El fanatismo de Wes Anderson por las historias de Roald Dahl no nos es desconocido, ya que se ha charlado en muchas entrevistas a partir del lanzamiento de una de las cintas más queridas en su carrera: ‘Fantastic Mr. Fox’. En ella, el director nos regaló la bella manufactura de unos protagonistas rebosantes de carisma y valentía, con los respectivos atisbos de rebeldía y sarcasmo, que se ganaron al espectador y permanecen hoy en día frescos en la memoria de los fans, con sus colores otoñales y el impecable stop motion que los sostiene.
Este año tenemos la oportunidad de disfrutar de nuevo la adaptación de otra ficción del escritor británico a través de los ojos del cineasta texano. ‘The Wonderful Story of Henry Sugar’ es el cuento corto que nos platica de un millonario (Benedict Cumberbatch) que encuentra por casualidad un libro en donde se explica el secreto de cómo un hombre común, llamado Imdad Khan (Ben Kingsley), aprendió a ver sin utilizar sus ojos. Emocionado por aplicar este enigmático conocimiento en pos de apostar en el casino y acrecentar su riqueza, Henry Sugar se aboca a dicha labor, en un camino que le llevará a comprender qué prioridades hay más allá de la acumulación monetaria.
‘The Wonderful Stroy of Henry Sugar’ comienza haciéndole un buen homenaje al relato, ya que, al ser un mediometraje, su duración es la justa para involucrar por completo a su audiencia y que su mirada no se despegue en absoluto. Esto es gracias a la forma en la que va narrando la trama, armándose de los diálogos y el dinamismo de las conversaciones, que se van develando como si estuviéramos leyendo el texto en sí, con la voz de cada personaje. Hay una agilidad en el guion que compagina con las acciones en un frenetismo sumamente agradable, salpicado de comedia que parece involuntaria y momentos inverosímiles que redondean el encanto de lo que se espera. Todo esto, además, dejando claro cuál historia alimenta o se despega de la otra, sin traslaparlas o complicar su desarrollo.
Y por supuesto, el embeleso proveniente de la creatividad de Anderson se hace presente otra vez para darle textura y fascinación por igual. Se permite realizar una gran cantidad de detalles teatrales, con escenarios que desaparecen o se sobreponen según se requiera. Hay ayudantes que retiran u otorgan objetos en función de lo que sucede, e incluso atestiguamos los cambios en el maquillaje y rostro de uno de los actores conforme pretenden llevarnos al pasado. Los colores son, como suele suceder en la filmografía de Anderson, elemento primordial para enamorarnos, enmarcados a la perfección por su eterno cinematógrafo Robert Yeoman. El ejemplo del hombre que levita con un banco relativamente visible debajo nos habla de lo que se buscaba en esta película: Quiere que nos creamos todo, pero que no olvidemos que la magia siempre tiene trocitos de veracidad.
Disponible en la plataforma de Netflix a partir del 27 de septiembre y acompañada de tres cortometrajes que también honran al enorme Roald – ‘The Swan’, ‘Poison’ y ‘Rat Catcher’ -, ‘The Wonderful Stroy of Henry Sugar’ es un hermoso ejemplo de cómo dos mentes, aún alejadas de sus propias épocas y espacios, pueden unir su talento y respetar sus bases originales para representarse en dos artes, convergiendo de manera armoniosa. Por el espectáculo que ambos pueden dar, llevando un peldaño por encima sus trabajos (Dahl cambiando en ocasiones a su público infantil por uno adulto, Anderson sazonando una firma por años forjada), intervenciones como ésta no sólo son un éxito memorable para aquellos que se atreven a llevarlas a cabo, sino para quienes las recibimos con auténtica emoción, enraizando nuestra adoración por sus creadores.
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