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‘Star Wars: The Rise of Skywalker’: Un cagadero que resulta entretenido

La saga cinematográfica más importante de todos los tiempos llega a su fin este 2019 después de 42 años, 9 películas, tres trilogías y millones de dólares recaudados entre taquilla, juguetes y artículos de todo tipo.

Tras dirigir el episodio VII de ‘Star Wars’, J.J. Abrams aseguró que nunca volvería a dirigir nada relacionado con esta franquicia, sin embargo, una serie de eventos desafortunados ocurridos hace un par de años en la preproducción de esta película hicieron que Kathleen Kennedy, presidenta de Lucasfilm, tuviera que irse a la segura y pedirle a J.J. que regresara para dirigir la entrega final de esta saga, y como Abrams no se caracteriza por ser un hombre cuyas decisiones sean muy firmes la respuesta positiva por parte del también director de ‘Star Trek’ llego pocos días después de la oferta inicial.


Lo que Abrams no se esperaba era encontrarse con el proyecto más complicado de toda su carrera como cineasta. Y es que desde su concepción hasta las semanas previas a su lanzamiento esta cinta estuvo rodeada de contratiempos. Y todo esto no lo digo con el afán de justificar el auténtico cagadero narrativo que es este film, pero lo que sí puedo asegurar es que esta película, cuyo resultado podría catalogarse como “apenas decente”, en manos de otro director hubiera culminado en una auténtica porquería.

Para encontrar el primer problema con el que se enfrentó Abrams nos tenemos que remontar al momento en el que Disney decidió revivir esta saga con una trilogía de secuelas. No porque la idea haya sido mala, la mayoría de los fans deseaban ver qué sucedía con sus personajes en el futuro y financieramente era una apuesta segura, sino porque los encargados de esto nunca definieron un camino, jamás marcaron un punto inicial y final al que los guionistas involucrados se tuvieran que apegar. Y que esto le haya pasado a Disney es inverosímil tomando en cuenta que dentro del mismo estudio tenían el ejemplo a seguir de Marvel, cuyo universo, con todos sus innegables defectos, se trazó un camino claro desde el inicio y aunque pasaron directores y guionistas con estilos diferentes lograron mantener su idea de principio a fin.


Y me parece importante tocar este punto porque muchas personas defienden lo hecho por Rian Johnson en ‘The Last Jedi’, la película anterior de esta saga, ya que hizo que sus ideas prevalecieran por encima de todo. En verdad soy un fiel creyente de que inclusive los grandes estudios deben dejar a los cineastas hacer lo que saben hacer pero cuando tienes en tus manos un proyecto que incluye un trio de películas que siguen una misma historia no puedes permitir que cada nuevo director haga lo que se le antoje y encima esperar que el público se sienta satisfecho con los resultados. Fue por esto que Colin Trevorrow, hombre que originalmente iba a dirigir esta película, abandonó el proyecto cuando le fue presentado el guion del episodio IX, lo comparó con lo planteado en los episodios VII y VIII y se dio cuenta que no había un universo definido por lo que hacer un producto con buenos resultados sería prácticamente imposible.

Y es precisamente el tema “Rian Johnson” el segundo problema con el que se enfrenta J.J. Abrams. El mal recibimiento que tuvo la cinta anterior, al menos por parte de los fans, fue suficiente para que se tomará la decisión de que esta película dejaría del lado lo presentado por Johnson y retomaría la ideología presentada por Abrams en el episodio VII. ¿El resultado? Un primer acto que en su afán de corregir con parches buena parte de lo presentado en el film anterior termina por sentirse, en algunos momentos, tedioso. El asunto es que esto era un precio que había que pagar para poder darle un poco de coherencia a la trilogía como lo que se supone que es, un mismo proyecto.


Los problemas con los que se enfrentó Adams dan para escribir mucho más, desde la obligación de cumplir con las cuotas de genero de Disney provocando que algunos personajes y momentos introducidos en esta cinta se sientan metidos con calzador, pasando por el hecho de que pocos días antes de su estreno la película se seguía editando debido al mal recibimiento en las proyecciones de prueba, hasta la lamentable muerte de Carrie Fisher (Princesa Leia), ya que si había algo que sí tenían definido los ejecutivos era que cada película iba darle cierto protagonismo a cada uno de los integrantes del trío original, y el turno en esta tercera entrega era para el personaje de Leia.

Está claro que el guion, aparte de por lo que lo que ya he comentado, es un auténtico cagadero debido a que debe parchar errores pasados, ser políticamente correcto e introducir de nuevo a los personajes, desarrollarlos y darles una conclusión en poco menos de dos horas y media. Sin embargo, el producto sorpresivamente logra ser entretenido gracias al talento de Abrams para dirigir aventura y escenas de acción. Y no sólo es valor visual de la cinta en cuanto a su fotografía, también son los impresionantes efectos visuales, e impecable sonido y la banda sonora que, fiel al estilo Star Wars, no sólo nunca falla sino que indudablemente emociona gracias al buen acoplamiento de ésta con lo que se está mostrando en pantalla.


Lo que sí hace mal J.J. en esta cinta es no saber darle la importancia necesaria a los grandes momentos del guion. Hay personajes que regresan y su aparición emociona por lo que significaron pero no que porque la escena se esté desarrollando de una manera satisfactoria. Lo mismo pasa con las despedidas, son emotivas por lo que significan los personajes pero no porque se construya una atmósfera para que el espectador se siente conectado con lo que está viendo.


En el aspecto técnico el único detalle negativo es la edición. Seguramente fueron las prisas de la reedición pero el mal trabajo en este apartado se nota de tal manera que hace que el ritmo de la película tenga un tono bastante extraño.

En cuanto a los personajes era evidente que no se iba a desarrollar en una sola película lo que no se hizo en dos anteriores, es por esto que el guion sólo se enfoca en el arco de personaje de Rey (Daisy Ridley) y Kylo Ren (Adam Driver). Y es aquí donde me doy cuenta que no todo en este guion es malo porque lo que se hace con nuestra heroína y nuestro villano es bastante interesante, por supuesto se siente apresurado por el poco tiempo disponible pero el resultado es positivo, por fin se exploran sus motivaciones, se descubre sobre su pasado y se desarrollan sus conflictos de tal manera que, por primera vez en la trilogía, logras empatizar con ellos y no los sientes como personajes de videojuego que tienen que estar ahí porque la historia lo pide pero si les va bien o mal al espectador no le importa. Todo esto me deja la impresión de que si se hubiera explorado esto desde el inicio la trilogía hubiera tenido mucho mejores resultados.


En conclusión, Disney debió planear una estrategia clara desde el principio en la que el objetivo estuviera definido sin importar quien fuera el director o guionista, o, en su defecto, haber dejado a J.J. Abrams o a Rian Johnson que hicieran lo que quisieran pero con toda la trilogía y no por separado. J.J. hace lo que puede con un proyecto que estaba destinado a fracasar desde su concepción. Lamentablemente esta película no es juzgada sólo por lo que es sino por lo que sus dos predecesoras dejaron de ser. Está claro que esta trilogía que no cumplió con las expectativas de sus fans, pero si ese sentido de insatisfacción se repartiera equitativamente entre las tres películas señalándole a cada una sus respectivos errores y virtudes en lugar de cargar todo ese sentimiento contra esta última estoy seguro que cualquier fan de Star Wars que me esté leyendo no encontrará este fin de saga tan malo como se siente en un primer momento.

Calificación: 6/10

Por: Freddie Montes (@FreddieMontes)

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