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Scenes From A Marriage: Cuando el amor no lo es todo

Por: Victoria (@viktoria_jpg)


Scenes From A Marriage, es un remake de la mini serie sueca de 1973 dirigida por Ingmar Bergman, la cual retrata la historia de ruptura de un matrimonio. En esta nueva versión, producida por HBO Max y dirigida por Hagai Levi, Jessica Chastain interpreta el papel de Mira y Oscar Isaac a Jonathan (cabe resaltar que ambos tienen créditos como productores de la serie).

Cuatro de los cinco episodios que conforman esta mini serie comienzan con una secuencia en la que Chastain o Isaac entran al set de grabación, el quipo de producción se encuentra preparando todo para empezar el rodaje, todos se colocan en sus posiciones, suena la claqueta y el director grita “acción”, y con eso, nos olvidamos de todo lo que sucedió minutos antes y, al igual que los actores, nos sumergimos por completo en las escenas siguientes. Este es un recurso que Levi usará en más de una ocasión y, según ha explicado en entrevistas, la intención detrás de esto es enfatizar que después de esa secuencia inicial lo que sigue es algo más abstracto e impactante.


En esta nueva adaptación del trabajo de Bergman, Mira y Jonathan son una pareja que ha estado casada por casi 10 años; el primer episodio es el inicio del camino agonizante que los llevará a un inevitable divorcio, incluso cuando parece ser que la relación de estos dos está realmente bien, hay ciertos comportamientos en cada uno de ellos que indican todo lo contrario y la situación se hace más que evidente cuando Jonathan acepta que una estudiante universitaria les haga una entrevista para un proyecto de investigación. La tesis del proyecto es: si el hombre es quien provee de más atención y afecto a la familia y la mujer se encarga del sustento económico, el matrimonio tiende a durar más. Mientras Jonathan parece cómodo respondiendo, Mira se encuentra en un conflicto consigo misma tratando de procesar y responder de forma coherente. Ambos tienen problemas para expresar lo que realmente sienten y esta no será la primera ni la última vez que esto les suceda.


A medida que se va desarrollando en los siguientes episodios la historia del matrimonio, van saliendo a flote los traumas y conflictos internos de ambos. Jonathan tiene un problema con el asma, creció en una familia judía bastante ortodoxa y desde su niñez ha ignorado las necesidades emocionales que tiene o simplemente se ha obligado a si mismo a retener esos sentimientos. Mira, por su parte, ha sido testigo de los tres matrimonios fallidos de su madre e internamente se prometió así misma que su matrimonio DEBÍA funcionar porque no puede aceptar la idea de que, al igual que su madre, ella probablemente haya elegido a la persona incorrecta.

A diferencia de la versión original de Bergman, en donde era Jonathan quien empezaba a cuestionarse el futuro de su matrimonio, en está nueva versión los roles se invierten. Este es, por mucho, el cambio más notorio con respecto a la versión original. Estamos tan acostumbrados a ver historias sobre mujeres exitosas pero cuya vida personal va cuesta abajo, que, si aún no has visto la historia original, lo más “lógico” (en base a todos los estereotipos y clichés que ha impuesto la sociedad), seria esperar que fuera Jonathan el que decidiera darle un ultimátum a su matrimonio, pero aquí pasa todo lo contrario. Mira nunca es retratada como una mujer despreciable por sobreponer un amorío pasajero con un hombre mucho más joven que ella en lugar de su familia. Una de las decisiones más acertadas que tomó Levi fue precisamente esta, el llevar la complejidad del personaje de Mira a otro extremo y darle un significado distinto.

Ver el deterioro de un matrimonio expuesto de la forma en la que Bergman lo hizo fue toda una novedad en los 70’s, y desde entonces se han hecho incontables spin-offs de lo mismo, así como múltiples historias sobre ruptoras amorosas, es por eso que Levi al rehacer la versión original, tenía como uno de sus mayores desafíos el llevar la historia de Bergman a una realidad contemporánea, en donde, ni los roles de género, ni el divorcio per se, serían el punto de inflexión principal de la historia.

No tienes que haber visto la versión original para sentir una sensación de dèjá vu mientras ves la serie, es probable que ya hayas visto distintas versiones con una premisa similar a esta, pero solo porque se haya hecho antes no quiere decir que no se pueda volver a hacer (y más aún si el producto final es tan bueno como este), y Chastain y Isaac son el ejemplo perfecto de esto. Interpretan personajes que a primera vista no aportan nada que no se haya visto con anterioridad, pero ambos logran darle un significado distinto a sus personajes, no solo con la química que existe entre ellos dos, sino con sus increíbles actuaciones que te dejaran con una sensación de vacío en el pecho y un nudo en la garganta.


Gran parte de la historia transcurre dentro de una casa, pero, a pesar de ser acogedora, carece de vida, justo igual que su matrimonio y Levi logra crear una desolación en el interior de esta misma. La fotografía es superlativa, la forma en que se utiliza la iluminación para reflejar el vacío interno de los personajes y el significado tan sutil e importante que se le da a aquel ático de la casa que Mira nunca pudo reparar, hace una metáfora al hecho de que su matrimonio también permanece incompleto.


En su desnudez, tanto literal como emocional, parece que lo único que los une es el hecho de estar destrozados por dentro; sí, la mera idea de estar juntos a ambos les resulta imposible pero la idea de abandonarse mutuamente es aún peor. Hay momentos en donde se ven envueltos y totalmente entregados a sus deseos carnales mientras sus papeles de divorcio se encuentran esparcidos en el suelo esperando su firma, y es en esos instantes en donde ya no sabes si lo que estás viendo es otra ruptura en su relación o una reconciliación, pero ellos tampoco tienen ni idea. Es el tipo de amor (o como sea que quieras llamarle), que te descoloca en todo momento, pero de alguna manera, es ese mismo amor el que les da a ambos una especie de respiro que ellos saben que no encontraran en ningún otro lugar.

En una especie de “cierre de ciclo” (aunque realmente la expresión se siente inexacta en este sentido), a unos años de haberse divorciado, Jonathan y Mira vuelven a reencontrarse y, parece un chiste, pero Jonathan decide alquilar la casa que fue testigo de las escenas más amargas de su matrimonio y vuelven a ese ático que nunca pudieron reparar pero que ahora se encuentra distinto a como lo recordaban. Sabemos que realmente nada cambiará entre estos dos, continuaran en un circulo sin fin del que ya no tienen ni idea de como liberarse, engañando al resto del mundo, auto diagnosticando los motivos por los que creen que su matrimonio fracasó, pero, aun así, volviendo a los brazos del otro y, finalmente, envueltos en la relación mas honesta que han conocido.

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