Por: Osvaldo Escalante (@OsvaEsc)
Escrita y dirigida por Ruben Östlund, y nominada a un total de tres premios Oscar (Mejor Película, Mejor Guion Original y Mejor Dirección), Triangle of Sadness (El Triángulo de la Tristeza) nos cuenta la historia de Carl y Yaya, una pareja de modelos que se embarca a un crucero lleno de gente rica y donde se pondrá a prueba las creencias de cada persona a bordo.
Ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes del año pasado, ‘Triangle of Sadness rápidamente se posicionó como una de esas películas que se debían de ver y que muy probablemente estaría presente en la temporada de premios. Y así fue. Con el paso del tiempo y con el reciente estreno en cines muy selectos de México, la cinta proveniente de Suecia continúa cosechando halagos y aplausos tanto de la crítica, como del público.
Algo que vuelve muy valiosa a la nominada a Mejor Película es su mezcla de géneros. Si bien es una cinta que aborda temas complejos como la diferencia de clases, la prepotencia y la presunción de muchas personas, la forma y el tratamiento con el que se manejan estos tópicos se asemeja más a una sátira que a un drama. Ojo, la película también contiene drama. Hay varios momentos donde se busca hacer uso de un peso dramático y emocional en la toma de decisiones de algunos personajes, pero no es su punto más fuerte.
Cuando el filme se propone hacer reír, lo logra y con creces. Haciendo uso de vomitadas, actuaciones exageradas y una escenografía concurrida, ‘El Triángulo de la Tristeza’ se convierte en una sátira como muchas otras, pero igual de efectiva. En su exageración es donde radica su gracia, y es que muchos de los personajes son tan contradictorios que en ese choque es donde se fomenta la comedia. Ciertamente es una película que critica lo que ya ha sido criticado infinidad de veces, y tampoco es que lo haga de una manera innovadora, pero cuanto menos aprovecha los dotes cómicos y satíricos que presenta para estirar lo más que pueda la crítica hacia un terreno ligero para el espectador y su propia naturaleza.
Ahora bien, y esto es donde la película falla, cuando Ruben Östlund se decide por tomar las riendas de un género dramático, es donde la película peca de pretenciosa, así como lo que critica. Se permite a sí misma tomarse en serio y eso hace que la crítica también lo sea, por lo que una vez que nos alejamos de la comedia y le pongamos más seriedad al asunto, a sus personajes y a su tesis, esta se desmorone; cayendo rápidamente en la superficialidad y banalidad de lo que busca criticar.
Es por eso que tal vez, y sólo tal vez, ‘El Triángulo de la Tristeza’ hubiera funcionado si tuviera una menor duración, pues en las dos horas y media de metraje el director va y viene en un sinfín de tópicos que se pierden en su propia narrativa, quedando en simples y sencillos señalamientos de lo que está mal, haciéndolo mal. Creyéndose más inteligente de lo que en realidad es, con escenas que caen más en la narrativa de un podcast, que de una película.
Si bien la película nunca llega a ser aburrida, sí llega a ser un poco cansina. Quizá si se hubiera optado por ser una comedia en el 100% de su duración, la película hubiera funcionado con un máximo de dos horas, evitando ese interminable tercer acto que, si bien tiene momentos muy funcionales, se alarga más de lo necesario.
En conclusión, ‘El Triángulo de la Tristeza’ es una muy divertida comedia y sátira de personajes millonarios que, cuando todo se viene abajo, se dan cuenta que el dinero no lo compra todo y que no hay algo como las clases sociales. Lamentablemente, cuando esta se detiene para tomarse en serio a sí misma, es donde termina por volverse igual de pretenciosa que la manera en que critica estos tópicos.
Sin duda es una experiencia vomitiva, divertida y muy poco sofisticada.
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