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Foto del escritorAle Vega

Sick of Myself: ¿Hasta dónde estarías dispuesto a llegar para que te quieran?

 

Somos, inevitablemente, una generación en busca de atención. Nuestras fases más vulnerables, aquellas relacionadas con la juventud y la inexperiencia, se fueron desarrollando a la par de los celulares y las conexiones que nos generan. Conforme la tecnología avanza y los millenials van heredándole espacios y cultura pop al llamado Gen Z, aumentan también las opciones para ser visto y escuchado, abriendo canales de exhibición y opinión a diestra y siniestra.

Si hoy todos tenemos más o menos un nivel similar de posibilidades en esta búsqueda, ¿cómo lograr destacar del resto?... ‘Sick of Myself’ (‘Enferma De Mí’), la más reciente película del director Kristoffer Borgli, está protagonizada por Signa (Kristine Thorp), una empleada de cafetería que, a raíz de un suceso sangriento en el que se ve involucrada, descubre una forma peculiar de llamar la atención de cercanos y extraños. A través de hacerse la víctima en una situación provocada por ella misma, Signa llevará su deseo de encumbrarse a los límites más abrasivos.

 

Si bien el tema de la popularidad ha sido abordado recientemente en cintas como ‘Sweat’ (Magnus Von Horn, 2020) y ‘Not Okay’ (Quinn Shephard, 2022), el planteamiento de éstas se ha fincado en las redes sociales y sus malignos alcances. En esto se diferencia ‘Enferma De Mí’, ya que los seguidores no son el objetivo principal, sino una obvia consecuencia de su macabro plan. La motivación de Signa no es explícita al principio, pero en el desarrollo de sus relaciones de amistad, así como la que sostiene con su novio Thomas (Eirik Sæther), se entiende una especie de competencia que parece querer ganar permanentemente: quién robó una botella de vino, quién fue el héroe en una emergencia, a quién lo entrevistarían primero en una revista. Ser la persona que presume el mayor logro comienza siendo divertido para la chica, y le crea hambre de más. Debido a ésta, lo seductor se tergiversa en algo malsano, y son alergias, heridas y afecciones los móviles que van in crescendo, incomodando no sólo al personaje principal.

 

Construir un relato perturbador es en cierta manera como caminar por la cuerda floja, ya que fácilmente el creador puede caer hacia el lado del thriller, o tal vez decantarse por el drama. La cualidad más agradable es el tono en el que nos adentramos a ‘Enferma De Mí’, ya que el cineasta noruego acierta en utilizar nada menos que la comedia negra. Es entonces como, a medida que crece nuestra preocupación por las decisiones que afectan salud mental y física de la protagonista, la risa se vuelve un bálsamo que nos permite afrontar sus trágicos cambios. Observar el deterioro no es sencillo y, afortunadamente, Borgli no le tiene miedo a mostrarlos con la crudeza necesaria para transmitir la magnitud del problema (casi en los extremos del body horror), porque inserta los momentos cómicos con un timing perfecto, que se agradece y reconoce por su elegante destreza al llevarlo a cabo, además de coreografiarlos con la vistosa cinematografía de Benjamin Loeb y las intensas actuaciones de Eirik Sæther y Kristine Thorp, en cuya naturalidad burda pero simpática recae la mayor parte del peso del largometraje.

Realizando una mordaz crítica a la sociedad actual, esa que anhela proyectar una imagen admirable ante conocidos y ajenos, abusando a veces de la ola woke y los beneficios de la inclusión, ‘Enferma De Mí’ hace hincapié en los peligros de olvidar las consecuencias, o tomarse los riesgos a la ligera. Entre funerales efectuados como fiestas privadas, sábanas que presumen carecer de género y pastillas rusas para la ansiedad que han sido prohibidas, Kristoff Borgli enuncia la pregunta que ronda cual nube por encima de nosotros, pero casi nadie se atreve a expresar en voz alta: ¿Hasta dónde estarías dispuesto a llegar para que te quieran?

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