David Gordon Green, quien fuera el encargado de la nueva trilogía de ‘Halloween’, dirige ‘The Exorcist: Believer’, un reinicio para la franquicia y secuela directa de la versión de 1973 de William Friedkin.
Tras haber perdido a su esposa en un masivo terremoto en Haití, Victor Fielding (Leslie Odom Jr.) lleva doce años haciéndose cargo de Ángela (Lidya Jewett), su única hija. Un día, la pequeña Ángela y su amiga Katherine (Olivia O’Neill) deciden adentrarse en las profundidades del bosque, lo que deriva en la desaparición de ambas. Tras tres días de una incesante búsqueda sin ningún resultado, las jóvenes aparecen en un granero sin recordar nada de lo sucedido. A partir de este momento, situaciones extrañas y alejadas de cualquier explicación lógica amenazan la paz de ambas familias, por lo que Victor se verá obligado a contactar a la única persona viva que ha presenciado un evento similar: Chris MacNeil (Ellen Burstyn).
En 2018, David Gordon Green, que venía de dirigir películas como ‘Pineapple Express’, ‘The Sitter’ y ‘Stronger’, sorprendió a propios y extraños con su reboot/remake de ‘Halloween’, secuela directa de la cinta original de 1978 que nos pedía olvidarnos de todas sus secuelas conocidas, representando una especie de reinicio para la franquicia. El resultado fue positivo visto desde sus dos aristas. Primero, como un proyecto individual, que funcionaba de manera correcta dentro de sus propias pretensiones, plasmando los elementos que conforman el slasher sin olvidarse de la importancia del suspenso para dicho subgénero y sin descuidar a sus personajes (aunque todo esto se le olvidó con su segunda y tercera entrega, pero esa es otra historia); Segundo, funcionaba perfectamente como una secuela de aquel clásico, pues sin explotar el elemento nostálgico o buscar ser una copia de su predecesora, lograba recrear perfectamente la esencia de lo que fue aquel mito del horror, dándole un valor importante al regreso de su figura protagonista y recuperando la esencia típica de aquel filme. Sin embargo, ‘The Exorcist: Believer’ comprueba que ‘The Exorcist’ (1973) no es ‘Halloween’ (1978) y que John Carpenter no es William Friedkin. No es lo mismo, y lo digo como fanático de la franquicia protagonizada por Michael Myers, retomar el legado de un clásico del slasher que de una obra maestra del cine estadounidense setentero.
Y quise empezar con este punto antes de explorar la cinta como un producto individual porque es importante recalcar las múltiples fallas que presenta como un producto ligado a una obra anterior. ‘The Exorcist: Believer’ no es capaz de reproducir elementos cinematográficos que hicieron de su precuela una de las grandes joyas del cine de terror tales como sus silencios, el encierro, la soledad o la profundidad en torno a la pérdida de la fe. Pero también es incapaz de aprovechar la aparición de elementos clásicos de aquel filme como la música -porque si la utilizan en varias ocasiones, pero ninguna de sus presentaciones consigue un resultado positivo- las imágenes o sus personajes. Y es que el regreso a la saga de Ellen Burstyn (quien siempre se había negado a aparecer en las secuelas), es un desperdicio tanto para el filme en lo individual (si no hubiera aparecido, no modificaría en nada a la trama) como para una secuela, pues se trata de un personaje icónico que pudo haber sido explotado desde distintos frentes, pero su relevancia es nula. Aunque seguramente esto sólo funcionará a manera de presentación para darle mayor protagonismo en las dos películas restantes. Y es que sí, Universal pagó millones de dólares por adquirir los derechos de esta franquicia, así que, independientemente de su resultado en taquilla, la nueva trilogía es un hecho.
Ahora bien, alejándonos de las comparaciones con su precuela y los otros trabajos de su director, a ‘The Exorcist: Believer’ le cuesta mucho funcionar por sí misma debido a distintos factores. Para empezar, su primera acto y presentación de personajes es positiva, entiendes las motivaciones de los mismos y se abre una puerta que parece interesante para tratar los temas sobre los distintos manejos de la fe y las discrepancias en la forma de educar entre las familias de ambas niñas, sin embargo, todo se desmorona a partir del segundo acto, olvidándose de esas subtramas que pudieron haber dotado de profundidad a este relato y alejándose del terror psicológico, llevando este aspecto a un intento atropellado por sorprender al espectador a través de imágenes y sustos mucho más apegados al pobre cine de terror comercial moderno que al magnifico producto del que está bebiendo.
Pero lo peor de todo esto es el manejo que se le da al desarrollo del elemento principal de este filme: el exorcismo. Todo el acto en el cual se desarrolla este evento está conformado por una serie de situaciones carentes de sentido, en las que el poderío de la fuerza demoniaca resulta completamente ilógico, desde un inicio hay actos que demuestran una gran fuerza, pero en la escena siguiente es incapaz de lograr cosas que podrían parecer sencillas, y el desbalance es constante, pues mientras personajes que son considerados de mayor poder son fácilmente eliminados, los que no tendrían nada que hacer en un exorcismo terminan por intimidar a la presencia maligna. Y al final del camino, la resolución de este conflicto es sumamente pobre y predecible a pesar de partir de una premisa que pudo haber dado para más. Además de que la presencia de tantos personajes “principales” termina por saturar la escena climática en lugar de llevarla a un escenario plural e interesante.
Lo más sorprendente de esta cinta en comparativa con la versión setentera es la incapacidad de sus involucrados para hacer que visual y técnicamente pueda representar algo atractivo, tomando en consideración que desde entonces ha existido una revolución en cuanto a efectos visuales, técnicas de iluminación, maquillaje, recursos para el movimiento de cámaras y un largo etcétera, pero, aun así, esta película decide no aprovechar ninguno de los elementos que podría explotar, haciendo que su precuela sea vea mucho mejor a pesar de haber sido realizada hace más de cuarenta años. Así mismo, el tema de la edición es un problema, ya que su trabajo en lo que respecta a la sobreposición de imágenes no dice nada, no hay una coherencia entre escenas y no es capaz de aprovechar este recurso para generar un poco del terror que sus propias imágenes son incapaces de transmitir.
Dentro de todo este conjunto de errores, ¿hay elementos que se pueden rescatar de este trabajo? La realidad es que sí. Se le reconoce que no abusa del elemento jump scare para generar miedo en el espectador, y las veces que lo utiliza es justificado y cumplidor. También insisto en el hecho de que su primer acto es prometedor, además de que a lo largo del filme habrá algunas secuencias que podrían acercarla a ser una película de terror “palomera”. Así mismo, las actuaciones de la mayoría de los involucrados son bastante cumplidoras. Leslie Odom Jr. carga bien con el papel protagónico y es posible creerle su sufrimiento, aunque insisto, los problemas narrativos de la cinta impiden una exploración mayor al drama que está pasando como un hombre que está prácticamente solo contra el mundo. Ann Dowd es otra a la que se le ve comprometida, al igual que a las dos jóvenes, Lidya Jewett y Olivia O’Neill, que, si bien ya no es novedoso ver a pequeños poseídos en pantalla, la realidad es que en todo momento cumplen, aun cuando la naturaleza de los eventos que sufren dentro de la película las obligan a hacer gala de un trabajo histriónico que requiere una preparación física exigente. De igual forma, Ellen Burstyn, aún con su pobre participación, cumple en cada una de sus escenas. Del reparto principal, los que quedan a deber son los padres de Katherine, interpretados por Jennifer Nettles y Norbert Leo Butz, aunque reconozco que buena parte de esto se debe a todos los clichés con los que están formados sus personajes desde el libreto.
En resumen, ‘The Exorcist: Believer’ fracasa en su intento por revivir una cinta que funcionaba perfectamente en su individualidad, que estaba adecuada a su época y pretensiones. Quizá David Gordon Green haya dado en el clavo con su versión de Halloween de 2018 (no así sus dos secuelas), pero se necesita mucho más que ser un burro que tocó la flauta para tratar de revivir una de las obras cumbres del llamado “Nuevo Hollywood”. Pero el problema real es que esta película sale perdiendo no sólo si la comparamos con su predecesora, también si la tratamos como un producto individual, puesto que no funciona ni en su búsqueda por generar terror, ni en su exploración de problemáticas serias alrededor del conflicto paranormal. No estoy en contra de que se revivan ciertos clásicos, de verdad disfruté, aún con sus bemoles, la nueva trilogía de ‘Halloween’, pero si este va a ser el nivel, mi recomendación es que vuelvan a ver ‘The Exorcist’ de William Friedkin, en lugar de esta decepcionante secuela.
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