Cinta dirigida por el brasileño Fernando Meirelles y protagonizada por Jonathan Pryce y Anthony Hopkins. Nominada a 4 Globos de Oro incluyendo la categoría de Mejor Película Dramática.
En medio de una crisis que envuelve a la iglesia católica el cardenal Jorge Bergoglio (Jonathan Pryce) decide ir a visitar al Papa Benedicto XVI (Anthony Hopkins) para tratar un asunto personal. Pero lo que sería una simple reunión se convierte en una lucha de posturas sobre los principios del catolicismo entre el liberal discurso de Bergoglio y la conservadora ideología de Ratzinger.
Hacer una película con una temática religiosa que no sea ni propagandística ni transgresora es una tarea complicada, sobre todo si toca temas tan recientes como el de esta película cuya trama se desarrolla en el periodo previo a la decisión de Benedicto XVI de renunciar a su papado y cuyo sería posteriormente ocupado por el ahora Papa Francisco. Pero es gracias al guion de un irregular Anthony McCarten, quien puede hacer buenos guiones como el de ‘Darkest Hour’ o porquerías como el de ‘The Theory of Everything’ y ‘Bohemian Rhapsody’, que esta película consigue plantear dos posturas completamente opuestas sin necesidad de quedar mal con ninguna. Si a usted le gustaría ver una crítica a los tradicionalistas papados anteriores o a la progresista postura del Papa actual está en todo su derecho pero esta cinta no va por ahí.
Y es que a pesar de que la mayoría del largometrajes es una guerra de discursos sobre ideologías personales en las que, por los tiempos que vivimos, hay un personaje que claramente lleva las de perder con el público en general en lo que a empatía se refiere, en ningún momento el guion busca tratarlo como a un villano, al contrario, lo humaniza, entendiendo que es una persona de edad que simplemente no quiere o no se atreve a romper con el statu quo, y es por esto que el espectador en ningún momento llega a odiarlo. Y sí, puede que este hombre haya hechos cosas o tomado decisiones reprochables y el guion se haya visto tibio al no tomar el riesgo de atacarlo pero la tesis de la cinta no iba por ahí y eso es algo que el guionista entiende y consigue plasma a la perfección. Si a ti como espectador te gusta o no eso ya es meramente subjetivo.
Otra cosa que sabe hacer bien el guionista McCarten es humanizar a sus personajes. La tarea es difícil tomando en cuenta la naturaleza de estos hombres pero precisamente una de las ideas de la película es la de mostrar que este par no es muy diferente a los demás, ellos también se equivocan, fallan en sus decisiones, saben amar, se arrepienten de sus acciones y buscan el perdón ajeno. Y esto es interesantísimo porque dos de las cosas que nos caracterizan como seres humanos son la capacidad de arrepentimiento y la necesidad de sentirse perdonado.
Otra de las cosas que se tienen que aplaudir de este film es el extraordinario diseño de arte con el que cuenta. El trabajo de los vestuaristas es muy bueno pero el de los diseñadores de producción es soberbio, incluso hay una recreación idéntica de la Capilla Sixtina.
La dirección corre a cargo del brasileño Fernando Meirelles, director de cintas como ‘The Constant Gardener’ y ‘City of God’. El trabajo de este hombre detrás de la cámara es bueno, a través de sus tomas le da a su relato un toque bastante íntimo, además, consigue que el film tenga un muy buen ritmo a pesar de estar lleno de largos diálogos. Los únicos momentos donde el ritmo decae ligeramente es en un par de flashbacks que resultan largos pero necesarios. Pero si algo hace bien Meirelles es sacarle el mayor provecho a la dupla actoral conformada por Pryce y Hopkins. Es precisamente este par de actores protagónicos los que cargan con el peso del film y se convierten en lo mejor de éste.
Por un lado tenemos a Pryce, cuya primera “ayuda divina” es el increíble parecido físico que tiene con el Papa Francisco, por supuesto que este elemento ayuda muchísimo para ser convincente con su interpretación pero queda claro que este veterano actor no se conforma con eso ya que durante el film somos testigos de cómo adopta hasta los movimientos más insignificantes del actual Papa. En la otra esquina tenemos a Anthony Hopkins en la que probablemente sea su mejor actuación desde aquel icónico Hannibal Lecter en ‘The Silence of the Lambs’, y es que en el caso de este actor el físico no le ayuda en nada, él es un hombre más alto y robusto que el hombre al que interpreta pero eso no impide que por momentos sintamos que estamos viendo a quien hoy ostenta el título de Papa emérito gracias a sus movimientos y expresiones faciales. Reconocimiento a ambos por aprender a hablar latín e italiano. Lo que sí hay que mencionar es que, aunque el personaje de Bergoglio habla en español y tiene acento argentino, la voz es de un doble ya que a Pryce le fue imposible adoptar el acento porteño.
En conclusión, ‘The Two Popes’ es una muy buena película que, a pesar contar la historia de los últimos dos papas, no se convierte en un relato religioso sino en una exposición de que los miedos y los errores están latentes en todos los seres humanos que habitan esta tierra sin importar el cargo que tengan o la religión que profesen. La dirección cumple, el guion sorprende, el diseño de producción es increíble pero es el duelo actoral entre Pryce y Hopkins el que convierte a esta película en una experiencia imperdible.
Calificación: 8/10
Por: Freddie Montes (@FreddieMontes)
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