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Foto del escritorDavid Cavazos

Titane: Una serie de eventos desafortunados repletos de shock

Por: David Cavazos (@DavidCav21)


Julia Ducournau ya sacudió al mundo en el 2017 con Raw, un filme que combina el coming of aqe con la atracción hacia la carne y que a un servidor lo tuvo al borde del asiento cuando la vio. Para este 2021, Ducournau vuelve por la puerta grande, pues su nueva película, Titane, resultó ser la gran ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes de este año. Una decisión controversial, discutible, pero también entendible de cierta manera ya que la directora francesa nos ha entregado una película única y muy intensa que llega a convertirse en una de las producciones más destacables de este año, por lo que no hay que perder el ojo en el shock y la ansiedad que es capaz de generar Titane.

Cuando era pequeña, Alexia sufrió un accidente de coche que la dejó con una peculiar cicatriz cerca de su oreja. Los años pasan y la vida de Alexia parece estar muy desequilibrada. Decide escapar de casa y dejar su vida atrás al hacerse pasar por Adrien Legrand, un joven desaparecido desde hace diez años que se reencuentra con su padre. El hombre, pensando que encontró finalmente a su hijo, será testigo de una serie de eventos que lo marcarán para siempre.

Titane me dejó frío. Demasiado frío. Lo nuevo de Julia Ducournau es mucho más desconcertante que Raw en el sentido de hasta qué nivel de shock podemos llegar. Lo han conseguido. Mucho qué procesar. Mucho qué pensar. Aquí tenemos dos películas, dos historias que convergen en una sola todavía más oscura y retorcida.


La primera parte, un festín de violencia y estilo que sirve como la presentación de nuestro protagonista mezclado con una historia que toma un poco de los conceptos de Jumbo, película del año pasado también francesa que relataba la conexión (emocional y sexual) que tenía una chica hacia una atracción de parque de diversiones. Pero este factor se amplifica en la parte sexual, más sucio, más duro. La segunda parte cuenta con una historia de reencuentro e identidad que poco a poco llega a su punto máximo, donde ya no sabes qué creer. Es escalofriante sin necesidad de ser frenético. Pero los personajes son parte de esa oscuridad en medio de este análisis de la violencia desmedida porque, si nos guiamos hacia la psicología de estos personajes, es un callejón sin salida.

Tenemos un poco de todo aquí, ira, rabia, odio, dolor, emociones fuertes combinadas con la intensidad de los eventos, del no saber qué es lo que está pasando. Titane no busca la aprobación general de la audiencia, sabe perfectamente que no la va a encontrar, sino que su misión es abordar una historia que en manos de cualquier otra persona sería un resultado disparatado, se puede interpretar así. Ducournau es la encargada de darle alma a una historia sobre la conexión de dos personas dispares pero que los secretos y los errores consumen por completo una complicada suerte de relación personal.


Con todo estos estos factores mencionados, ese es el elemento que conforma la segunda parte de la película, un drama de cocimiento lento. Pero la primera parte es la que se va a quedar grabada en la mente de muchos. La violencia desenfrenada y descarriada que vemos en el primer tramo de la película es solamente una muestra de lo que la directora francesa es capaz de hacer para mantener al espectador. Lo consigue con éxito porque, a través de la maldad, conocemos a los personajes, a través de los errores, podemos explorarlos. Pero, para el final de la película, hay que alejarse de ellos porque sabemos que no harán ningún bien, porque nos metemos en un sólido debate sobre la identidad que carcome nuestras emociones y las convierte en polvo, nos golpean emocionalmente en cada momento, pero lo terminamos disfrutando. Existe una dualidad, la brutalidad de Agathe Rousselle con una espléndida actuación y el dolor de Vincent Lindon también con un trabajo de actuación muy destacable. Pero el trabajo de la película no es conectar con ellos, sólo ver y callar.

Con estas emociones puedo describir a Titane como una película cruel y salvaje, tal y como lo fue Raw (2017), pero sacando el factor emocional que no busca conmovernos, sino llevar al máximo la ansiedad y la intensidad con la cantidad de eventos shockeantes que suceden en pantalla, un golpe directo a nuestros ojos y mente orquestado por Julia Ducournau. Sin lugar a dudas, estamos hablando de una de las producciones más sobresalientes del año, con todo y sus eventos desafortunados.

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