Por: Ale Vega (@PATHGRETEL)
Después de un par de décadas en las que los slashers y los jumpscares eran la moda en el cine de terror, este género ha evolucionado hacia una de sus aristas más intrigantes y emocionantes: la que tiene que ver con el terreno psicológico. Los nuevos cineastas se han abocado a presentar cintas que se meten en la mente de su público, a través de silencios opresivos, tramas que se cuecen a fuego lento y miedos reales y cercanos. Jordan Peele con ‘Get out’, Ari Aster con ‘Hereditary’, y John Krasinski con ‘A quiet place’, son ejemplos de directores cuyas óperas primas se centran en una misma provocación: La tensión, esa que va jalando la psique del espectador como una cuerda al borde de la ruptura.
Uniéndose a este grupo, este año se presenta la directora australiana Natalie Erika James con su primera película, que lleva por nombre ‘Relic’. Sus protagonistas son Kay (Emily Mortimer) y Sam (Bella Heathcote), madre e hija, quienes han recibido el aviso de que la abuela Edna (Robyn Nevin), que vive en un área rural, está desaparecida. Viajarán entonces de Melbourne a Victoria para ayudar a encontrarla, y descubrirán una situación abrumadora: la enfermera, al revisarla, declara que muy seguramente padece demencia. Así será como estas tres mujeres se verán encerradas en la vieja casona de Edna, mientras acuerdan cuál es el mejor porvenir para ella. Además de lidiar con su problema de salud, descubrirán que el espacio que habita es peligroso, de muchas más formas que las que alcanzan a imaginar.
‘Relic’ es un ejercicio que la directora comenzó a fraguar a partir de la visita que le hizo a su abuela, quien padece Alzheimer. Observar cómo se desarrollaba su malestar y cómo éste le hacía perder el contacto con la realidad y con sus seres queridos (de quienes ya no reconocía su rostro), la hizo reconocer que estas enfermedades, silentes y corrosivas como son, generan desconcierto y miedo en una familia que, hasta hace muy poco, se preciaba de vivir con normalidad. Fue así como moldeó a los personajes que interpretarían la cinta, los cuales retratan las distintas aristas de las relaciones madre – hija, que, aunque no lo queramos reconocer, están siempre teñidas de palabras no dichas, diferencias de opinión, resentimientos y emociones desbordadas. En tanto Kay busca un asilo para que se encarguen de su mamá, Bella prefiere que permanezca en su casa y mudarse con ella. Kay es workaholic a ojos vistos, mientras que Bella está más que contenta con sus turnos en el bar. Observamos estos ejemplos y sus opuestas posturas, y cómo entre ellas sigue atorada una abuela a la que nadie escucha –caso frecuente en las familias con integrantes de la tercera edad-, creyendo que sus parcas palabras vienen de sus males, cuando la verdad es que sólo ella puede explicar lo que está sucediendo en su casa y en el interior de su ser.
Para lograr la atmósfera adecuada, James trabaja con el cinematógrafo Charlie Sarroff, quien acierta al convertir a la mencionada casona en un protagónico más, que, así como tiene sillones, velas y montañas de libros, tiene también sombras, desperfectos y oxidados. Lo que otrora fuera una elegante herencia, ahora se muestra afectada por los años y el descuido, lo que refleja fielmente la situación de su habitante: No importa que no alcancemos a ver qué es, sabemos que es dañino, oscuro y amenazante. No necesitamos grandes explicaciones ni a un culpable específico, basta con sentir como el ambiente se enrarece con lentitud, volviéndose sofocante e insostenible.
Estrenada en el Festival de Cine de Sundance en el 2020, ‘Relic’ es una muy acertada analogía de lo que la vejez y las enfermedades derivadas de ella le hacen a la vida familiar, porque la mancha que observamos expandirse finalmente no es tan sobrenatural como parece: Tiene la esencia de los mismos males que nos acosan, nos persiguen, o se nos pegan. La más de las veces, no hay manera de huirles.
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