Este film, ganador del León de Oro en el Festival Internacional de Cine de Venecia, le dio su primer Globo de Oro como Mejor Director al mexicano Guillermo del Toro.
Es 1963 y la Guerra Fría está en su auge. En un laboratorio estadounidense de máxima seguridad trabaja Elisa Esposito (Sally Hawkins), una mujer muda con una vida rutinaria que se dedica a la intendencia del lugar. Un día, llega a este laboratorio para ser inspeccionado un anfibio traído del Amazonas, el cual no sólo es sometido a diversos experimentos, también es víctima de distintos métodos de tortura. Rápidamente, Elisa comienza a interactuar con este hombre-pez hasta que una poderosa conexión se crea entre ambos.
“La Forma del Agua” (The Shape of Water, Estados Unidos, 2017), el décimo film del director tapatío Guillermo del Toro, no sólo significa su trabajo más romántico, maduro y personal, también es una carta de amor a los monstruos, sus monstruos, esos que han definido su filmografía y han hecho del director mexicano lo que es hoy en día.
A “The Shape of Water” la podríamos definir como “un cuento de hadas para adultos”. Lo que nos encontramos al ver esta historia es el cuento de La Bella y la Bestia pero con la diferencia de que en dicha historia se traicionaba el mensaje de “lo importante está en el interior” al buscar, y lograr, la transformación del personaje de una bestia a un príncipe azul. Aquí no. Aquí el mensaje de la inclusión es real, la tesis de este film es la aceptación del otro tal cual es, sin buscar el cambio o la transformación de éste.
Sin embargo, uno de los problemas de este film es precisamente ese, que estamos ante un auténtico cuento de hadas, donde la historia de amor no es lo suficientemente poderosa y por lo tanto el espectador no es capaz de sentir el romanticismo que supuestamente se quiere transmitir.
Además, los personajes son tan fársicos como en un cuento de hadas. La protagonista es una princesa muda que todo hace bien, toma las mejores decisiones y es sumamente inocente. Sus amigos, un vecino homosexual y su compañera intendente de raza negra, representan el ejemplo perfecto de seres humanos con buen corazón. Mientras que el antagonista es un hombre caucásico que todo el tiempo vemos de malas y haciéndole daños a los demás. Es decir, estamos ante personajes extremistas, que son buenos y bondadosos o malos y groseros, nunca un punto medio. En otras palabras, estamos ante personajes irreales.
Y aclaro que las etiquetas de “muda”, “homosexual”, “mujer de raza negra” y “hombre caucásico” son para darnos cuenta que el mensaje que busca transmitir este film es, a todas luces, el de la inclusión. Por eso es importante hacer hincapié en estos detalles. Lo aclaro porque como están las cosas en una de esas me acusan de racista, homófobo y misógino.
Además del mal desarrollo de los personajes, estamos ante un guion sumamente arbitrario. Por ejemplo, el laboratorio donde trabaja nuestra protagonista es un lugar de máxima seguridad, pero resulta que las de intendencia se pueden pasear por todos lados y a todas horas sin que nadie las vea ni les diga nada. En varias escenas vemos que nuestro villano tiene en su oficina un sinfín de pantallas en donde se proyecta lo que están grabando las cámaras de seguridad, pero resulta que justo en la habitación en la que tienen capturado a su máximo tesoro (el anfibio) o no hay ninguna cámara o no se dan cuenta que una mujer se la pasa dándole de comer y poniéndole música al hombre-pez. Cualquiera de las dos opciones resulta ilógica.
Todos estos problemas con el guion complican que el espectador pueda creer en la historia que se le está contando.
Pero no se asuste, querido lector, “The Shape of Water” no es una mala película. En realidad es un muy buen film por muchas otras razones. Para empezar tenemos la dirección del maestro Del Toro, un hombre con un ojo artístico que sabe cómo crear atmosferas, como diseñar criaturas y que sabe perfectamente donde poner su cámara.
El señor Del Toro nos regala escenas visualmente hermosas. Desde la primera secuencia de la cinta en la que todo está bajo el agua mientras una voz en off nos platica de qué va esta historia de amor nos podemos dar cuenta que las próximas dos horas resultarán un deleite para el ojo humano.
Entre las cosas más interesantes que hace el cineasta tapatío es dar pie a la inventiva del espectador. Por ejemplo, hay una escena en la que dos personajes están a punto de hacer el amor, pero en lugar de mostrarnos la escena del coito permite que nosotros nos imaginemos como sería dicho momento y no es necesario que se muestre para entender que fue un momento bellísimo. Deja al espectador crear imágenes en su mente, usar su imaginación, y no hay nada más poderoso en este mundo que la imaginación.
Pero el director de origen mexicano no sólo brilla al regalarnos bellas y poderosas escenas. También lo hace al momento de dirigir actores. El ensamble actoral es maravilloso y creo que vale la pena hablar un poco de cada uno de estos actores en lo individual.
Para empezar, nuestra protagonista, Sally Hawkins. Esta mujer está increíble en su papel, no sólo nos entrega una de las mejores actuaciones de su carrera, también a una de las mudas más creíbles y memorables en la historia del cine. Es increíble lo que logra sin decir una sola palabra, con su cara y cuerpo logra transmitir las más sinceras emociones. Aunque vea en Frances McDormand la mejor actuación femenina del año y el trabajo de Margot Robbie en “I, Tonya” me haya dejado un grato sabor de boca, no tendría ningún problema si Hawkins se lleva el premio como Mejor Actriz en la próxima entrega de los Oscar.
El villano es Michael Shannon, quien a pesar de tener en contra la manera en la que está escrito su personaje evita caer en lo ridículo para erigirse como una de las grandes actuaciones masculinas de reparto del 2017. Al igual que Shannon, otro que puede presumirse como uno de los mejores actores de reparto del año, y que además tiene la nominación al Oscar casi en la bolsa es Richard Jenkins como el vecino de edad adulta que transmite bondad y sabiduría a través de la pantalla. Además de este par, tenemos a Octavia Spencer, quien a pesar de estar en su zona de confort entrega una de sus mejores actuaciones. Y por último está Doug Jones, un indispensable en la filmografía de Del Toro que aún estando debajo de un traje y de plastas de maquillaje logra transmitir mucho como un monstruo sumamente humano.
El diseño de arte es fantástico, en verdad parece que estás viendo algo que ocurrió en los años sesentas, desde el vestuario hasta el diseño de producción, todo es bello y realista. Los efectos visuales, sin ser excesivos, son impecables. Y la banda sonora, del maestro Alexandre Desplat, que a través de notas bellas pero misteriosas, ninguna combinación mejor para hacer una analogía del mar, con un cierto sabor italiano escondido entre sus partituras nos lleva de la mano a descubrir este simplón pero honesto romance entre una mujer muda y un monstruo que juntos resultan ser más humanos que muchos otros.
El guion de este film tiene muchos defectos. Pero no por eso deja de ser un hermoso viaje visual y auditivo a través de una historia de amor sincero entre la que será una de las mudas más famosas en la historia del cine y uno de los monstruos más estéticos que hemos visto en la pantalla grande. “The Shape of Water” es un cuento de hadas para adultos, La Bella y la Bestia que en vez de un amor condicionado nos muestra un amor sincero, una historia cuyo mensaje principal es el de la inclusión, el film en el que Guillermo nos muestra a los monstruos de la manera más humana posible, el relato más romántico, maduro y personal de Del Toro, y la carta de amor de éste para los monstruos, sus monstruos.
Calificación: 8/10
Twitter: @FreddieMontes
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