Por: David Cavazos (@DavidCav21)
Nos ha llegado tarde, pero para los que están esperando ver el gran retorno de Brendan Fraser a un rol protagónico (y también al futuro ganador del Oscar a Mejor Actor…esperemos), llega a las carteleras The Whale (La Ballena), de la mano de Darren Aronofsky, quien regresa después de dividir a la audiencia con Mother! (2017) y todo parece indicar que esta reciente producción no será la excepción, aunque todos estemos de acuerdo en que Brendan Fraser nos da la mejor actuación de su carrera. Después de un pasado tormentoso en el medio y de ser un actor blacklisted en Hollywood, el histrión de 54 años nacido en Indiana empieza a cobrar fuerza y reconocimiento con este trabajo, aunque la película en sí no le haga mucha justicia.
Basada en la obra de teatro del mismo nombre presentada en el 2012, esta es la historia de Charlie (Fraser), un maestro de inglés que padece de obesidad, acompañado por la soledad de su casa mientras hace sus clases virtuales. Las decisiones que ha tomado Charlie por amor han provocado que se separe de su familia, principalmente de su hija de 17 años. Debido a la culpa y el remordimiento de dichas decisiones, no deja de comer, hasta que llaga a pesar casi 272 kg. A través de la película, veremos cómo Charlie intenta redimirse y conectar con su familia antes de que sea demasiado tarde.
Con The Whale, una vez más me encuentro divido en cuanto a Aronofsky. Esta es una película lastimera, en ocasiones con emociones muy bien ganadas, pero con otras que se sobre explotan. No es ninguna sorpresa esa división, aunque considero que otras películas han ejecutado de peor manera sus defectos (el caso de The Son de Florian Zeller) que en esta película. Brendan Fraser es como “Charlie la película”, es el corazón de la cinta, todos lo vamos a amar, junto a una espectacular actuación de Hong Chau que también merece reconocimiento. Aunque ya sabíamos de los dotes histriónicos de Fraser gracias a el filme del 2000 Bedazzled (Al Diablo con el Diablo), en el que interpretó a siete versiones de su personaje y nos dio gala de lo versátil que puede llegar a ser, es en The Whale en donde se entrega al máximo. El nivel de compromiso es muy alto y pasa la prueba para que no solamente lo acompañemos en su viaje de perdón, sino que también lo entendamos.
En cuestión visual, recurrimos un poco a lo que se hizo con Mother!, que se sienta claustrofóbica en su cinematografía, aquí se equipara al cuerpo de Brendan para que no quepa en pantalla. Hay algunas decisiones que se vuelven interesantes. Pero Aronofsky no sabe cuándo detenerse y apuesta por la escatología directamente en tu cara. Su intención es incomodar, lo consigue, pero también quiere que conectemos con Charlie, también lo llega a conseguir, pero a costa de un sufrimiento casi pornográfico.
Pero en gran parte, esta película se siente tramposa, te obliga a sentir lástima, te obliga a que llores. Reitero, El Hijo de Zeller ya lo había hecho de una forma peor, pero aquí lo que respalda a Aronofsky es que tiene a un Brendan Fraser que lo entrega todo, a un personaje que busca el perdón a través del optimismo. El personaje de Charlie es tan amable, compasivo, comprehensivo, tan bueno que su entorno no le hace justicia. Nos muestran a alguien toto y dañado. Con la pura empatía que se siente por él, ya es suficiente. Pero la película todavía quiere que sufras más y eso, por parte de Aronofsky, se convierte en algo chapucero. No todas las emociones de la película se sienten ganadas. Sadie Sink hace un gran trabajo, en un personaje insoportable, puede haber cierto entendimiento conforme vez al personaje de Charlie, pero el manejo de éste llega a ser cansino.
The Whale tiene a un gran protagonista que vas a amar, pero termina por ser emocionalmente asfixiante en el más raro sentido de la palabra. Brendan Fraser no solamente confirma por qué es uno de los actores más talentosos y queridos de nuestra generación, sino también nos hace querer verlo más seguido para recuperar las glorias que perdió en sus años más oscuros.
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