Por: David Cavazos (@DavidCav21)
Soy de esas personas que no le interesa la política americana, pero le encantó House of Cards. Al ver este tráiler a principios de mes, imaginé que la esencia iba a ser muy similar, sobre todo por el enorme atractivo de Brendan Gleeson en la piel (y mente) del odiado por muchos e (incomprensiblemente) amado por otros, Donald Trump. Pero lo que terminamos recibiendo es una mezcolanza entre la serie anteriormente mencionada y un poco de Mindhunter, en el sentido de analizar la psicología de alguien amenazante y ridículamente poderoso. Ese es el caso de la más reciente miniserie de Showtime, The Comey Rule, la cual llega muy a tiempo, antes del debate entre Joe Biden y Donald Trump además de las elecciones americanas del 3 de noviembre. No podía llegar en un mejor tiempo.
The Comey Rule se basa en el libro de James Comey, “A Higher Loyalty” donde nos retrata los eventos antes y después de la llegada de Trump a la presidencia en el punto de vista de Comey (interpretado por Jeff Daniels) como director del FBI. Escándalos de Clinton, percepción pública, interferencias rusas, esperanzas rotas y la llegada del que podría considerarse el hombre más peligroso de la historia es lo que nos espera en este especial televisivo de dos partes que, contrario a lo que esperaba, es un poco decepcionante.
Me gustaría iniciar por los aspectos negativos de este especial, los cuales no girarán en torno a la posición política ni mucho menos. Esto va a la calidad del producto, la cual se puede definir en una sola palabra: excesivo. Gran parte de los defectos recaen en la primera parte de la miniserie, remarcando una idea constante al ver la serie: esto se pudo haber reducido a una película de dos horas y no habría pasado nada. Tiene la calidad de cine, pero una narración caótica y lenta que no despega como debería. Tenemos muchos personajes y algunos de ellos ni siquiera tienen desarrollo, solo una presentación para saber quién es, pero que rápidamente olvidaremos. Hay un claro desenfoque donde se siente un círculo repetitivo conforme pasa el primer tramo: investigación, junta, noticias, investigación, junta y noticias. Así nos vamos, pero con una que otra variable en medio. Tiene una clara falta de dinamismo para presentar eventos y situaciones. Hasta la segunda parte de la miniserie, hay más impacto, tensión, con una forma de ser. Pero esa primera parte es como un preámbulo a la tragedia, uno irregular y aburrido que le resta mucho a la experiencia de la historia.
Dentro lo positivo: Brendan Gleeson como Donald Trump. Un personaje que traspasa la realidad y Gleeson lo hace de forma estupenda, incluso aterradora. Hay un poder imponente en su presencia que te llega a dar miedo tanto en sus gestos, sus palabras y su forma de operar. El principal atractivo de esta miniserie es su mayor acierto. Te hace la experiencia más llevadera porque realmente estás viendo la pesadilla que están viviendo muchos americanos y miembros del gabinete. A ello se le suma Jeff Daniels como James Comey, una estupenda actuación digna del Emmy, con él la historia gira en torno, la historia se sostiene; pero hay un verdadero poder en esta historia cuando Daniels y Gleeson están en pantalla e interactúan juntos. Lo malo es que no hay tanto de esas interacciones y hay que tener mucha paciencia para llegar a ello.
A pesar de que simplifica todo un importante contexto político para la comprensión de todos, la historia carece de algo que te atrape o lo haga realmente interesante. En el peor de los casos, no ofrece algo nuevo. Hay momentos interesantes y varios desgarradores (como el final de la primera parte), pero la miniserie va de menos a más y más a menos para que después se termine estancando en un bajo perfil. Hay mucho qué profundizar, pero no tiene una ejecución constante, todo se siente ligeramente superficial. Lo interesante es la perspectiva que aporta porque hay una transformación en la perspectiva de Comey para que, al final, sintamos lo que él siente. Podemos sentir que una desgracia se avecina y, no importa de dónde seas, la puedes vivir. Esa es la peor parte, que realmente pasó.
The Comey Rule tiene con qué defenderse, pero no es digna de reelección. Con un estupendo elenco, un Gleeson bestial y un impecable Daniels, la miniserie pudo dar mucho más con estas interacciones. Lamentablemente se detiene en un guion carente de interés por parte de Billy Ray y una falta de dinamismo para explicar cuatro años de historia en menos de tres horas y media. Tiene la calidad de House of Cards… pero de las últimas dos temporadas.
Puedes leer más críticas, reseñas y análisis de David Cavazos dando click aquí
Bình luận