima que fue muy bien recibida por la crítica y el público en general, incluso haciéndolo acreedor de un injusto premio Oscar en la categoría de mejor guion original (competía contra ‘The Big Sick’ y ‘Three Billboards Outside Ebbing, Missouri’). En 2019 estrenó su segundo filme, ‘Us’, un desastre narrativo que de no ser por la muy aplaudida, aunque también sobrevalorada, actuación protagónica de Lupita Nyong’o, hubiera pasado sin pena ni gloria por los círculos de crítica y por la memoria de buena parte de los espectadores. Por lo tanto, ‘Nope’ representa la oportunidad perfecta para disipar las dudas sobre este cineasta, ¿Fue ‘Us’ un bache en su filmografía y su talento está más cercano a lo que demostró en su primera película o fue ‘Get Out’ un chispazo que nos dejó ver el punto más alto de su capacidad como cineasta y realmente tendremos que soportar durante años a un burro que tocó la flauta respaldado por su séquito de fanáticos?
Para responder a la interrogante abordemos, primero, un poco de lo que es su forma de hacer cine en términos generales. Jordan es un tipo que le ha dado una bocanada de aire fresco a los géneros de suspenso y terror en Hollywood, principalmente por el hecho de que sus tramas parten de elementos aterradores realmente originales que, combinados con una carga de comedia negra, se enlazan con una importante crítica social, principalmente en relación al tema del racismo en Estados Unidos. Además, ha decido dejar de lado la apuesta por generar terror mediante el tan desgastado elemento del jump scare, apostando más por las atmosferas y el terror visual. Con lo anterior, podemos deducir que este cineasta es un buen escritor en lo que respecta a la creación de ideas para su trama y un buen director en el sentido de la materialización de conceptos visuales, pero dicha capacidad no le alcanza al momento de desarrollar un guion ni de utilizar su cámara para proyectar emociones más allá de secuencias que sólo deslumbran en lo individual, demostrando que Peele no es ni el gran guionista ni el gran director que muchos quieren vender y ‘Nope’ es la muestra clara de ello.
La película empieza planteando un concepto interesante aderezado con discursos antirracistas y críticas abiertas al mundo del espectáculo que construyen, con éxito, las bases de lo que pinta para ser una historia cargada de suspenso, la idea de que llegará el momento en el que el concepto eje de la trama logre su explosión dentro de la cinta es inminente y se mantiene oculto de buena manera, pero conforme el primer acto avanza somos testigos de una incapacidad narrativa por generar situaciones atractivas más allá de la premisa inicial, lo que convierte a la primera parte en un larguísimo acto introductorio sin mucho sentido. Es cierto que para que una historia como la que intenta plantear Peele funcione se requiere de una construcción que se cocine a fuego lento, pero no tiene ningún caso reciclar conceptos y frases cuando ya no tienes nada más que ofrecer. El acto intermedio es el más afortunado de todos, lamentablemente es muy breve y culmina en un tercer acto tan desastroso que provoca que el resto de la cinta se sienta como un despropósito.
Lo peor es que al analizar la película con cabeza fría y como un todo, el espectador podrá darse cuenta que fue testigo de un guion plagado de incoherencias (como ver a tres niños que recorrieron kilómetros a la mitad de la noche sólo para espantar a otro personaje, cuya única finalidad en pantalla es jugarle una broma absurda al espectador), además, existen escenas, secuencias e incluso subtramas que no sirven de nada para el desarrollo del filme, principalmente esa historia paralela sobre la grabación de un programa de televisión que involucra un incidente con un primate, esta sirve para que seamos testigos de una clarísima referencia a la explotación de los animales dentro del mundo del espectáculo y también como una especie de alegoría de la película en general, sin embargo, no hay razón lógica para incluirla en un guion al que no se le aporta nada, quizá, sólo quizá, si la cinta abriera con esta escena completa para que fungiría como preámbulo de lo que se verá después tendría mayor lógica, pero interrumpir constantemente la historia principal para exponer la misma idea desde otro terreno no tiene ningún sentido en pro del producto final.
Ante esto, lo único que se le puede reconocer a Peele es su impecable capacidad para esconder todas estas incoherencias y errores en medio de conceptos tan rebuscados y supuestamente originales que terminan por dejar maravillados a aquellos espectadores que por engaño o decisión propia se dejan seducir, primero, con la innegablemente interesante idea inicial para, posteriormente, degustar en piloto automático todos los aspectos visuales deslumbrantes que distraen la atención del desastre narrativo y de dirección en el que está inmerso su creador. Lo curioso es que un cineasta que supuestamente venía a refrescar la industria termina por caer en eso que tanto se le recrimina a las películas de superhéroes que abarrotan la cartelera e incluso a las películas de terror que apuestan todo al jump scare. ¡Qué ironía!
En el rubro de los personajes somos testigos, una vez más, de lo mal guionista que es Jordan Peele, es increíble su incapacidad para construir personajes con el más mínimo desarrollo, pero aún más inverosímil es que crea que si en hora y media no ha madurado ningún trasfondo con la idea de hacer que el espectador se interese en sus protagonistas (ya no hablemos de los secundarios) espere que sus escenas melancólicas generen algo en la audiencia, todo es una apuesta narrativa a que el protagonista, por el simple hecho de serlo, nos tenga que enternecer, y aquí nuevamente resulta pertinente la analogía con el groso del cine de superhéroes, en el que apuestan a que empaticemos con el héroe casi por obligación. Además, todos los personajes tienen una serie de momentos en los que simplemente es imposible creer la forma en la que reaccionan a ciertas situaciones (el desenlace del personaje interpretado por Michael Wincott es el ejemplo perfecto).
Sobre las actuaciones, hay que decir que lo de Daniel Kaluuya resulta hasta desesperante, entiendo que su rango actoral es el del tipo duro, y hay producciones en las que funciona a la perfección, pero es inverosímil que nunca pueda quitar la misma cara plana cuando su padre murió, la relación con su hermana no es la mejor, su fuente de trabajo se viene abajo, tiene un problemita de extraterrestres en su vivienda y en muchos momentos está a punto de morir. Esto no es un estilo de actuación, es casi una antipatía para el trabajo o una nula capacidad para dirigirlo. En contra sentido está una Keke Palmer que todo el tiempo está varios decibeles histriónicos arriba de lo que la película exige. El mejor librado tanto en construcción de personaje como en actuación es Perea, quien tampoco puede hacer mucho con lo que el guion le da.
En conclusión, si ‘Get Out’ te pareció la octava maravilla pero también disfrutaste ‘Us’, estoy seguro que ‘Nope’ es para ti, pero en cuanto a calidad cinematográfica no se puede negar que esto se ha convertido en el punto de inflexión en la carrera de Jordan Peele, lo que pintaba como un tipo con conceptos interesantes para ofrecerle a la industria del suspenso/terror hollywoodense, terminó por irse a un extremo que lo posiciona en el mismo tenor de lo que intentaba separarse, se convirtió en un cineasta que apuesta por una premisa interesante y escenas que en lo individual deslumbran para tapar todos sus carencias como guionista y director, pero que gracias precisamente a esas pantallas goza y seguramente gozará de un sequito de fanáticos que encontrarán en él al inventor del hilo negro. A final de cuentas, si ese es su estilo y es lo que le gusta a su público, está increíble, pero no se dejen engañar por aquellos que les quieren vender a una mala copia de M. Night Shyamalan como si fuera un heredero de Alfred Hitchcock. En lo particular, ‘Nope’ es una película del montón, hecha por un cineasta del montón.
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