Amat Escalante puede preciarse de tener ya una filmografía que, si bien no es tan extensa en cantidad, sí representa de manera vehemente muchos de los problemas que aquejan a México. Lo logra, además, por medio de una mirada que se amplía de acuerdo a lo que la historia requiera: desde unos inmigrantes a los que les retiró la etiqueta de víctimas hasta un sitio rural en el que una criatura desata placer y terror, el director es capaz de tocar temas ríspidos con una maestría que cautiva.
Vuelve este año a las pantallas con la película ‘Perdidos en La Noche’, en donde nuevamente se acerca a las injusticias de este país, que son el pan de cada día. Tiene como protagonista a Emiliano (Daniel García Treviño), un joven cuya madre se halla desaparecida después de pronunciarse en contra de la construcción de una mina. Harto de la ineficacia de las autoridades, su búsqueda autónoma lo lleva a cruzarse con la excéntrica familia Aldama, con quienes comenzará una relación de confianza, sin dejar nunca de lado su objetivo primordial: Descubrir qué le sucedió a su mamá, y si ellos están implicados.
‘Perdidos en La Noche’ muestra esas hechuras a las que el cineasta nos ha ido acostumbrado, y esta vez se vale de una mezcla de géneros que va encabezada por el thriller y se salpica con atisbos de drama, suspenso y noir. Comparada con aquella confección de la que resultara ‘Heli’ – cinta que provocó shock en la audiencia de Cannes al tiempo que le otorgara el premio a Mejor Director – hoy tenemos un perfil de violencia más velado, pero igual relevante. A través del comportamiento del cuerpo policiaco, de los narcos que arrasan con la vida de una niña pequeña o de una influencer que utiliza la mímica del suicidio para conseguir seguidores, Escalante continúa respetando la esencia de sus intereses, que evocan principalmente a la denuncia social, acompañada de desigualdad, infamia e imposibilidad.
Estos conceptos y sus contrastes están presentes en la rutina simple que lleva Emiliano, y la opulencia que disfrutan los Aldama: Mientras uno realiza maniobras peligrosas en pos de ganarse unos cuantos pesos y pasa su tiempo libre acompañado por su inocente novia, los otros graban videos para su público, hacen arte a expensas del sufrimiento o traumas y gozan de miradores que abarcan una vista interminable de Guanajuato. La hermana de Emilio dirige un grupo de búsqueda de desaparecidos cuyos frutos son más bien escasos; su compañero de trabajo se accidenta y recibe una bicoca como compensación. ‘Perdidos en La Noche’ nos habla, utilizando pequeñas acciones y decisiones casi silenciosas, de lo poco que obtiene la gente que no tiene recursos suficientes o contactos que estén dispuestos a ayudarlos, y lo fácil que es salirse con la suya para los que tienen los medios del soborno, aún si esto pasa por encima de la seguridad de una comunidad.
El peso de los actores en ‘Perdidos en La Noche’ es mayúsculo gracias a la forma en la que navegan en la trama, sin demasiados aspavientos y con la naturalidad debida, aún en escenas de gran impresión. Carga el mayor tiempo a cuadro Juan Daniel García, quien lleva a cabo su papel con estupendo talante y sensibilidad, como nos ha ido demostrando en sus múltiples apariciones. Bárbara Mori encarna impecable a una mujer que se dedica a la farándula, con momentos glamorosos en que firma autógrafos y se saca fotos, y otros más densos, donde pelea con su marido y se exaspera. Merecen mención también Fernanda Osio, quien encanta con su dulzura, y Ester Expósito, que se deshace del acento español para entregar a una joven atribulada y enigmática.
Edificada con un dinámico guion escrito por Amat y Martin Escalante y la orgánica cinematografía de Adrián Durazo, ‘Perdidos en La Noche’ es un compendio de deseos de venganza, esperanzas de reencuentros y resignación ante lo perdido. Los duelos se viven y reavivan, y la insatisfacción parece estancar la existencia de todos los involucrados. La lección de este largometraje, como suele suceder en el cine del realizador barcelonés, tiende más a la tragedia que al esclarecimiento: los poderosos y su dinero mueven montañas… incluso las explotan.
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