Cuando el personaje de novelas infantiles Winnie The Pooh cambiara su estatus por antigüedad hacia el dominio público, bastante gente puso el grito en el cielo al saber que se utilizaría su otrora dulcísima imagen para transformarlo en el asesino feral de una película. El director Rhys Franke-Waterfield se atrevió a mostrarnos a un oso ávido de venganza que, junto a su inseparable compañero cerdito, nos regaló 85 minutos de sangre, terror y torturas a las cuales se les veían costuras y desperfectos, detalles que en realidad no importaban: se nos había prometido un morboso slasher, y cumplió cabalmente.
Este año vuelve la adorada figura creada por A. A. Milne y E. A. Shepard con la segunda parte de su cruenta historia. ‘Winnie The Pooh: Blood and Honey 2’ nos muestra otra vez a Christopher Robin (Scott Chambers), quien se ha vuelto una paria en su pueblo debido a que pocos creen su versión de lo sucedido en el Bosque de los Cien Acres. En contraparte, Winnie-The-Pooh (Ryan Oliva), Piglet y los camaradas de ambos han tenido que mantenerse ocultos, justo por aquellos que sí confían en las palabras de Chris y han decidido salir a cazarlos. Hartos de aguantar a los humanos, estas criaturas deciden aniquilar a todos aquellos que han osado buscarlos, principalmente al que fuera su amigo en la niñez.
A pesar de las notorias fallas en ‘Winnie The Pooh: Blood and Honey’, los espectadores la acogieron con inesperado cariño y apreciación, deseosos incluso de la respectiva continuación o saga. Fue entonces como, casi de manera inmediata, Franke-Waterfield apresura su trabajo para llevar a cabo la siguiente parte, esta vez con el guion escrito por Matt Leslie, y un presupuesto cinco veces mayor. Es así que hoy recibimos en pantalla un naciente horror, que parece cojear en algunos momentos si se compara con su predecesora: mientras que en la primera el sinsentido y la exageración formaban parte fundamental de la construcción de la trama, en ésta se esfuerzan por esclarecer en pro de profundizar hacia las raíces de los personajes. Aunque esto no necesariamente es algo negativo, sí se siente un tanto reiterativo e innecesario: Como fanáticos del género estamos ahí para disfrutar heridas y sobresaltos, más allá de la coherencia detrás de los mismos.
Si bien el tropiezo con las explicaciones ralentiza el ritmo de ‘Winnie The Pooh: Blood and Honey 2’, la cinta no desmerece gracias a que hacia el final se van incrementando las escenas sanguinolentas y pavorosas. La secuencia que involucra una fiesta nos permite también regocijarnos con un sorpresivo y anhelado protagonista, quien se vale de su depredadora naturaleza y sus infinitas garras para acrecentar el festín. Descabezados por doquier, extremidades rotas y arrancadas, rostros incompletos o desfigurados… El espectáculo es una divertida variedad de sufrimientos y laceraciones, que se amontonan para otorgarle a la audiencia un filme redondo en su conjunto.
¿Qué seguirá para el ya titulado Twisted Childhood Universe? El cineasta ha expresado interés en las ficciones de Bambi y Peter Pan (además de la agridulce fábula de Pinocchio), y acariciando, por si fuera poco, un posible acercamiento con Teletubbies y The Powerpuff Girls. Lo que sí es un hecho confirmado es la tercera entrega del osito y su tarro de miel, con nuevas aventuras y amigos que se les unirán en la frondosidad del bosque, listos para vivir andanzas dignas de un cuento para leer antes de dormir.
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