Por: David Cavazos (@DavidCav21)
Rifkin's Festival es lo nuevo de Woody Allen. Ahora, la neurosis y el aura del cineasta se ponen en la piel de Wallace Shawn, quien interpreta a un profesor de cine que intenta escribir un libro mientras idealiza un romance con su doctora. La película está situada en España durante el Festival de Cine de San Sebastián, mismo que usó a esta cinta como proyección de apertura en su edición del 2020.
Woody Allen es de mis directores favoritos, mejor dicho, es uno de los directores que me metió de fondo al análisis de una comedia en toda regla. Hablar de él en pleno 2020 es algo peligroso, pues con todos los problemas legales que sucedieron con Farrow, hablar de él se ha sentido limitante. Eso repercute en esta película que nadie quería financiar, Allen nunca imaginó que lograría terminarla y, para cumplir con su cuota de una película por año, se nota que la hizo a las apuradas. Esto le termina pasando factura a este film, el cual es uno de los más flojos en la filmografía de Allen.
Esperar una Annie Hall, Manhattan, Love & Death o Zelig es demasiado para un director que ya tiene 85 años de edad, Allen va a lo seguro. Pero es inevitable ver lo descuidada que está esta película en su manufactura, la cual sirve como postal de España. Wallace Shawn está bien, rayando en lo decente. Me da muchísimo gusto ver a Enrique Arce en pantalla, aunque sea de manera efímera, al igual que Christoph Waltz en un rol asombroso que parodia a la muerte de El Séptimo Sello de Bergman. El resto de las actuaciones son bastante flojas. Pero, lo mejor de esta película, son los homenajes a películas clásicas de Fellini, Bergman, Welles o Godard. Es como si se burlara del cine clásico y del actual, de sí mismo y sus compañeros. Esos momentos son la chispa de la película, junto con una que otra broma. Lo demás es terreno Allen, pero sin ganas.
Se nota en todos lados las pocas ganas que Allen le puso a esta película, prácticamente es otro proyecto de encargo, pero pareciera que el Festival de Cine de San Sebastián se lo encargó. La fotografía es fea, la iluminación, sobre todo. Ya lo había dicho, al director de fotografía, el italiano Vittorio Storaro, ni siquiera le dio tiempo de iluminar la película, está claro que Allen quería grabar rápido.
Esta cinta está llena de los lugares comunes de la filmografía de Woody Allen para beneficio de algunos fanáticos, el repudio de otros y el desgaste de algunos. Rifkin's Festival es disfrutable para los seguidores del cineasta neoyorquino, así como para los fanáticos del cine. Sin embargo, lo que realmente ha destacado de Woody Allen en tiempos recientes sigue siendo su libro A Propósito de Nada.
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