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The Power of the Dog: Todos pueden contar historias, pero privilegiados los que saben cómo contarlas

Por: Freddie Montes (@FreddieMontes)


Tras 12 años sin estrenar un largometraje, Jane Campion vuelve a las andadas, y lo hace por la puerta grande, con ‘The Power of the Dog’, cinta protagonizada por Benedict Cumberbatch, Jesse Plemons, Kirsten Dunst y Kodi Smit-McPhee con la que busca convertirse en la tercera mujer de la historia en ganar un Oscar a mejor dirección.



Los hermanos Phil (Cumberbatch) y George Burbank (Plemons), quienes son propietarios de un enorme rancho en Montana, representan polos opuestos. Mientras el primero es frio y calculador, el segundo es amable y mucho más conservador. Cuando George decide contraer matrimonio en secreto con Rose (Dunst), una viuda del pueblo, Phil, cegado por su furia, pone en marcha una guerra psicológica en contra de ella que tendrá como peón a su afeminado hijo Peter (Smit-McPhee).


Que Jane Campion sea favorita para ganar el Oscar no es un tema gratuito. La originaria de Nueva Zelanda consigue, a través de su lente, hacer de esta una de las películas más poderosas del año. En sus primeros minutos parece que no está pasando nada, el ritmo es lento, la historia se cuece a fuego lento, pero esto no impide que, desde entonces, el producto resulte hipnotizante. Esto no es gracias precisamente al guion, sino al aspecto visual, Campion usa todo tipo de recursos para encantar al espectador, para meterlo en su trama e impedirle que la suelte aun cuando hasta ese momento no hay nada que realmente lo obligue a quedarse.


Posteriormente, cuando el rubro narrativo empieza a ganar fuerza, Campion no se queda atrás, y empieza a hacer de su película una apuesta por el subtexto y por lo invisible que mantiene la premisa de lo visual por encima de lo narrativo. Desde entonces, ‘The Power of the Dog’ se convierte en una apuesta por los simbolismos. No hay manera de no sentirte parte de lo que se está viendo. Aquí todo es subtexto, pero no sólo de las imágenes, también de las tenues líneas de guion y de los casi imperceptibles, aunque sí muy poderosos, sonidos del ambiente.



Por supuesto que la directora de este filme se ayuda de otros elementos, como la fotografía y la música, para sumarle puntos a la experiencia. La cinefotógrafa de esta proyecto es Ari Wegner, quien ofrece un trabajo impecable que no sólo brilla por sus grandes planos generales encargados de representar el poderío de la naturaleza por encima de los personajes, también por aquellos planos detalle o americanos enfocados en pequeños objetos, elementos o partes del cuerpo que hacen de ‘The Power of the Dog’ una experiencia tan majestuosa como intimista. Por otro lado, como si el trabajo narrativo-visual no fuera suficiente, la banda sonora, compuesta por Jonny Greenwod, potencia los momentos de tensión, por lo que, además de bella, cumple con su función de complementar lo que se está desarrollando. Todo esto nos entrega una cinta que resulta poderosa no sólo cuando se analiza como un producto final, sino en cada uno de los momentos que van conformando su camino.


Dato curioso: Jonny Greenwod, además de ser guitarrista del grupo Radiohead, es compositor de bandas sonoras. De hecho, este año tiene las posibilidad de obtener no una, ni dos, sino tres nominaciones al Oscar gracias a su trabajo en ‘Licorice Pizza’ de Paul Thomas Anderson, con quien ha trabajo desde ‘There Will Be Blood’, ‘Spencer’ de Pablo Larraín y, por supuesto, en la que es objeto de este artículo.


Por otro lado, concentrándome en el aspecto narrativo, es de reconocer la dualidad que esta película consigue con sus personajes, elemento que provoca una mayor conexión con el espectador y, por ende, el entendimiento de una situación que se desarrolla varias décadas atrás. Nuestro protagonista, Benedict Cumberbatch, funciona como una especie de antihéroe, es frío y cruel, pero también un defensor de su familia, por lo que es imposible no sentir, por lo menos, un ápice de empatía, sobre todo conforme va avanzando la trama y vamos descubriendo que, como toda persona, lo que vemos es una corteza que se ha formado con las heridas del pasado. Plemons es lo opuesto, un hombre que a primeras luces es amable y está dispuesto a enfrentar lo que sea por defender sus convicciones, pero ese carácter se va desdibujando hasta que su propia bondad lo muestra incapaz frente a las necesidades de su nueva familia, aceptando sobreponer las costumbres por encima de lo que incluso él cree correcto. La nueva integrante de la familia, interpretada por Dunst, es un elemento que está en constante desventaja, se nos muestra indefensa y como blanco de ataques, pero poco a poco va naciendo en el espectador un sentimiento de rechazo ante una mujer inoperante que se preocupa más de lo que se ocupa. Y por último Kodi, el personaje que más tarda en demostrar esa dualidad pero que, cuando lo hace, logra cerrar de manera perfecta este círculo de caracteres y personajes tan virtuosos como defectuosos, es decir, simplemente humanos. Por supuesto que lo bien logrado de estos personajes no se conseguiría sin actuaciones de primer nivel, pues el trabajo histriónico es tan bueno que pareciera que los personajes se escribieron pensando en los actores que les darían vida.



¿Qué le duele a esta cinta? ¿Qué le impide tener el mote de “obra maestra”? Es difícil encontrar, como se dice coloquialmente, el negrito en el arroz, pero es correcto decir que a ‘The Power of the Dog’, dentro de tanta maravilla que te bombardea desde distintos frentes, le pesan un par de cosas. La primera, que por momentos se olvida de sus personajes, podríamos decir que dependiendo del momento en el que se desarrolla el filme tenemos a un protagonista distinto, seguramente esto es totalmente intencional, una libertad creativa que al final del viaje se justifica, pero no deja de entregar un sabor amargo para quien está yendo de la mano con la historia; el segundo, el exceso de subtexto, por supuesto que no me voy a contradecir, pero hay dos o tres momentos donde lo que se ve no es simbolismo sino imágenes tan obvias que no dejan lugar a la imaginación, bajarle un poquito los decibeles a este rubro habría hecho una obra mucho más sutil y, por ende, aún más artística.


En resumen, ‘The Power of the Dog’ es una de las mejores producciones del 2021, quizá termine por ser la mejor película del año, pero la forma en la que está hecha podría hacer que dicho estatus no sea inmediato, que, al igual que el propio filme, su lugar en la historia se cueza a fuego lento. Hay ciertos momentos en los que Campion se pasa de la raya precisamente con esos elementos que son los que más se le aplauden, pero fuera de ello, estamos ante una exposición del más alto nivel sobre dirección, guionismo, fotografía, musicalización, diseño de arte y actuaciones. Imposible ver esta película y quedar frío, inimaginable terminar esta película y no entender que en el cine cualquiera puede contar historias, pero privilegiados son aquellos que saben cómo contarlas.

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